LA DÉCADA PRODIGIOSA
El Día de Zamora hace historia
Desde que aquel 6 de junio de 2010 en el que se editó el primer número de “El Día de Zamora”, nuestra provincia fue a peor. La decadencia económica, ya anunciada, con síntomas gravísimos, antes del confinamiento, ha golpeado con extrema dureza a nuestras pequeñas empresas. Cierres de comercios en las antaño principales arterias de la ciudad lo evidencian. Zamora ha ido a menos en todo. La mayor parte de la geografía provincial se convirtió en un desierto demográfico, causa esencial del abismo social y económico al que se dirige la capital de la provincia.
Hace una década, cuando empezó a navegar este periódico, España, con un Gobierno de Zapatero, se introducía en otra crisis económica descomunal, que también golpeó otras economías del mundo desarrollado, pero que nuestra nación sintió más profundamente. Zamora también lo notó. Las empresas zamoranas, me temo que en numerosos casos, nunca se recuperaron y, ahora, la pandemia vírica, más la económica que ya dio un aldabonazo en la puerta de nuestro futuro, acabarán con algunos de los que se salvaron.
Ha habido en esta década cambios políticos inconcebibles en aquel momento: que el Ayuntamiento de la capital lo administre un alcalde de IU desde 2015, la victoria de Tomás del Bien en Toro o la de Luciano Huerga, en Benavente y que la Diputación la rija un empresario, un político de Ciudadanos. Francisco Guarido transformó una forma de hacer política municipal, Del Bien contagió su mandato de juventud y cercanía, Huerga recuperó una ciudad para el PSOE, mientras que Francisco J. Requejo ha traído un aire distinto a la institución provincial.
No obstante, los males de Zamora, ya endémicos, solo se curarán, en cierta manera, con la participación económica de la Junta y del Gobierno central, del que se espera la cesión de los terrenos de Adif al Ayuntamiento, la autovía a la frontera lusa desde Zamora y la recuperación de Monte La Reina como complejo militar. Si no es así, la ciudad y su provincia languidecerán, hasta convertirse en una gran residencia de la tercera edad. “El Día de Zamora” no lo olvidará. Seguimos haciendo historia.
E.J. de Ávila.
Desde que aquel 6 de junio de 2010 en el que se editó el primer número de “El Día de Zamora”, nuestra provincia fue a peor. La decadencia económica, ya anunciada, con síntomas gravísimos, antes del confinamiento, ha golpeado con extrema dureza a nuestras pequeñas empresas. Cierres de comercios en las antaño principales arterias de la ciudad lo evidencian. Zamora ha ido a menos en todo. La mayor parte de la geografía provincial se convirtió en un desierto demográfico, causa esencial del abismo social y económico al que se dirige la capital de la provincia.
Hace una década, cuando empezó a navegar este periódico, España, con un Gobierno de Zapatero, se introducía en otra crisis económica descomunal, que también golpeó otras economías del mundo desarrollado, pero que nuestra nación sintió más profundamente. Zamora también lo notó. Las empresas zamoranas, me temo que en numerosos casos, nunca se recuperaron y, ahora, la pandemia vírica, más la económica que ya dio un aldabonazo en la puerta de nuestro futuro, acabarán con algunos de los que se salvaron.
Ha habido en esta década cambios políticos inconcebibles en aquel momento: que el Ayuntamiento de la capital lo administre un alcalde de IU desde 2015, la victoria de Tomás del Bien en Toro o la de Luciano Huerga, en Benavente y que la Diputación la rija un empresario, un político de Ciudadanos. Francisco Guarido transformó una forma de hacer política municipal, Del Bien contagió su mandato de juventud y cercanía, Huerga recuperó una ciudad para el PSOE, mientras que Francisco J. Requejo ha traído un aire distinto a la institución provincial.
No obstante, los males de Zamora, ya endémicos, solo se curarán, en cierta manera, con la participación económica de la Junta y del Gobierno central, del que se espera la cesión de los terrenos de Adif al Ayuntamiento, la autovía a la frontera lusa desde Zamora y la recuperación de Monte La Reina como complejo militar. Si no es así, la ciudad y su provincia languidecerán, hasta convertirse en una gran residencia de la tercera edad. “El Día de Zamora” no lo olvidará. Seguimos haciendo historia.
E.J. de Ávila.




















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