MI VECINA MARISOL
Saliendo de la pandemia
Queridos seguidores de mi vecina Marisol, creo que podemos afirmar que, dadas las circunstancias en las que estamos inmersos, estamos saliendo de la pandemia.
-Pues, ¡vaya novedad!, claro que estamos saliendo de la pandemia, lo dice el presi, lo dice Fernando Simón, lo dice el ministro Illa y lo dice hasta Belén Esteban- apostilla mi vecina, detrás de su mascarilla.
Quiero decir que se van notando los cambios, se acentúan los botellones, se olvidan las mascarillas, se abrazan los “cuñaos” y, sobre todo, vuelve el fútbol. ¡Ya está, ya estamos todos sanos!.
Si Javier Tebas, el capo de la Liga, dice que hay fútbol, pues hay fútbol y todo está superado y se acabaron las contemplaciones. Este inconsciente descerebrado lleva tres meses mirando a otro lado, como si aquí no hubiese pasado nada. ¿Una pandemia?, no señor, será para otros, en el fútbol no hay pandemia. ¿Qué no hay test para los sanitarios?, pues si señor, para los futbolistas, los que haga falta, los paga Tebas y sus “reverendos”, ¡faltaba más!. ¿Qué no se puede dejar entrar al público en los estadios?, nada de eso, Tebas dice que entran y hay que dejar que la gente entre en tropel. ¿Quiénes son esas autoridades sanitarias para llevarle la contraria a Tebas?. Tebas sabe de todo, de economía nacional, incluso internacional, de índices bursátiles, del IBEX 35, de salud, de vacunas, de contagios, de cuarentenas; ¡dicen que hasta sabe de fútbol!. Tebas es un portento. Si, cuando se reanude La Liga, se produce algún repunte del COVID19, Javier Tebas será el primero en hacerse responsable, jajajajaja.
Creo que Marisol está bastante sarcástica después de éstos meses de confinamiento. Marisol y un servidor hemos dejado de vernos por la ventana a la hora de los aplausos de las ocho desde que a los “despanzurradores” de turno se les ocurrió que había que “tocar la cacerola” en los momentos de los aplausos a los sanitarios. Y se “jodió la marrana”, como siempre, los sanitarios se quedaron sin aplausos por culpa de un concierto de olla exprés.
Ahora, mi vecina y yo, ya podemos encontrarnos de nuevo en la escalera o en la calle, con nuestras mascarillas en ristre, pero con muchas ganas de hablar. Han sido casi tres meses duros, en lo personal, en lo público y en lo político, pero sobre todo, en lo sanitario. Parece mentira que nuestros políticos, la mayoría, no hayan estado a la altura de las circunstancias. Ni a la altura, ni a la bajura, no han estado. Es una autentica vergüenza el espectáculo que nos han dado cada vez que estaban frente a una cámara de televisión, bien en el Congreso, bien desde su casa, el que ha respetado el confinamiento, claro, que algunos, ni eso.
Dice mi vecina que el Gobierno no ha estado a la altura de las circunstancias, cierto, pero añade que ningún otro lo habría estado. Ningún gobierno de nuestros alrededores lo ha estado. Han estado más o menos acertados o rápidos, como Portugal o Grecia; otros han estado algo más prevenidos, como Alemania; pero, la mayoría han estado tan despistados como nosotros. Y no digo nada de impresentables como Trump o Bolsonaro o de algún otro “cabezahueca” de los que, por desgracia, abundan por ahí, o de los países de gobiernos totalitaristas, de los que no tenemos ni noticias.
Esta desgraciada pandemia nos ha dejado a todos con las vergüenzas al aire. Lo que ocurre es que algunos han estado trabajando, mejor o peor, es lo que lo que le tocaba, para intentar minimizar daños y otros no han parado ni un momento en atacar con intención de derribar al gobierno. ¿Se imaginan que hubiesen provocado unas elecciones en medio de la pandemia?. ¿Qué querían, votar desde las UCI´s, o desde los tanatorios, o desde los cementerios?. ¿Qué pretendían un gobierno de concentración, de la suya, claro?. No han aportado ni una sola idea para salir se esto lo antes posible, no han ayudado nada, no se han puesto del lado del gobierno para hacer consensos que luego, cuando se han hecho con otros socios “menos adecuados”, ellos mismos han criticado. El perro del hortelano.
