Un reto para Schengen

Siguiendo la metáfora del filósofo Nassim Taleb, llamamos “cisnes negros” a aquellos acontecimientos que nadie esperaba, aparentemente imposibles de predecir y que son capaces de dar un giro completo a la historia. El COVID es uno de esos sucesos que, dada su magnitud, es capaz de cambiar por completo el escenario socioeconómico mundial y alterar cómo nos imaginábamos que sería la próxima década. La gran tragedia humana dará paso previsiblemente a una crisis que condicionará nuestro modo de vivir. A este respecto, las fronteras han recobrado su protagonismo ya que demandamos unos mayores niveles de seguridad en perjuicio de la libertad de viajar con facilidad, particularmente por el interior de la UE. El COVID supone un gran reto para la concepción del llamado Espacio Schengen. La apertura de fronteras es uno de los pilares de la idea sobre la que se construye la comunidad europea y, por ello, es totalmente imprescindible que los Estados Miembros sean generosos y no se escondan tras los límites de los Estados-Nación para otorgar una apariencia de seguridad a sus ciudadanos. Si la UE se coordina y es capaz de homogeneizar la estrategia de lucha contra el virus, estaremos y nos sentiremos igualmente seguros en Berlín, París o Madrid. Es posible que haya una oportunidad para fortalecer la concepción de Europa, algo lejano antes de que apareciera este cisne negro..