REPÚBLICO
Lo patético y lo ético en la España de la pandemia económica
“La patética ha asfixiado la Ética entregándola a los demagogos, que han sido los destructores de todas las civilizaciones y los grandes fabricantes de barbarie”. La reflexión corresponde a Ortega y Gasset, el gran filósofo español del siglo XX, uno de los hombres que contribuyó a la llegada de la II República, de la que dijo, ocho meses después de proclamarse, aquello de ue “no esto, no es esto”, tras aprobar una Constitución que condenaba a la mitad de los españoles a perder sus derechos.
Unidas Podemos es una formación patética, que es esdrújula, como también lo son anacrónica y ridícula. Ahora, su líder, al que yo creía el Prometeo de la democracia antes de traicionarse a sí mismo y a la gente que le votamos en su momento, cuando tenía fe, manda en el Gobierno de Sánchez, un político que marida con todo quisque, sean hermanos, hijos y protagonistas del terrorismo, como Bildu; etnicistas de extrema derecha, como PNV y los golpistas de Puigdemont y Torra, o el partido socialfascista ERC o lo que queda de Ciudadanos, otra formación que me encandiló en su génesis, para defraudarme después.
He escrito, en innumerables ocasiones, que hay gente de izquierdas que no sabe que es muy conservadora. Es una izquierda reaccionaria, jamás progresista. ¿Cuándo lo fue? La Alemania capitalista alcanzó un desarrollo descomunal para liderar la economía europea; mientras, la Alemania comunista se hundió en la miseria, en la persecución, en la dictadura, en el asesinato de la verdad. He ahí la evidencia de la historia. Incluso construyeron un muro para que nadie abandonase el paraíso. No se conoce un solo caso de alemán occidental que se saltase esa pared de la vergüenza para irse a vivir en la Alemania gris, paupérrima, envilecida por la ideología más perniciosa en la historia de la Humanidad.
Ahora, si el lector busca comportamientos éticos en la política, a derecha o izquierda, no lo hallará. Lo patético sepultó a lo ético. España es su paradigma mundial. Desde el felipismo, pasando por el aznarismo –recuerdo el Caso Zamora y antes la compra de un diputado socialista por empresarios cercanos al PP-; las dos legislaturas de grotesco Zapatero, generador de casi todos los males del Estado; más los ejecutivos de Rajoy y el bolso de Sáenz de Santamaría, para desembocar en Sánchez y el neocomunismo han empuajado a la nación más antigua de Europa a hacia la cloaca de la política, con múltiples casos de corrupción de todos los partidos políticos, con cumbres tan “patéticas” como la de los EREs en Andalucía, con protagonismo único del PSOE, silenciado, en lo que se pudo, por los medios de comunicación afines, y el pujolismo, la honorable depravación catalana, la que lleva más de dos siglos parasitando al resto del país, la que sacó máximos beneficios de todos los gobiernos nacionales desde el siglo XIX hasta la fecha. Todos los partidos robaron y robarán. Y después pedirán el voto. Y abrirán los rediles para que los españoles lanares reproduzcan el engaño electoral. Y se sacarán sus vergüenzas, sus patéticos “tú más que yo” durante las campañas
Han sido tantas décadas cabalgando sobre el corcel de la mentira, navegando en el barco de estulticia, predicada por una gran mayoría de la prensa nacional, cómplice necesario de los políticos; viajando en el tren del alelamiento y el autobús de la estolidez que nos llevado a esta monarquía republicana, a la derrota total de la verdad por la mentira, al Gobierno de la propaganda y a la revolución pendiente de la Falange, liderada por Pablo Iglesias, como bien analizase el republicano más lígrimo que pasó por mi vida intelectual: Antonio García-Trevijano. No va más. España se hunde. Otra caña con pincho de tortilla. Una cerveza si lúpulo y una tortilla sin huevo. ¡Qué más da si el pueblo no sabe lo que pasa ni lo que ocurre! El silencio de los corderos.