La única postura políticamente correcta y consecuente ha sido la de Ciudadanos que, con Inés Arrimadas a la cabeza, ha sabido estar a la altura de lo que debe ser una oposición. Está claro que la mala influencia de Rivera ha impedido una gran coalición después de elecciones de marzo del año pasado, que es lo que debió ocurrir y que nos habría librado de estos gobiernos, más apretados que los tornillos de un submarino, y que nos habría convertido en un país con dos dedos de frente. ¡Qué pena que la señora Arrimadas no sentara sus “reales” mucho antes y se dejara llevar por la célebre “foto de Colón”!. Esperemos que Ciudadanos, una vez que se le ha ido toda caspa seborreica que tenía, asiente sus pies en el suelo y se acuerde de lo que ellos mismos dijeron que querían ser, un partido de centro. Tiempo habrá de comprobarlo, como tiempo habrá de pasarle factura al gobierno por los errores cometidos, que los ha habido.
Pero podemos ir ya sacando alguna conclusión positiva y reveladora de todo lo que ha ocurrido en estos meses. En primer lugar, la estructura sanitaria pública española. Se ha demostrado que tenemos unos profesionales sanitarios de primerísima línea –por algo están bien considerados allá donde han ido a trabajar. Se ha demostrado que tenemos una estructura sanitaria pública escasa y deficiente –por algo nuestros profesionales sanitarios excelentes han tenido que irse. Conclusión fácil, excepto para la derecha recalcitrante, hay que invertir más, mucho más, en la sanidad pública. Tenemos la base, los mimbres y el talento, luego si faltan los medios no hay más que ponerlos.
-¿De dónde?-
-pues de los impuestos, hombre, ¡de dónde va a ser!-.
-¡Vaya, siempre los impuestos!-.
Otra cosa a tener en cuenta, dice mi vecina. Ahora vuelven los escolares a las guarderías, colegios e institutos. Pero vuelven con ciertas prescripciones, de distancias, de horas, de mascarillas, … y eso nos hace recapacitar y llegar a la conclusión de que, para hacerlo bien, hacen falta más centros de enseñanza públicos. Y eso conlleva más profesorado y más presupuesto.
-¿Y, de dónde va a salir todo eso?-.
-¡Coño!, Marisol, de los impuestos.
-¡Hala, otra vez los impuestos!, ¡Vaya derroche!.
-Pues, hay una tercera cosa que me preocupa aún más-, me dice angustiada Marisol. Y se trata de lo ocurrido en las residencias de ancianos. No se puede generalizar ya que, en algunas de estas residencias, ha habido profesionales que se han comportado como verdaderos héroes. En algunas, sus profesionales se encerraron desde el principio y quedaron confinados, junto a los residentes, y han obtenido unos resultados extraordinariamente positivos con unos índices de fallecimientos bajísimos. Pero, por desgracia, en la mayoría de los casos se ha demostrado la carencia de medios, tanto humanos como técnicos, en las residencias públicas, que recordemos son de competencia autonómica, como en las privadas.
En l mayoría de las residencias privadas se han ocultado hasta los datos de las defunciones provocadas por el COVID19. Esto no puede quedar así, tiene que traer consecuencias penales para los responsables. Las residencias de mayores no pueden ser un aparcadero de viejos a los que hay que sacarle rentabilidad empresarial, tienen que ser centros sociosanitarios. Una residencia de la tercera edad, de mayores, de ancianos, o como puñetas queramos llamarlos con tanto eufemismo, no debe ser únicamente una fábrica de hace dinero a toda costa, si no es rentable, no se abre. Pero no se puede escatimar algo tan fundamental como la atención a nuestros mayores. Se les atraca con el precio por estancia mensual y se le racanea en la comida, en la limpieza y en la asistencia. ¿Es eso lo que nos espera a los que ya estamos cerca?.
Y en cuanto a las residencias públicas, de gestión autonómica, hemos sido testigos de irregularidades flagrantes. Hay Comunidades Autónomas, como la de Madrid, que han sido todo un ejemplo de todo lo que no debe hacerse, con el agravante de la negación de la evidencia y el ridículo más espantoso de su responsable, la Señora Ayuso. Si a esto le añadimos algo tan desagradable y espeluznante como la recomendación de la selección de pacientes según la edad, llegamos a una conclusión que nos pone los pelos de punta.
-Esto tiene que tener repercusiones judiciales-, dice Marisol, -espero que la fiscalía actúe rápida y eficazmente y que los responsables de semejante criba acaben con sus huesos en la cárcel-, añade.
Nos despedimos con un saludo de mascarillas prometiéndonos que hablaremos en los próximos días, largo y tendido, de todas estas consecuencias de la pandemia de la que estamos saliendo, no lo olviden mis miles de lectores.
