REPÚBLICO
La democracia en peligro
Profetizó Engels algo así como que en el futuro se pasaría del gobierno de los hombres (política) a la gestión de las cosas. El capitalista de Marx, el compilador de su caótica obra, no nos dijo cuándo llegaría ese futuro. Creo, cuestión de fe, que, ha tiempo, las sociedad avanzadas deberían ser dirigidas desde la razón, el talento, y la inteligencia. Los mediocres han acabado con la política, al guiarse por sus vísceras, por sus sentimientos, por sus filias y fobias. El político, de derechas, de izquierdas o medio pensionista, no tiene ideas, pero hace proselitismo de su ideología y promete al pueblo, estabulado, desabastecido intelectualmente, darle lo que es imposible, favorecerle con sus políticas, señalarle cuál es el enemigo.
Los de izquierdas, si pudieran, acabarían con las derechas, cerrarían todos sus medios de comunicación y prohibirían sus formaciones. Los de derechas, como viven amedrantados porque creen en su inferioridad moral, gobiernan como si fueran de izquierdas: Montoro subió los impuestos de tal manera que los convirtió en confiscatorios. Ni un comunista se hubiera atrevido a tanto. Los políticos de derechas carecen de ideología. No militaron en partidos de izquierdas más por estética que por ética. No obstante, conozco a gente del PP, aquí, en Zamora, que se hubieran nacido y vivido en Andalucía, tendría el carné del PSOE, y si su nacencia hubiese sido en el País Vasco, del PNV. Hay personas que les da igual defender una idea o su contraria. Lo importante es vivir de la res pública y, cuanto más tiempo, mucho mejor, casi del pañal a la mortaja.
Reconozco que los conservadores gestionan mejor el Estado. Pero, durante la administración de las cosas públicas, algunos derivan millones de euros para sus bolsillos. El partido no es el primer beneficiado con la corrupción, sino la persona, el individuo. Hubo socialistas, los hay, en Andalucía -ahí están los célebres ERE- que repartieron la pasta entre sus afines sin miramientos.
Convencido estoy que el PSOE y el resto de partidos de izquierdas necesitan un PP corrupto como chivo expiatorio, con el objetivo de señalarlo como la causa de todos los males de España. Vox no es formación corrupta, pues se la tilda de fascista, cuando su programa económico huye del Estado, al ser liberal. No hay nadie que ame más al Estado que un fascista y un comunista, y que odien más el liberalismo que los hijos de Lenin y Mussolini. Sucede que el liberalismo no existe. Como dijo Goethe, es un sentimiento del alma, algo interior.
Cuando joven, pensé que la izquierda se distinguía de la diestra por un código ético. Después, el felipismo me desveló la verdad. Porque el problema de la gobernanza de esta nación -país para los progres, Estado para el franquismo- consiste en que las políticas económicas de unos y de otros suelen parecerse como una gota de agua del Duero a otra del Tormes. Las diferencias deberían haberles marcado el talante y el talento, la ética y la moral, la teoría y la praxis.
Veamos: Felipe González aplicó políticas impropias de un socialista clásico. Recuerdo: gato blanco o gato gris, lo importante es que cace ratones. Frase copiada de un dirigente chino comunista. Traduzco: da igual la política, la izquierda o la derecha, lo que valora es la gestión. Mejor educación, para todos; sanidad extraordinaria, equidad entre gastos e ingresos, bajar impuestos a las clases medias y trabajadores y que paguen los que más tienen.
Rajoy y su chica, la ínclita Soraya, nombre de mujer del Sha de Persia, nos machacaron a impuestos a la gran mayoría de los ciudadanos, a la mesocracia. El PP transigió con leyes como la de Memoria Histórica (oxímoron) y Aborto. Por lo tanto, no gobernaron para quienes les votaron, un sector amplio de clases medias y burguesía, y algún obrero despistado, sino como su presunto enemigo.
