Jueves, 13 de Noviembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Sábado, 11 de Julio de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

Cosas de chicas

[Img #41439] A los hombres os sorprende y mucho el hecho de que las chicas, señoritas, damas, vayamos en pareja al baño de restaurantes, discotecas y bares. De un tiempo a esta parte esto de ir en pareja se me antoja absolutamente necesario a la par que de una practicidad que a continuación entenderéis. Al imbécil, por decirlo de manera cariñosa, que inventó los sensores de movimiento que encienden o apagan la luz cada diez segundos de mierda en los cuartos de baño de las chicas, les daba yo un par de clases de Kick Boxing en vivo y en directo. Para que aprendieran de una vez, que las mujeres tardamos cinco segundos entre entrar y poner el pestillo, más otros cinco el colgar el bolso de algún asidero donde no vaya al suelo y se “engorrine” todo.

En ese momento, se apaga la luz, bueno, al menos aún estoy con las braguitas puestas y doy un manotazo al aire y se hace la luz nuevamente. Con la mascarilla puesta y el gel hidroalcohólico entre las manos, me siento segura…

Me dispongo toda pancha a colocar papel en el inodoro, porque mi pompis no merece menos que la limpieza más impoluta posible. Cuando estoy colocando el segundo trozo, se me apaga la luz otra vez, menos mal que aún estoy vestida por entero. Aspaviento hacia arriba y “hágase la luz”. En ese momento me bajo las braguitas, me siento como una princesita y hago pipí…¡¡Por fin!! Se vuelve a apagar la luz, menos mal que me ha dado tiempo a sacar las toallitas con olor a arándanos que siempre llevo en el bolso, porque hasta para ir al baño hay que hacer un Máster, que ya lleva una mucho aprendido, y cuando me siento limpia y fresca, hago un grandioso corte de mangas y la luz vuelve a iluminar mi cara de querer estrangular al inventor del artefacto.

Salgo, me lavo las manitas con agua y jabón, o mi gel, ya me es igual estar a oscuras, y me cago en la madre que parió al que pensó que somos capaces de hacer todo eso en diez o quince segundos. Entonces sólo se me ocurre que mi vida con un pene sería más llevadera, pero luego me miro al espejo y no. Estoy bien así. Por eso me llevo siempre a una buena amiga que me haga de ventilador manual para que la luz no me falte, alguien que ya me conozca tanto que hasta chistes nos contemos durante la estancia en el cubículo infernal, eso sí, con olor a arándanos y la distancia requerida.

Nélida L. del Estal Sastre

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