El día que me ames

 No es un día completo si no hablo contigo, si no me tocas con tus dedos, si no me hablas con esa voz ronca, pero suave y agradable al mismo tiempo al oído. No es un día completo si no me dices que me amas, porque amar es superior en magnitud, es querer y desear a la vez, dos en uno, como si fuese algo místico. Es intangible porque no tiene medida, porque no lo quiero medir de tan grande y tremendo como es. Porque te amo, te quiero y te deseo y porque amar es lo más grande que se le puede decir a alguien

. Hace tiempo no lo sabía, quizá lo intuía o lo sospechaba, pero la necesidad hace que se agudicen los sentidos, los cinco que se supone que tenemos de serie. Pero creo que existe alguno más, no sé, a eso le dedicaré otro escrito algún día en el que ese sexto sentido se me presente oficialmente y me bese la mano. Me diga, “aquí estoy y tenías razón, existo”.

El día que me ames será una fiesta, llena de rosas, azahar y vino. Llena de amor del bueno, con calidad superior y carácter de permanencia. Será un “para siempre”, un “porque yo lo valgo”, será magia y piel contra piel. Si me quieres, dímelo, demuéstralo, difúndelo. Que lo sepa todo el mundo. Que eres mío, que soy tuya, pero que el amor no es una propiedad porque somos libres aunque hemos elegido amarnos. ¡Qué demonios! Lo hemos elegido, nadie nos obligó. El día que me quieras o me ames, será mi día. Lo marcaré en el calendario de los días importantes, porque te amo. ç

Y no hace falta que diga ni una sola palabra más porque tengo miedo de estropear algo perfecto. Si me amas, te amo. Si me quieres, te quiero. Si me deseas, te deseo. Si son las tres cosas juntas, ya somos seres superiores en este mundo de lo inmediato y del amor barato de medio pelo. Pero tú y yo estamos por encima de la media. ¿Me amas?

Nélida L. del Estal Sastre