González tampoco gobernó para el pueblo, sino para ejecutar las grandes transformación que el gran capital europeo y useño exigieron para entrar en la U.E. Zapatero gastó dinero como si nos sobrase, con el ridículo Plan E, eso sí, hizo creer a los seguidores socialistas que él era muy de izquierdas, con tener un abuelo republicano -¿Y el otro?-, la Memoria Histórica y el Aborto, propuestas ideológicas, escondían lo que distingue a los partidos de izquierda y derechas, sus políticas económicas.
¿Son de izquierdas partidos que no realizaron profundas reformas agrarias en los dos territorios con mayores latifundios de España, como son Extremadura y Andalucía? ¿Son de izquierdas partidos que gobiernan con el consenso de formaciones racistas como PNV y los catalanes secesionistas?
Un partido es de izquierdas cuando protege a los más desfavorecidos, incluso a la pequeña burguesía, comerciantes, agricultores, autónomos, y se castiga al militante corrupto, ladrón, prevaricador y mentiroso, y la herencia de cada cual que se deje al Estado.
Para ser de izquierdas, como para todo cristiano, hay que cumplir con una serie de mandamientos éticos, predicar con el ejemplo, coherencia con la ideología y las creencias. ¡Ya vale de tanta hipocresía!
De momento, Iglesias ya ha lanzado una advertencia hacia sí mismo, al amenazarnos con que la democracia se encuentra en peligro. Sin duda. Él, y sus cuates son el gravísimo peligro para la democracia española, preñada de imperfecciones, lastrada por tanto independentismo de corte fascista –comunismo patriótico-, por acoger en su seno a formaciones comunistas, prohibidas en Alemania, inexistentes en el resto de Europa. Sí, en efecto, la democracia española, la que acogieron todos, los derrotados y los vencedores, en 1977, se halla en peligro por mor de un presidente, Pedro Sánchez, émulo de Largo Caballero, y un vicepresidente 2º, que lleva en su ADN la dictadura del proletariado. Como bien dijo García-Trevijano, que en paz descanse, Podemos es “la revolución pendiente de la Falange, formación que aplaude las ideas económicas de la formación morada". Más claro…
Profetizó Engels algo así como que en el futuro se pasaría del gobierno de los hombres (política) a la gestión de las cosas. El capitalista de Marx, el compilador de su caótica obra, no nos dijo cuándo llegaría ese futuro. Creo, cuestión de fe, que, ha tiempo, las sociedad avanzadas deberían ser dirigidas desde la razón, el talento, y la inteligencia. Los mediocres han acabado con la política, al guiarse por sus vísceras, por sus sentimientos, por sus filias y fobias. El político, de derechas, de izquierdas o medio pensionista, no tiene ideas, pero hace proselitismo de su ideología y promete al pueblo, estabulado, desabastecido intelectualmente, darle lo que es imposible, favorecerle con sus políticas, señalarle cuál es el enemigo.
Los de izquierdas, si pudieran, acabarían con las derechas, cerrarían todos sus medios de comunicación y prohibirían sus formaciones. Los de derechas, como viven amedrantados porque creen en su inferioridad moral, gobiernan como si fueran de izquierdas: Montoro subió los impuestos de tal manera que los convirtió en confiscatorios. Ni un comunista se hubiera atrevido a tanto. Los políticos de derechas carecen de ideología. No militaron en partidos de izquierdas más por estética que por ética. No obstante, conozco a gente del PP, aquí, en Zamora, que se hubieran nacido y vivido en Andalucía, tendría el carné del PSOE, y si su nacencia hubiese sido en el País Vasco, del PNV. Hay personas que les da igual defender una idea o su contraria. Lo importante es vivir de la res pública y, cuanto más tiempo, mucho mejor, casi del pañal a la mortaja.
Reconozco que los conservadores gestionan mejor el Estado. Pero, durante la administración de las cosas públicas, algunos derivan millones de euros para sus bolsillos. El partido no es el primer beneficiado con la corrupción, sino la persona, el individuo. Hubo socialistas, los hay, en Andalucía -ahí están los célebres ERE- que repartieron la pasta entre sus afines sin miramientos.
