Lunes, 22 de Septiembre de 2025

Redacción
Miércoles, 20 de Mayo de 2020
OPINIÓN

Mayo longo

Óscar de Prada López

[Img #39390]Consumido el abril pascual, la cera corre a cuenta de mayo. Más longo pero no más lánguido, advirtiéndose más vívido y luminoso y colorido a medida que vamos volviendo a la vida. Cargado de sensaciones para romper con el hastío del confinamiento. Como escribiera Rosalía de Castro sobre este mes, vino con él la dicha e igualmente se volvió a esfumar. Estamos tan deseosos de alcanzarla que cualquier atisbo de pérdida nos acobarda, sin saber que ese miedo nos llama a reaccionar y no a sufrir parálisis. La alegría va por fases ahora, recuperándose en España gradualmente la movilidad pero no tanto la actividad económica. Ese momento en que podamos viajar entre provincias, reencontrándonos con nuestros seres queridos, bien podría titularse “Encuentros en la tercera fase”.

 

El desastre del 98 inspiró a muchos autores (Unamuno, Maeztu, Azorín, Valle-Inclán, Baroja, Machado...) a replantearse el problema de España. Puede que, en unos años, estudiemos esta crisis del coronavirus como el detonante para la irrupción de una nueva generación literaria. Adelantando acuñaciones, la generación del 20. Quizás cuente con ello el Gobierno, subvencionando al mundillo cultural que gusta de su discurso oficial y desdeñando al que no le prodiga elogios. Las mascarillas fueron diseñadas para evitar contagios pero no para tapar bocas ni conciencias. Establecer su obligatoriedad ahora en lugares públicos no significa que deban servir como mordazas.

 

En una época de grave inestabilidad política le preguntaron a un dramaturgo español cuál era la solución a tal crisis. Y a su respuesta (“Hacer buenas obras”) le puntualizaron que no se referían a la crisis del teatro sino a la del Gobierno. A lo que el autor replicó: “Ya se lo he dicho, hacer buenas obras”. Es justo y necesario realizar proyectos para no estar mano sobre mano, sin hacerse acreedor a ningún merecimiento. Pero aún mejor es culminarlos, sabiendo que perdurarán mucho después de uno. Lo duro de esta cuestión es que al mandamás de turno le sobreviven sus aciertos y también sus fallos. Una cosa es mantener la distancia social por cuestiones sanitarias y otra que el Gobierno se mantenga alejado del pueblo, cual déspota ilustrado.

 

Critica el sanchismo que no se apoye el estado de alarma por entender que es un servicio al país. Dice el refrán que hombre previsor vale por dos pero no parece extensivo a un Ejecutivo que no contempla otra alternativa al plan A. Hay quien afirma que sólo los locos, los borrachos y los niños dicen la verdad. Pero ni yendo hasta arriba de jumilla esta coalición va a reconocer su incompetencia. Otros la advierten y advierten de ello al personal, con cacerolas y megáfonos y gritos y lo que se tercie. El primer paso para sobrevivir en la selva consiste en armar alboroto para espantar al depredador potencial. Por muy famélico que esté, nada teme más que un ruido desconocido. No por sabida deja de tener repercusiones la historia. O de repetirse.

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