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Redacción
Miércoles, 17 de Junio de 2020
OPINIÓN

Sed hermanos... pero no primos

Óscar de Prada López

[Img #40611]Recientemente pude leer un tweet pelín simplista, uno que podría haber firmado cualquier progre. El texto en cuestión era el siguiente: “El comunismo no te dice que tengas que deshacerte de todos tus bienes y vivir en pobreza. Eso lo dice la Iglesia y se supone que es en lo que creéis muchísimos fachas. Lo digo para la próxima vez que vengáis con la tontada de que fulanito es comunista y tiene un móvil”. Al primer vistazo, observe su presunta intención didáctica por medio de la ofensa gratuita y la desinformación barata. Identificar y equiparar al cristiano con el facha tiene mandanga, aún más dar por hecho lo que de oídas se recibe. Pero nada hay tan malo que no se pueda aprender algo de él; en ese sentido, no sé si saldremos más fuertes y unidos cuando se vayan Sánchez e Iglesias pero sí -ojalá- más instruidos y desengañados.

 

Vayamos por partes, que diría Jack el Destripador. El comunismo no dice que debas vender tus bienes y vivir en pobreza. Funciona así al imponerte tales circunstancias en aras del bienestar colectivo y sacrificar el propio: vida austera, industrialización, planes quinquenales, estajanovismo, autosuficiencia, autarquía... Esa adicción al trabajo no suena propia de nuestra idiosincrasia, tan dada a la picaresca como a la hipermnesia o exaltación constante de la memoria para ciertos temas. Tras la revolución rusa de 1917, dudo que los bolcheviques permitieran a sus paisanos burgueses elegir. ¿Qué preferirían: ser despojados de cuanto tuvieran, siendo ejecutados luego? ¿O irse con una mano delante y otra atrás, con suerte, camino del exilio? Los hubo previsores, otros no tanto. Que no te prevengan de cómo funciona no significa que no acabes sufriendo sus consecuencias. A buen entendedor, una imagen del casco urbano de La Habana actual vale más que mil palabras. Pero nadie escarmienta en cabeza ajena, pese a lo que se ve y se oye.

 

Pasemos a lo segundo. La pobreza puede ser un voto o promesa que distingue al religioso del laico, dentro de una confesión de fe. Consiste en un propósito de vida, una decisión individual que uno mismo puede y debe tomar con libertad, sin ser extensible al resto. Sin presión ajena ni imposiciones demagógicas ni intereses ocultos, principal diferencia con la penuria forzosa colectiva del sistema comunista. Nunca me han obligado a vestir como un mendigo, comer de la basura, no invertir en mis estudios o pagar una mensualidad para ser cristiano. A este respecto hay órdenes mendicantes y llevan siglos existiendo, como los franciscanos o los agustinos. Si no fueran auténticas, ni buenas, ni útiles en su proceder, ¿cómo justificar que perduren desde hace tanto tiempo? Pueden parecer una vía idónea para huir hacia delante pero no es fácil renunciar a los bienes (en especial los presentes) y ponerlos voluntariamente a disposición de la comunidad. Hay que ser muy rico de alma para despojarse de los bienes materiales, ganarse el cielo conlleva perder lo terreno. Quien lo probó, lo sabe. En algún momento toca trillar el grano para separarlo de la cizaña. Y no todo vale ni todos valen para tal tarea.

 

En cuanto a lo tercero, una idea fundamental del régimen marxista es la abolición de la propiedad privada. ¿Por qué es una tontería señalar que el ministro de Consumo tiene móvil si éste es un bien de consumo propio mientras él se define como comunista y a mucha honra? ¿O, como prófugo del Telón de Acero, piensa: “Es mi dinero y hago lo que quiero”? No parece muy honroso pertenecer a un movimiento con millones de muertos a sus espaldas, abanderando otra vez la hiprogresía de acción y pensamiento. La Humanidad se desprestigia sola con su historial de conflictos, injusticias y barbaries. El comunismo no es una excepción a dicha dinámica, más bien una constante que la fundamenta. No deja de sorprender cómo hay versos del Siglo de Oro que vienen pintiparados para esto: “(…) ¿Quién siendo tan cristiana tiene la cara de hereje? ¿Quién hace que al hombre aqueje el desprecio y la tristeza? (…) Pues amarga la verdad quiero echarla de la boca y si al alma su hiel toca esconderla es necedad. Sépase, pues libertad ha engendrado en mí pereza la pobreza, la pobreza”.

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