Las amapolas como metáfora: unidad para exigir inversiones para Zamora

Hace unos días dediqué unos verbos a la amapola silvestre que luce libre en campos yermos. Esta florecilla es una especie de ácrata en la nación de la flora. En la ciudad del Romancero, en el conocido como Campo de la Verdad, se han reunido miles de amapolas para exigir libertad, en peligro cuando el Estado de la patria sufre una pandemia vírica que anuncia ya una pandemia económica de imprevisibles consecuencias.

Las amapolas zamoranos huele a caos en la capital de la provincia si el Gobierno de la nación nos sigue olvidando, como todos los anteriores ejecutivos que en la historia han sido, desde que el felipismo iniciara sus desinversiones en nuestra ciudad, con los cierres de líneas férreas, Prisión, Universidad Laboral, más el traslado del Regimiento Toledo y la reconversión agropecuaria, que causó la ruina en el sector primario, con la expulsión de miles de jóvenes y el envejecimiento de los profesionales del campo. Europa la exigió y González lo consintió. La capital, que siempre fue una ciudad de servicios para agricultores y ganaderos, todavía no ha encajado el golpe. La venta on-line y la destrucción del sector primario arruinaron nuestro comercio, que se halla en un momento complicadísimo, máxime tras el cierre de meses, obligado por el Estado de Alerta que decretó el Gobierno socialcomunista.

El campo de amapolas, surgido sobre el Campo de la Verdad, fotografiado por excelentes fotógrafos, por pelotas de la prensa gráfica, por fotógrafos aficionados, me parece una metáfora floral para enseñarnos que el camino de nuestro progreso debe vincularse en la unión de todos los zamoranos, de todos los partidos políticos, excepción hecha de aquellos que prefieran la felonía al pueblo por la obediencia debida al poder jerárquico de la formación, para exigir al ejecutivo de Sánchez la cesión al Ayuntamiento de la capital de los terrenos de Adif en el complejo de la Estación del Ferrocarril, que gestionó en su día Antidio Fagúndez, actual diputado nacional y antaño primer teniente de alcalde, con la autoridad ferroviaria, y la instalación en Monte La Reina de una unidad del Ejército, como también se prometió en el teatro Ramos Carrión, en presencia del hoy presidente Pedro Sánchez. No olvido. Mi memoria recuerda. No soy un fue ni un es cansado, que escribiese Quevedo. Aún combato. No me arredro ante nadie. No hay sectarios, ni de izquierdas ni de derechas, que me roben la palabra. Las amapolas, plantas de tallos erectos, reinas escarlatas, de finos pétalos, exigen unidad para asir el progreso de nuestra tierra. Ellas han ocupado el Campo de la Verdad en la ciudad del Honor. No seamos sumisos, no nos humillemos ante políticos ni gobiernos. Exijamos lo que se nos debe. Somos pocos y pobres, pero cabalgamos en el corcel de la historia para alcanzar el futuro, el progreso de nuestra geografía, de nuestra gente. Imitemos a nuestras amapolas.

Eugenio-Jesús de Ávila