Kebedo.
Queridos seguidores de mi vecina Marisol, creo que podemos afirmar que, dadas las circunstancias en las que estamos inmersos, estamos saliendo de la pandemia.
-Pues, ¡vaya novedad!, claro que estamos saliendo de la pandemia, lo dice el presi, lo dice Fernando Simón, lo dice el ministro Illa y lo dice hasta Belén Esteban- apostilla mi vecina, detrás de su mascarilla.
Quiero decir que se van notando los cambios, se acentúan los botellones, se olvidan las mascarillas, se abrazan los “cuñaos” y, sobre todo, vuelve el fútbol. ¡Ya está, ya estamos todos sanos!.
Si Javier Tebas, el capo de la Liga, dice que hay fútbol, pues hay fútbol y todo está superado y se acabaron las contemplaciones. Este inconsciente descerebrado lleva tres meses mirando a otro lado, como si aquí no hubiese pasado nada. ¿Una pandemia?, no señor, será para otros, en el fútbol no hay pandemia. ¿Qué no hay test para los sanitarios?, pues si señor, para los futbolistas, los que haga falta, los paga Tebas y sus “reverendos”, ¡faltaba más!. ¿Qué no se puede dejar entrar al público en los estadios?, nada de eso, Tebas dice que entran y hay que dejar que la gente entre en tropel. ¿Quiénes son esas autoridades sanitarias para llevarle la contraria a Tebas?. Tebas sabe de todo, de economía nacional, incluso internacional, de índices bursátiles, del IBEX 35, de salud, de vacunas, de contagios, de cuarentenas; ¡dicen que hasta sabe de fútbol!. Tebas es un portento. Si, cuando se reanude La Liga, se produce algún repunte del COVID19, Javier Tebas será el primero en hacerse responsable, jajajajaja.
Creo que Marisol está bastante sarcástica después de éstos meses de confinamiento. Marisol y un servidor hemos dejado de vernos por la ventana a la hora de los aplausos de las ocho desde que a los “despanzurradores” de turno se les ocurrió que había que “tocar la cacerola” en los momentos de los aplausos a los sanitarios. Y se “jodió la marrana”, como siempre, los sanitarios se quedaron sin aplausos por culpa de un concierto de olla exprés.
Ahora, mi vecina y yo, ya podemos encontrarnos de nuevo en la escalera o en la calle, con nuestras mascarillas en ristre, pero con muchas ganas de hablar. Han sido casi tres meses duros, en lo personal, en lo público y en lo político, pero sobre todo, en lo sanitario. Parece mentira que nuestros políticos, la mayoría, no hayan estado a la altura de las circunstancias. Ni a la altura, ni a la bajura, no han estado. Es una autentica vergüenza el espectáculo que nos han dado cada vez que estaban frente a una cámara de televisión, bien en el Congreso, bien desde su casa, el que ha respetado el confinamiento, claro, que algunos, ni eso.
Dice mi vecina que el Gobierno no ha estado a la altura de las circunstancias, cierto, pero añade que ningún otro lo habría estado. Ningún gobierno de nuestros alrededores lo ha estado. Han estado más o menos acertados o rápidos, como Portugal o Grecia; otros han estado algo más prevenidos, como Alemania; pero, la mayoría han estado tan despistados como nosotros. Y no digo nada de impresentables como Trump o Bolsonaro o de algún otro “cabezahueca” de los que, por desgracia, abundan por ahí, o de los países de gobiernos totalitaristas, de los que no tenemos ni noticias.
Esta desgraciada pandemia nos ha dejado a todos con las vergüenzas al aire. Lo que ocurre es que algunos han estado trabajando, mejor o peor, es lo que lo que le tocaba, para intentar minimizar daños y otros no han parado ni un momento en atacar con intención de derribar al gobierno. ¿Se imaginan que hubiesen provocado unas elecciones en medio de la pandemia?. ¿Qué querían, votar desde las UCI´s, o desde los tanatorios, o desde los cementerios?. ¿Qué pretendían un gobierno de concentración, de la suya, claro?. No han aportado ni una sola idea para salir se esto lo antes posible, no han ayudado nada, no se han puesto del lado del gobierno para hacer consensos que luego, cuando se han hecho con otros socios “menos adecuados”, ellos mismos han criticado. El perro del hortelano.
