La vida es una pompa de jabón

 La pompa se hace grande desde que nace, pequeña e insignificante. Se va hinchando con los años, engordando y agrandando, mostrando su magnificencia y su color, su brillo y su fragilidad.

Todo hasta que los alfileres de la vida circuncidan la pompa, ésta explota y sale de ella todo lo que llevaba dentro desde que fue concebida en su primigenia manifestación, como fusión entre el agua cristalina y el jabón, entre el amor y el dolor, entre el color y la ausencia del mismo.

Somos pompas de jabón que se rozan con la levedad del ser, que se tocan ligeramente por temor a ser destruidas o a implosionar de tanto como llevamos dentro. Brillamos ante la luz solar cual arcoíris, en nuestra perfecta redondez, pero podemos acabar como una fútil gota de agua jabonosa que no sirva para nada, sólo para hacer el trayecto de la vida aún más resbaladizo. Así de frágiles somos. Si nos rozas demasiado explotamos de llanto o de pasión, pero explotamos.

De repente, pasamos del todo a la nada. Pero fuimos hermosas mientras vivimos, brillamos y habitamos en este planeta.

Nélida L. Del Estal Sastre