Convencido estoy que el PSOE y el resto de partidos de izquierdas necesitan un PP corrupto como chivo expiatorio, con el objetivo de señalarlo como la causa de todos los males de España. Vox no es formación corrupta, pues se la tilda de fascista, cuando su programa económico huye del Estado, al ser liberal. No hay nadie que ame más al Estado que un fascista y un comunista, y que odien más el liberalismo que los hijos de Lenin y Mussolini. Sucede que el liberalismo no existe. Como dijo Goethe, es un sentimiento del alma, algo interior.
Cuando joven, pensé que la izquierda se distinguía de la diestra por un código ético. Después, el felipismo me desveló la verdad. Porque el problema de la gobernanza de esta nación -país para los progres, Estado para el franquismo- consiste en que las políticas económicas de unos y de otros suelen parecerse como una gota de agua del Duero a otra del Tormes. Las diferencias deberían haberles marcado el talante y el talento, la ética y la moral, la teoría y la praxis.
Veamos: Felipe González aplicó políticas impropias de un socialista clásico. Recuerdo: gato blanco o gato gris, lo importante es que cace ratones. Frase copiada de un dirigente chino comunista. Traduzco: da igual la política, la izquierda o la derecha, lo que valora es la gestión. Mejor educación, para todos; sanidad extraordinaria, equidad entre gastos e ingresos, bajar impuestos a las clases medias y trabajadores y que paguen los que más tienen.
Rajoy y su chica, la ínclita Soraya, nombre de mujer del Sha de Persia, nos machacaron a impuestos a la gran mayoría de los ciudadanos, a la mesocracia. El PP transigió con leyes como la de Memoria Histórica (oxímoron) y Aborto. Por lo tanto, no gobernaron para quienes les votaron, un sector amplio de clases medias y burguesía, y algún obrero despistado, sino como su presunto enemigo.
González tampoco gobernó para el pueblo, sino para ejecutar las grandes transformación que el gran capital europeo y useño exigieron para entrar en la U.E. Zapatero gastó dinero como si nos sobrase, con el ridículo Plan E, eso sí, hizo creer a los seguidores socialistas que él era muy de izquierdas, con tener un abuelo republicano -¿Y el otro?-, la Memoria Histórica y el Aborto, propuestas ideológicas, escondían lo que distingue a los partidos de izquierda y derechas, sus políticas económicas.
¿Son de izquierdas partidos que no realizaron profundas reformas agrarias en los dos territorios con mayores latifundios de España, como son Extremadura y Andalucía? ¿Son de izquierdas partidos que gobiernan con el consenso de formaciones racistas como PNV y los catalanes secesionistas?
Un partido es de izquierdas cuando protege a los más desfavorecidos, incluso a la pequeña burguesía, comerciantes, agricultores, autónomos, y se castiga al militante corrupto, ladrón, prevaricador y mentiroso, y la herencia de cada cual que se deje al Estado.
Para ser de izquierdas, como para todo cristiano, hay que cumplir con una serie de mandamientos éticos, predicar con el ejemplo, coherencia con la ideología y las creencias. ¡Ya vale de tanta hipocresía!
De momento, Iglesias ya ha lanzado una advertencia hacia sí mismo, al amenazarnos con que la democracia se encuentra en peligro. Sin duda. Él, y sus cuates son el gravísimo peligro para la democracia española, preñada de imperfecciones, lastrada por tanto independentismo de corte fascista –comunismo patriótico-, por acoger en su seno a formaciones comunistas, prohibidas en Alemania, inexistentes en el resto de Europa. Sí, en efecto, la democracia española, la que acogieron todos, los derrotados y los vencedores, en 1977, se halla en peligro por mor de un presidente, Pedro Sánchez, émulo de Largo Caballero, y un vicepresidente 2º, que lleva en su ADN la dictadura del proletariado. Como bien dijo García-Trevijano, que en paz descanse, Podemos es “la revolución pendiente de la Falange, formación que aplaude las ideas económicas de la formación morada". Más claro…
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