Jueves, 25 de Septiembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Lunes, 08 de Junio de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

Los ojos, ese espejo inesperado

[Img #40239]Te miro, me miras, como miramos todo a nuestro alrededor. Escrutamos hasta el más mínimo detalle de cuanto nos rodea sin percibir una mierda. No percibimos nada. No nos fijamos, no posamos nuestros ojos en los ojos del “otro”. Así nos va en esta sociedad de la individualidad por encima del colectivismo, en la sociedad del “yo, primero, tú, después”. Así nos va, y así nos ha ido, y me temo que nos irá.

Creo que no hace falta que haga referencia a nada acontecido en estos meses recientes para caer en la cuenta de que somos viles, somos ruines. Somos humanos. Animales a los que se supone un raciocinio que algunos no tienen cuando es necesario demostrarlo. Pero, tristemente, nos estamos acostumbrando a estar por debajo de la media de la moralidad y la ética personales medianamente dignas. Casi nos creemos todo, nos conformamos con todo y, “a la chita callando” vamos tirando del carro de la vida, monótona, átona incluso, hasta que se nos llevan; bien por vejez, por enfermedad o por una pandemia como esta con la que nos ha tocado compartir mesa, mantel y hasta la cama.

No estamos acostumbrados a la sinceridad, porque la sinceridad y las palabras que salen de dentro de tus entrañas, duelen. Y claro, evitamos contacto alguno con todo aquello que nos produzca un dolor que no sabremos si soportaremos. Nos apartamos, nos ponemos una mascarilla ocular que lleva decenios entre nosotros. Ahora llevamos mascarillas físicas, para protegernos la boca y la nariz de los contagios. Es un virus, tenemos que ser higiénicos y responsables, que no lo somos una vez perdido el pánico, porque el mundo, fuera del nuestro, nos importa menos que una mierda. Somos tan estúpidos que nos jugamos el tipo y el de los demás sin ser capaces de meternos en la jodida cabeza que hay gente que, si lo hacemos mal, MUERE. Somos nuestros ejecutores. Pensadlo. Pensadlo por dios.

Pero no hay mascarillas para las miradas, aunque éstas sean de soslayo. No hay protección para unos ojos que delatan y que dicen sin abrir la boca la verdad que inunda y desborda su ser. Hay ojos que piden auxilio, otros que piden cariño y afecto, cercanía. Hay ojos que piden sexo y se derraman en sí mismos. Algunos ojos piden clemencia y otros, tiempo extra. Hasta he visto ojos que piden a gritos, a gritos sordos, que los dejes en paz de una vez, que no te necesitan y que les estorbas. Y es entonces cuando te vas y los tuyos, tus ojos, esos que te miran por dentro y a los que evitas frente al espejo, no se reflejan ya en ningún cristal, porque se quedaron opacos.

Como los ojos de los ciegos, de los que padecen degeneración macular. Esos ojos con las pupilas azuladas o blanquecinas, que ya no ven más que la nada. Un túnel infinito donde no te espera nadie al final para llevarte de la mano hacia ninguna parte. Vamos a mirarnos más, ahora que no podemos tocarnos ni acariciarnos tanto como antes. Vamos a asumir en palabras y frases completas lo que los ojos de los que queremos o apreciamos nos dicen. Tenemos que hacerlo. Párate. Mira. Mira a los ojos. Escucha su clamor.

Nélida L. del Estal Sastre

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.53

Todavía no hay comentarios

Quizás también te interese...

El Día de Zamora

Ir al contenido
Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.