La única postura políticamente correcta y consecuente ha sido la de Ciudadanos que, con Inés Arrimadas a la cabeza, ha sabido estar a la altura de lo que debe ser una oposición. Está claro que la mala influencia de Rivera ha impedido una gran coalición después de elecciones de marzo del año pasado, que es lo que debió ocurrir y que nos habría librado de estos gobiernos, más apretados que los tornillos de un submarino, y que nos habría convertido en un país con dos dedos de frente. ¡Qué pena que la señora Arrimadas no sentara sus “reales” mucho antes y se dejara llevar por la célebre “foto de Colón”!. Esperemos que Ciudadanos, una vez que se le ha ido toda caspa seborreica que tenía, asiente sus pies en el suelo y se acuerde de lo que ellos mismos dijeron que querían ser, un partido de centro. Tiempo habrá de comprobarlo, como tiempo habrá de pasarle factura al gobierno por los errores cometidos, que los ha habido.
Pero podemos ir ya sacando alguna conclusión positiva y reveladora de todo lo que ha ocurrido en estos meses. En primer lugar, la estructura sanitaria pública española. Se ha demostrado que tenemos unos profesionales sanitarios de primerísima línea –por algo están bien considerados allá donde han ido a trabajar. Se ha demostrado que tenemos una estructura sanitaria pública escasa y deficiente –por algo nuestros profesionales sanitarios excelentes han tenido que irse. Conclusión fácil, excepto para la derecha recalcitrante, hay que invertir más, mucho más, en la sanidad pública. Tenemos la base, los mimbres y el talento, luego si faltan los medios no hay más que ponerlos.
-¿De dónde?-
-pues de los impuestos, hombre, ¡de dónde va a ser!-.
-¡Vaya, siempre los impuestos!-.
Otra cosa a tener en cuenta, dice mi vecina. Ahora vuelven los escolares a las guarderías, colegios e institutos. Pero vuelven con ciertas prescripciones, de distancias, de horas, de mascarillas, … y eso nos hace recapacitar y llegar a la conclusión de que, para hacerlo bien, hacen falta más centros de enseñanza públicos. Y eso conlleva más profesorado y más presupuesto.
-¿Y, de dónde va a salir todo eso?-.
-¡Coño!, Marisol, de los impuestos.
-¡Hala, otra vez los impuestos!, ¡Vaya derroche!.
-Pues, hay una tercera cosa que me preocupa aún más-, me dice angustiada Marisol. Y se trata de lo ocurrido en las residencias de ancianos. No se puede generalizar ya que, en algunas de estas residencias, ha habido profesionales que se han comportado como verdaderos héroes. En algunas, sus profesionales se encerraron desde el principio y quedaron confinados, junto a los residentes, y han obtenido unos resultados extraordinariamente positivos con unos índices de fallecimientos bajísimos. Pero, por desgracia, en la mayoría de los casos se ha demostrado la carencia de medios, tanto humanos como técnicos, en las residencias públicas, que recordemos son de competencia autonómica, como en las privadas.
En l mayoría de las residencias privadas se han ocultado hasta los datos de las defunciones provocadas por el COVID19. Esto no puede quedar así, tiene que traer consecuencias penales para los responsables. Las residencias de mayores no pueden ser un aparcadero de viejos a los que hay que sacarle rentabilidad empresarial, tienen que ser centros sociosanitarios. Una residencia de la tercera edad, de mayores, de ancianos, o como puñetas queramos llamarlos con tanto eufemismo, no debe ser únicamente una fábrica de hace dinero a toda costa, si no es rentable, no se abre. Pero no se puede escatimar algo tan fundamental como la atención a nuestros mayores. Se les atraca con el precio por estancia mensual y se le racanea en la comida, en la limpieza y en la asistencia. ¿Es eso lo que nos espera a los que ya estamos cerca?.
Y en cuanto a las residencias públicas, de gestión autonómica, hemos sido testigos de irregularidades flagrantes. Hay Comunidades Autónomas, como la de Madrid, que han sido todo un ejemplo de todo lo que no debe hacerse, con el agravante de la negación de la evidencia y el ridículo más espantoso de su responsable, la Señora Ayuso. Si a esto le añadimos algo tan desagradable y espeluznante como la recomendación de la selección de pacientes según la edad, llegamos a una conclusión que nos pone los pelos de punta.
-Esto tiene que tener repercusiones judiciales-, dice Marisol, -espero que la fiscalía actúe rápida y eficazmente y que los responsables de semejante criba acaben con sus huesos en la cárcel-, añade.
Nos despedimos con un saludo de mascarillas prometiéndonos que hablaremos en los próximos días, largo y tendido, de todas estas consecuencias de la pandemia de la que estamos saliendo, no lo olviden mis miles de lectores.
Kebedo.
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