Sábado, 01 de Noviembre de 2025

Kebedo
Miércoles, 08 de Julio de 2020
MI VECINA MARISOL

Las mentiras con los impuestos

[Img #41299]Hoy nos metemos en harina con un tema recurrente puesto que, una y otra vez y, sobre todo, en épocas electorales tenemos que soportar el “coñazo” de “voy a bajar impuestos” o “fulanito va a subir los impuestos”. Y para no ser menos, aunque solo se trata de las elecciones gallegas y vascas las que están a la vista, los impuestos están bailando y las “trolas”, también.

A mayor abundamiento, ahora, después de la pandemia (si es que estamos en el después), la oposición está pidiendo una rebaja de impuestos y está acusando al gobierno de justo lo contrario.

-Vamos a ver, alma de cántaro-, dice mi vecina Marisol, refiriéndose al Señor Casado, -¿a estas alturas hay que explicarte para qué sirven los impuestos?-. En realidad la pregunta va dirigida también a Antonio Garamendi, a la sazón actual presidente de la CEOE, que se le ha ocurrido la peregrina idea de que, ahora, precisamente ahora, hay que bajar el Impuesto de Sociedades, alegando que las empresas, debido a la pandemia, van a tener pérdidas.

-No nos tomen ustedes el pelo, señor Garamendi y, por extensión del eco, señor Casado-, replica mi vecina que continúa su reprimenda argumentando. Y se refiere concretamente a lo siguiente. Si las empresas van a tener pérdidas, no tributarán por el Impuesto de sociedades, porque sólo se tributa por ese concepto si hay beneficios. Luego el primer punto mi vecina lo deja claro como el agua. Si en el ejercicio siguiente tuviesen ya beneficios, en primer lugar, enhorabuena por haberlos conseguido y, en segundo lugar, tampoco iban a tributar por ellos porque, antes de hacerlo, según permite el Plan General de Contabilidad, se conjugan las pérdidas de ejercicios anteriores y, en todo caso se tributaría por la diferencia, si ésta fuese positiva. Luego, no hay ningún motivo para alarmar a la parroquia pidiendo bajadas de algo que no va a tener ninguna incidencia en las cuentas de resultados de las empresas.

-¡Parece mentira que haya que explicarle a los empresarios cómo funciona una empresa en términos tributarios!-, protesta Marisol.

Y continúa su exposición diciendo que hemos pasado unos meses absolutamente críticos, sobre todo en lo sanitario y en lo que se refiere a las residencias de la tercera edad. Se ha demostrado, a la fuerza, que España tiene una sanidad magnífica en lo que a profesionales preparados se refiere, pero bastante deficiente en cuanto a medios y a número de personas. Es increíble que una comunidad como la de Madrid, que ha sido una de las más atacadas por el COVID19, y que ha necesitado un grandísimo refuerzo de personal sanitario, de respiradores, de mascarillas, de monos enterizos, en definitiva de material y personal sanitario, haya sido la primera en despedir a todos aquellos que necesitó contratar para ayudar a salvar un montón de vidas. Se ha demostrado que ese personal y ese material era no solo necesario, sino imprescindible.

Se ha demostrado también que la mayoría de residencias de ancianos, unas públicas, pero sobre todo privadas, han tenido una pésima atención, con fatales resultados, con sus clientes. Y sus clientes no son otros que nuestros padres o abuelos, a los que hemos acondicionado en esas residencias para que pasen sus últimos años de vida lo más cómodamente posible y atendidos médicamente. Y se ha visto que, ni una cosa ni la otra. En unos casos, los públicos, por falta de presupuesto, y en otros, las residencias privadas, por un afán desalmado por acumular beneficios. Se ha dado un pésimo servicio alimentario y una peor atención personal y sanitaria.

-Una vergüenza que, espero, sea condenada en los tribunales inmediatamente-, apostilla mi vecina.

Y todo esto viene a colación y en relación con los impuestos porque todas estas atenciones a las que nos referimos, estos servicios, estas necesidades necesitan financiación, y esa financiación llega vía impuestos. Los impuestos deberían ser pagados por todos, y digo deberían  porque hay aún mucho listo por ahí que se hace el loco y no paga, pero da muchas recetas a los demás. Si queremos una enseñanza pública decente y universal, si queremos una sanidad que cubra la mayoría de nuestras necesidades y que nos proporcione una cobertura suficiente para que la atención sea máxima, tenemos que pagarla con nuestros impuestos, no hay más.

Tenemos un estado de bienestar envidiable pero que empieza a hacer agua por falta de compromiso por parte de algunos. El sistema tributario debe ser solidario en la cantidad y en el tiempo para poder ofrecer unas prestaciones suficientes cuando las necesitemos. Lógico es que pague más el que más genere, es un sistema solidario.

Los impuestos sobre la renta o sobre beneficios de sociedades son el mejor ejemplo, son impuestos directos que se aplican en mayor cuantía según sea el nivel de ingresos del contribuyente. Lo que ocurre es que son más incómodos y más difíciles de controlar en algunos casos.

Por otro lado tenemos los impuestos indirectos, los que pagamos todos, sí o sí. Por ejemplo, si usted, Doña Sinforosa, va a comprar una berza, pagará un 4% de su precio en concepto de IVA, independientemente del nivel de ingresos que usted tenga. Y si Doña Sinforosa quiere regalarle un yate a su marido, el buenazo de Ulises, tendrá que pagar, a mayores, un 21% del precio de venta del barquito. Claro, estos impuestos indirectos son mucho más fáciles de controlar porque recaen sobre todos y, por lo tanto, muy golosos.

-¿Qué quieres decir con esto, Marisol?-, le pregunto.

-Pues quiero decir que algunos políticos siguen haciendo mucha demagogia con los impuestos. Recuerdo a Rajoy, en su campaña, antes de ganar sus primeras elecciones, que se hartó de decir que iba a bajar los impuestos cuando llegara a la Moncloa. Y lo primero que hizo fue subirlos-.

Razón tiene mi vecina porque, hace escasos días, la oposición ya estaba pidiendo la bajada del IVA y diciendo que el gobierno iba a hacer lo contrario. Pero lo que no especificó la oposición es a qué artículos se referían esas bajadas o subidas, porque, claro, no es lo mismo subir el IVA de las berzas que bajar el IVA de los yates, creo yo. Entonces dejemos de malmeter con los impuestos porque son absolutamente necesarios para hacer hospitales públicos y dotarlos de medios y personal, son necesarios para hacer  centros educativos públicos y proveerlos de material y profesorado, de forma que los alumnos no estén apelotonados y puedan mantener las distancias sanitarias prescritas. Los impuestos son necesarios para ayudar a la caja de la Seguridad Social a pagar las pensiones mientras estemos en horas bajas de contratación.

Eso sí, lo que hay que tener es un control exhaustivo sobre particulares y empresas para que no se “escaqueen” a la hora de pagar. Porque el fraude fiscal es una de las lacras intermitentes en España y hay que atajarlo sin paliativos.

Y se despide Marisol recordándome, -¡hasta el Rey Emérito!-.

¡Virgen de la especulación!, ¡Qué cruz!.

Kebedo.  

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