POR DERECHO
Mirar con otros ojos
Jeremy Rifkin, es un sociólogo y activista americano que lleva años promoviendo una transformación del sistema basado en el petróleo hacia la búsqueda de modelos sostenibles. Tras su alternativa de cambio, subyace la idea de garantizar la pervivencia del planeta y con ella, la de la especie humana. No parece tarea fácil escribir alrededor de una veintena de libros sobre el equilibrio tierra y ser humano. El autor plantea que todo lo que nos está pasando, en términos de pandemia y desastres naturales, no dejan de ser llamadas al cambio para evitar que la naturaleza humana acabe extinguiéndose. En este sentido, trata de sensibilizarnos de manera muy gráfica, indicando que estamos usando una tierra y media, cuando solo tenemos una.
Traigo a colación a este sociólogo imaginándome que reflexión haría, de conocer el proyecto de Barcial de Barco y cómo lo valoraría desde el prisma de una economía no contaminante. Supongo que las autoridades europeas han podido comprobar que se trata de un proyecto de libro e idílico para nuestra Zamora, por cuanto se trata de un plan empresarial en el que convergen cuestiones transversales de gran calado. Por un lado, la investigación, desarrollo e innovación, por otro, la creación de empleo directo vinculado al sector secundario; por otro, la esperanzada tendencia a revertir la pirámide poblacional, por otro, la garantizada alternancia en los cultivos; por otro, la plasmación de la glocalización en nuestra tierra.
Este proyecto permitirá que exista un compromiso real para frenar el desierto demográfico en el que vivimos. Pero no es solamente esto; es mucho más. Se trata de un emprendimiento que nos obliga a mirar con otros ojos, los ojos claros de los Hunza. Esos ojos únicos, entre verdes y azules que tienen los que nacieron en ese valle al que llaman el reino perdido de Los Himalayas. Se trata de abrirnos a una nueva realidad no solo económica, sino también social, hasta el punto de llegar a ser un revulsivo para acometer otros proyectos futuros, dándole la espalda a la procrastinación.
El desarrollo de este proyecto empresarial implicará, tanto al sector privado, como al entramado de Administraciones Públicas con competencias en la materia, que tengan que remangarse en el sentido más amplio del término. Se plasmará lo de pensar globalmente pero actuando localmente y permitirá por primera vez en muchísimos años que los zamoranos puedan vivir en su propia tierra evitando la hemorragia migratoria.
Espero que todos estemos apoyando este proyecto con la delicadeza y seriedad que exige, como si de un recién nacido se tratase; un bebe que precisa de todos los cuidados para hacer de él, un adulto sano y fuerte.
Nos jugamos nuestro futuro. Vislumbro con la mirada serena de los Hunza que este proyecto bien pudiera ser el punto de inflexión de nuestra Zamora vaciada. Miradas verdes de esperanza y miradas azules cielo de encontrarnos en sintonía con la naturaleza. Las miradas despejadas de los Hunza....
Lorena Hernández del Río
Jeremy Rifkin, es un sociólogo y activista americano que lleva años promoviendo una transformación del sistema basado en el petróleo hacia la búsqueda de modelos sostenibles. Tras su alternativa de cambio, subyace la idea de garantizar la pervivencia del planeta y con ella, la de la especie humana. No parece tarea fácil escribir alrededor de una veintena de libros sobre el equilibrio tierra y ser humano. El autor plantea que todo lo que nos está pasando, en términos de pandemia y desastres naturales, no dejan de ser llamadas al cambio para evitar que la naturaleza humana acabe extinguiéndose. En este sentido, trata de sensibilizarnos de manera muy gráfica, indicando que estamos usando una tierra y media, cuando solo tenemos una.
Traigo a colación a este sociólogo imaginándome que reflexión haría, de conocer el proyecto de Barcial de Barco y cómo lo valoraría desde el prisma de una economía no contaminante. Supongo que las autoridades europeas han podido comprobar que se trata de un proyecto de libro e idílico para nuestra Zamora, por cuanto se trata de un plan empresarial en el que convergen cuestiones transversales de gran calado. Por un lado, la investigación, desarrollo e innovación, por otro, la creación de empleo directo vinculado al sector secundario; por otro, la esperanzada tendencia a revertir la pirámide poblacional, por otro, la garantizada alternancia en los cultivos; por otro, la plasmación de la glocalización en nuestra tierra.
Este proyecto permitirá que exista un compromiso real para frenar el desierto demográfico en el que vivimos. Pero no es solamente esto; es mucho más. Se trata de un emprendimiento que nos obliga a mirar con otros ojos, los ojos claros de los Hunza. Esos ojos únicos, entre verdes y azules que tienen los que nacieron en ese valle al que llaman el reino perdido de Los Himalayas. Se trata de abrirnos a una nueva realidad no solo económica, sino también social, hasta el punto de llegar a ser un revulsivo para acometer otros proyectos futuros, dándole la espalda a la procrastinación.
El desarrollo de este proyecto empresarial implicará, tanto al sector privado, como al entramado de Administraciones Públicas con competencias en la materia, que tengan que remangarse en el sentido más amplio del término. Se plasmará lo de pensar globalmente pero actuando localmente y permitirá por primera vez en muchísimos años que los zamoranos puedan vivir en su propia tierra evitando la hemorragia migratoria.
Espero que todos estemos apoyando este proyecto con la delicadeza y seriedad que exige, como si de un recién nacido se tratase; un bebe que precisa de todos los cuidados para hacer de él, un adulto sano y fuerte.
Nos jugamos nuestro futuro. Vislumbro con la mirada serena de los Hunza que este proyecto bien pudiera ser el punto de inflexión de nuestra Zamora vaciada. Miradas verdes de esperanza y miradas azules cielo de encontrarnos en sintonía con la naturaleza. Las miradas despejadas de los Hunza....
Lorena Hernández del Río


















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