Martes, 11 de Noviembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 10 de Julio de 2020
PASIÓN POR ZAMORA

Zamora: intestino grueso de España

[Img #41413]Sin ambages, sin circunloquios: me fío mucho más de una persona de la calle, de un profesional, de todo hombre o mujer que hayan sabido sacar adelante una labor y una familia, que de un político. Más desde que Pasqual Maragall, el socialista catalán que presidió Generalidad y Ayuntamiento de Barcelona, le confesó a Carlos Herrera, antaño, ha tiempo, mucho, en  RNE que “un político nunca debe decir la verdad”.

Extrapolemos lo contado en ese primer párrafo a lo que ahora, ya, voy a expresar. Creo más, sin necesidad de conjugar el verbo duda, a Francisco Prieto Toranzo, gerente de Zamora10, que a los profesionales  de la política, profesionales,  que ayer cargaron contra todo quisque, empresarios y partidos políticos, para defenderse de su no asistencia a la reunión convocada por la organización empresarial, que conforman los inversores más importantes de nuestra tierra y también algunos profesionales liberales zamoranos.

¡Cómo se puede tener fe en alguien, hombre o mujer, que no conoce lo que significa trabajar en una empresa privada en toda su vida, que se inició en la res pública aun con el babero y el chupete, de la Primera Comunión a la carrera política! ¡Cómo se puede creer en personas que se agarran al cargo como el percebe a la roca, que solo piensan en conservar el puesto que tengo aquí, impasible el ademán, y que se olvidan que son hijos del pueblo, que se deben al vecino, al ciudadano, a la gente; que desprecian su palabra, pronunciada ante cientos de personas, amplificada a miles por los medios de comunicación, que se traicionan a sí mismos!

En su día, para que el lector se olvide que mi tinta rezuma ideología, Martínez-Maíllo, siendo la mano derecha, la izquierda o lo que fuere, de Rajoy, pasó de Zamora10. Martin Pozo colocó todo tipo de cargas políticas a esta organización profesional, porque temía que se convirtiese en plataforma política y le quitara votos. Hombres y mujeres del PP y del PSOE, partidos acaparadores, las dos formaciones que se han cargado la verdadera democracia para convertirla en un formato, destruyendo su esencia, se han transformado en la tropa de esos ejércitos políticos, que desprecian al pueblo, al ciudadano normal, al que solo convocan cuando toca farsa electoral para después olvidarse de urnas y papeletas.

Aquí, en el Ramos Carrión, oí a Antidio Fagúndez, Ana Sánchez, a la obviada Mar Rominguera, colocarse las medallas de Monte La Reina, asegurar al respetable, por cierto de edad media muy elevada, escasa juventud, que esa unidad militar se establecería en nuestra tierra, y, de tal manera, frenar la despoblación, pandemia demográfica que ha contaminado a nuestra provincia de ausencia, de emigración, de inactividad, de vejez.  Todo en presencia de su líder, Pedro Sánchez, mago de la mentira, capaz de decir una cosa y su contraria. Empírico. Recuerdo lo de la pesadilla de pactar con Pablo Iglesias, lo de no querer saber nada de los hijos, hermanos y parientes de la ETA, de ese  monstruo que manda en el  País Vasco, junto al PNV, el partido que se inventó un trastornado, más católico que el papa, más racista que Hitler y Stalin.

Suárez dijo aquello de puedo prometer y prometo. Y cumplía. Esta gente de la política, estas personalidades esquizofrénicas, pirrónicas, vacías, títeres, han hecho de España, a través de sus televisiones, emisoras y papel prensa, un establo gigantesco de medio millón de kilómetros cuadrados. Ahora se promete lo que nunca se cumplirá. Y da igual. Y el personal traga. Y el vulgo metaboliza la mentira, gran triunfadora sobre la verdad en este campo de batalla infame de la res pública.

Quo vadis, Zamora, con esta caterva de personajes, asidos a la política, que desprecia cuanto ignora; hombres y mujeres  que se colocaron el peto del embuste y el espaldar del disimulo para ir de la ceca demagógica a la Meca de la retórica, y percibir salarios, disfrutar de prebendas y gozar de privilegios impensables, imposibles, utópicos para sus capacidades profesionales.

Pero el pueblo es tonto, como el cordero, espera su muerte política, social, cultural, balando, tan feliz. Le echan heno en el pesebre de la caridad pública y no pide nada más. Quedarse como está. No necesita ya a la Virgen, en cualquier de sus advocaciones, ni milagros del Nuevo Testamento.

El Gobierno destinará sumas extraordinarias de euros para el Gobierno de la antiespaña que ordena y manda en Cataluña y el País Vasco, para que los grandes empresarios reconstruyan sus patrimonios, mientras  a Zamora la desnudarán de vida, le secarán el Duero, le robarán las nubes, cirros y nimbos, la condenarán, en definitiva, a la muerte viva.

Ahora bien, cuando caiga este Gobierno socialcomunista, pura fachada, propaganda barata,  entrará en La Moncloa otro presidente conservador o centrista, jamás liberal, ni neo ni otras zarandajas, porque esa ideología no existe, se lleva en el alma, y el alma solo es de Dios; eso nos decían los curas a los niños rijosos  cuando el sexo mandaba niños a la ONCE. Y, con Casado o Soltero o Viudo, Zamora seguirá siendo ese rincón que ya se le olvidaba al rey Fernando cuando repartía su reino entre sus hijos.

Tendré que ir pensando en pasarme lo que me reste de vida en la hermana nación lusa, más educada, libre y auténtica que esta España en declive, en quiebra, en almoneda.  Zamora ya no es más que el intestino grueso de la patria.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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