Eugenio-Jesús de Ávila
“La patética ha asfixiado la Ética entregándola a los demagogos, que han sido los destructores de todas las civilizaciones y los grandes fabricantes de barbarie”. La reflexión corresponde a Ortega y Gasset, el gran filósofo español del siglo XX, uno de los hombres que contribuyó a la llegada de la II República, de la que dijo, ocho meses después de proclamarse, aquello de ue “no esto, no es esto”, tras aprobar una Constitución que condenaba a la mitad de los españoles a perder sus derechos.
Unidas Podemos es una formación patética, que es esdrújula, como también lo son anacrónica y ridícula. Ahora, su líder, al que yo creía el Prometeo de la democracia antes de traicionarse a sí mismo y a la gente que le votamos en su momento, cuando tenía fe, manda en el Gobierno de Sánchez, un político que marida con todo quisque, sean hermanos, hijos y protagonistas del terrorismo, como Bildu; etnicistas de extrema derecha, como PNV y los golpistas de Puigdemont y Torra, o el partido socialfascista ERC o lo que queda de Ciudadanos, otra formación que me encandiló en su génesis, para defraudarme después.
He escrito, en innumerables ocasiones, que hay gente de izquierdas que no sabe que es muy conservadora. Es una izquierda reaccionaria, jamás progresista. ¿Cuándo lo fue? La Alemania capitalista alcanzó un desarrollo descomunal para liderar la economía europea; mientras, la Alemania comunista se hundió en la miseria, en la persecución, en la dictadura, en el asesinato de la verdad. He ahí la evidencia de la historia. Incluso construyeron un muro para que nadie abandonase el paraíso. No se conoce un solo caso de alemán occidental que se saltase esa pared de la vergüenza para irse a vivir en la Alemania gris, paupérrima, envilecida por la ideología más perniciosa en la historia de la Humanidad.
Ahora, si el lector busca comportamientos éticos en la política, a derecha o izquierda, no lo hallará. Lo patético sepultó a lo ético. España es su paradigma mundial. Desde el felipismo, pasando por el aznarismo –recuerdo el Caso Zamora y antes la compra de un diputado socialista por empresarios cercanos al PP-; las dos legislaturas de grotesco Zapatero, generador de casi todos los males del Estado; más los ejecutivos de Rajoy y el bolso de Sáenz de Santamaría, para desembocar en Sánchez y el neocomunismo han empuajado a la nación más antigua de Europa a hacia la cloaca de la política, con múltiples casos de corrupción de todos los partidos políticos, con cumbres tan “patéticas” como la de los EREs en Andalucía, con protagonismo único del PSOE, silenciado, en lo que se pudo, por los medios de comunicación afines, y el pujolismo, la honorable depravación catalana, la que lleva más de dos siglos parasitando al resto del país, la que sacó máximos beneficios de todos los gobiernos nacionales desde el siglo XIX hasta la fecha. Todos los partidos robaron y robarán. Y después pedirán el voto. Y abrirán los rediles para que los españoles lanares reproduzcan el engaño electoral. Y se sacarán sus vergüenzas, sus patéticos “tú más que yo” durante las campañas
Han sido tantas décadas cabalgando sobre el corcel de la mentira, navegando en el barco de estulticia, predicada por una gran mayoría de la prensa nacional, cómplice necesario de los políticos; viajando en el tren del alelamiento y el autobús de la estolidez que nos llevado a esta monarquía republicana, a la derrota total de la verdad por la mentira, al Gobierno de la propaganda y a la revolución pendiente de la Falange, liderada por Pablo Iglesias, como bien analizase el republicano más lígrimo que pasó por mi vida intelectual: Antonio García-Trevijano. No va más. España se hunde. Otra caña con pincho de tortilla. Una cerveza si lúpulo y una tortilla sin huevo. ¡Qué más da si el pueblo no sabe lo que pasa ni lo que ocurre! El silencio de los corderos.
Eugenio-Jesús de Ávila
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.164