Martes, 23 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Miércoles, 01 de Julio de 2020
REPÚBLICO

Zamora: donde la religión derrotó a la razón

[Img #41095]El observador de la realidad zamorana advertirá que en nuestra tierra toda festividad gira en torno a la religión, muy propio de una sociedad precapitalista, retrasada, sumida en el pretérito. Desde la Semana Santa, nuestra fiesta mayor, la que concita más debate, más polémicas, más problemas, pasando por la festividad de la Virgen de la Concha que, curiosamente, no se considera la fiesta de la ciudad; más la Romería de la Hiniesta, pasando por la Virgen del Tránsito, cuya sandalia fue adorada en la tarde de ayer, viernes, 16 de agosto de 2019. Sí, he colocado la fecha para que caigamos en la cuenta de que ya han transcurrido 19 años del siglo XXI. Con razón afirmaba Malraux, que esta centuria sería religiosa o no sería. En fin.

En nuestra provincia, también sucede como en la capital, pues no se olvide que esta ciudad se ha construido, principalmente, con gente que dejó pueblos para trasladarse a las riberas del Duero. Resulta muy complicado encontrar un zamorano que no tenga antecedentes familiares en localidades de la provincia. Casi todos. En mi caso me tocaría remontarme hasta mi tatarabuelo materno, de la Tierra de Alba.

Como sabemos, fe es creer en lo que no se ve. Los zamoranos han visto cómo en el siglo pasado y con mayor énfasis desde la década de los ochenta hasta este año 2019, la actividad económica ha ido decreciendo y la despoblación, por ende, aumentando. Durante tantos años, justos los de la democracia, aquí se ha creído que los políticos podían con todo y que sus decisiones había que ponderarlas, valorarlas y nunca criticarlas. El PP ha dominado la vida de esta provincia casi desde el inicio de los ayuntamientos democráticos. El PP ha sido el partido hegemónico durante décadas, pese a múltiples escándalos como el de la compra de Antorrena, diputado socialista, con dinero de empresarios de obras públicas, hasta el Caso Zamora, la moción de censura a J.Antolín Martín por cumplir con la ley y negarse a dar las obras pública a dedo. Punto.

El zamorano, derivado del concepto religioso de su vida, tenía fe en los políticos, como nuevos dioses contemporáneos. No dudaba de que las directrices que aplicaban en la provincia fueran positivas. Fe, reitero, es creer en lo que no se palpa. Nuestra gente no tocaba nada, no veía nada, solo creía. Y ahora nos encontramos con una tierra depauperada, anciana, olvidada, mancillada, casi muerta, porque, cuando los jóvenes se van, algo se muere: la capacidad de progreso, de crear familias, célula esencial de cualquier sociedad, menos las totalitarias, comunistas y fascistas, donde el Estado el padre, madre y la única familia. Así les fue y les va yendo a los totalitarios socialfascistas y comunistoides.

Como en Zamora nunca se ha aplicado la razón a los asuntos de la res pública, salvo excepciones que no harían otra cosa que confirmar la regla, ahora nos encontramos, como provincia y como ciudad, al borde del abismo económico y demográfico. Se podría haber solucionado con la Biorrefinería de Barcial del Barco, pero Pucela, la Junta, en tiempos de Villanueva, colocó zancadillas en la idea del ingeniero zamorano Vicente Merino. Sostengo que si su proyecto hubiera ido a parar a alguna comarca de Valladolid no habría puesto el ya fallecido consejero eterno del ejecutivo autonómico tantas pegas.

Y, además, de ese proyecto industrial, al que tampoco los socialistas prestaron mucha atención, nos queda que Monte La Reina sea una realidad, que el Ejército español se asiente en esos terrenos que son propiedad de Defensa, para que entre 1.400, en principio, y 3.000, en el futuro, militares venga a vivir a Zamora. Pero si se sigue sin formar gobierno de la nación, hacer de esa magnífica un hecho, de ese deseo de tantos zamoranos una realidad, se retrasaría, y es posible, incluso, que otro JEMAD considerase otra zona de la geografía española más interesante para el Ejército. Y si Monte La Reina se pierde, Zamora entrará en coma. Mientras no se sabe nada del interés de nuestros políticos en este proyecto militar.

Zamora, como digo, sigue siendo una provincia y una ciudad muy religiosa. Aquí, no se aplica la razón; diría más, incluso se la persigue. Al que piensa se le castiga. Me sucedió. Diez años condenado a no poder escribir ni las letras vocales. ¿Sigo?

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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