Zamora no es una provincia normal

Zamora jamás entrará en eso que el Gobierno socialcomunista ha bautizado como nueva normalidad, porque esta provincia nunca fue una tierra normal. Digamos que anormal. ¡Ojo! No digo subnormal como insulto racista, mental, clasista. Pero deberíamos concluir en que esta tierra nuestra nunca forma parte de la normalidad ni de Castilla y León, ni de España.

Para que Zamora entrase en la “nueva” normalidad el ejecutivo de Pedro y Pablo, dos santos varones, debería realizar inversiones extraordinarias en esta provincia, con el objetivo de normalizarnos, y acercarnos, en una década, por poner un tiempo, a las provincias más avanzadas de esta autonomía que carece de sentido histórico, geográfico y político.

Yo le pediría al Gobierno de los pobres y de los humildes, de la gente sencilla y explotada, que recuperara Monte la Reina como espacio militar. A su vez, que transformara, de una puta vez, porque tanto el PP como el PSOE llevan jugando con este infraestructura desde ha tiempo, en autovía la nacional entre Zamora y la frontera lusa. Va siendo hora de trabajar, de dejar de mentir, de jugar con la pelota entre políticos. ¡Ya estamos hartos de que se acusen unos a otros de su incapacidad para gestionar el dinero público!

Exigiría a Adif que depende del ejecutivo que más sufre con tanto parados, con tantísima gente sin una labor, con millones de niños españoles que pasan hambre, que ceda al Ayuntamiento de Zamora los terrenos de la Estación de Ferrocarril, que Guarido le daría vida en poco tiempo para asentar industrias importantes y con tecnología avanzada. El alcalde de Zamora, como si se tratase del Nazareno, multiplica los euros.

Y no me olvido de la Biorrefinería de Barcial del Barco. Como la ministra de Transición Ecológica le encanta eso de la Energía Verde, entiendo que Vicente Merino recibirá todo tipo de ayudas, no ya económicas, porque el ingeniero zamorano y leonés ya cuenta con ellas, sino burocráticas para que la construcción de la factoría concluya en tiempo, no haya retrasos y en dos años y medio produzca bioetanol y piensos y los agricultores zamoranos salgan beneficiados con la venta de sus materias primas.

Tampoco la prensa local, que casi toda es foránea, sin capital zamorano, tanto digitales, como la de papel y televisión, con El Día de Zamora como excepción que confirma la regla, como único medio de comunicación con capital zamorano, es normal; porque silencia, cuando no tergiversa, las noticias sobre la Biorrefinería de Barcial del Barco. Eso no es una prensa normal. Quizá porque no es zamorana y le disgusta que Zamora progrese y acabe con el caciquismo.

Para que Zamora fuese más normal, Fernández Mañueco debería haber apostado por la reapertura del ferrocarril Vía de la Plata; pero al presidente del ejecutivo autonómico, que es charro, parece que el tren no le va. También entraría dentro de la normalidad que nuestra provincia fuese tratada como Soria, Teruel y Cuenca; pero el presidente de esta doble región se olvidó, por enésima vez, de nuestra tierra, con la que le unen lazos afectivos y de familia, después de firmar un pacto con sus homólogos de Aragón y Castilla La Mancha.

Y así, entre el gobierno de los pobres y el de los populares, que no son ni de derechas ni de izquierdas, sino todo lo contrario,  Zamora jamás podrá ser una provincia normal, ni tan si quiera nueva; solo avejentada, ruinosa y por debajo de la normalidad; no la mental, más bien la económica y la demográfica. Quizá cuando España deje de ser lo que es, en una década más o menos, cuando Cataluña y el País Vasco sean países independientes, entonces ya seremos normales dentro de una nación en quiebra moral y ética, política e histórica. No va más.

Eugenio-Jesús de Ávila