REPÚBLICO
Políticos, al servicio de sus partidos, jamás del pueblo
No debería colegir el lector inteligente que si este escribiente critica las “gobernanzas” o inacciones del Gobierno, loe las inacciones, las pasividades y las incoherencias del PP y otros partidos circundantes, adyacentes, afluentes. Cuando critico a aquellos malandrines del socialismo patrio, que ni es de izquierdas ni español, mis argumentos se basan en promesas que se incumplieron, en engaños seculares y en la historia desde que el franquismo más inteligente y la izquierda posibilista concluyeron que la salida a la dictadura consistía en estructuras una democracia a la europea, pero sin lo esencial: no a la división de poderes, más desde 1985, cuando Felipe González considera que el Poder Judicial debe obedecer los criterios del parlamento; comunidades autónomas innecesarias, caóticas, gastadores y susceptibles de corrupción, como se ha evidenciado por doquier, y una Ley Electoral que prima a los separatistas y anula una verdadera elección por parte del ciudadano.
Como sabe todo zamorano que no sea “hooligan” del PSOE, tal como del Real Madrid, a penalti por partido con los estadios vacíos, o del Barça, al servicio del racismo catalán, aunque haya solo un par de nativos en su once titular, Felipe González inició la deconstrucción de nuestra provincia y de su capital, con el silencio y aquiescencia de los socialistas zamoranos, porque, el que se movía, no salía en la fotografía. No quiero ser pesado con las desinversiones del Estado en Zamora ni con la reconversión agropecuaria y el excesivo daño que causó en el sector primario de nuestra tierra. Si nuestros socialistas los hubiera elegido el pueblo, sus diputados nacionales y senadores habrían alzado su voz, dado la matraca en las dos cámaras, la del Congreso y la del Senado; pero sabían que, para perpetuarse en el cargo, había que obedecer lo que ordenase Felipe, después Zapatero y, por último, Pedro Sánchez. A estos socialistas de todo a cien, de pasado falangista y eclesiástico, solo les importó su patrimonio político personal, mientras la provincia se desangraba económica y socialmente. Ahí están los datos demográficos para solidificar mi crítica.
Después, tras el felipismo, nos aconteció Aznar, con el famoso caso Zamora, en el que el ex presidente resultó, tristemente, protagonista, y Rajoy, con su valido Martínez-Maíllo, que logró, como galardón máximo, celebrar en Zamora una mañana sobre la despoblación y la promesa de que a la junta directiva de Zamora10, ahora criticada por el PSOE local, la recibiría Mariano en La Moncloa. Pero pasó el tiempo y llegó la Moción de Censura. Y todo quedó en ucronía. Eso sí, ahora Fernando ha escrito un libro sobre el Banco Central Europeo y propuestas de reforma. Alucino. Martínez-Maíllo, erudito en asuntos financieros de la Europa de los mercaderes. Genial. Y aquí criticándolo por no haber hecho nada por Zamora, cuando algunos creímos que iba a convertirse en el Carlos Pinilla de la tardodemocracia.
El PSOE, como queda demostrado, nos quitó lo que se nos había dado durante la dictadura de Franco, y el PP permitió que Zamora continuase en pañales económicos y demográficos durante sus 13 años gobernando la nación y décadas esta autonomía ahistórica. Los populares nos dejaron aquí lo que les sobraba, nos robaron dinero de la Comunidad Europea, que iba con destino provincias del Reino de León, para depositarlo en las dos grandes ciudades castellanas, Valladolid y Burgos, y el apéndice de ambas, Palencia. Eso sucedió ya a finales de la década de los 80. Y para usted de contar.
PP y PSOE, tanto monta, monta tanto, se constituyeron durante esta democracia de cartón piedra, democracia para el nepotismo, siempre en potencia de derivar en corrupción política, en enemigos de Zamora, por omisión o por decisión. Ahora no les importamos nada ni a hunos ni a otros, una miaja en elecciones. Nos utilizan como excusa para criticarse entre ellos. Mientras, insistiré en que Pedro Sánchez y sus cuates zamoranos cumplan con su palabra, den a luz a la verdad, e inviertan en Monte La Reina, que transformen la N-122 entre Zamora y la frontera lusa en autovía; cedan los terrenos de la Estación del Ferrocarril al Ayuntamiento, que nuestro alcalde sabrá darle buen uso, y restauren la muralla de la Bien Cercada. Zamora no se ganó en una hora. Y a este menda todavía le quedan meses para continuar en el frente del combate contra los enemigos de nuestro progreso, ya formen parte del caciquismo local, bien de la tropa política. Vale.
Eugenio-Jesús de Ávila
No debería colegir el lector inteligente que si este escribiente critica las “gobernanzas” o inacciones del Gobierno, loe las inacciones, las pasividades y las incoherencias del PP y otros partidos circundantes, adyacentes, afluentes. Cuando critico a aquellos malandrines del socialismo patrio, que ni es de izquierdas ni español, mis argumentos se basan en promesas que se incumplieron, en engaños seculares y en la historia desde que el franquismo más inteligente y la izquierda posibilista concluyeron que la salida a la dictadura consistía en estructuras una democracia a la europea, pero sin lo esencial: no a la división de poderes, más desde 1985, cuando Felipe González considera que el Poder Judicial debe obedecer los criterios del parlamento; comunidades autónomas innecesarias, caóticas, gastadores y susceptibles de corrupción, como se ha evidenciado por doquier, y una Ley Electoral que prima a los separatistas y anula una verdadera elección por parte del ciudadano.
Como sabe todo zamorano que no sea “hooligan” del PSOE, tal como del Real Madrid, a penalti por partido con los estadios vacíos, o del Barça, al servicio del racismo catalán, aunque haya solo un par de nativos en su once titular, Felipe González inició la deconstrucción de nuestra provincia y de su capital, con el silencio y aquiescencia de los socialistas zamoranos, porque, el que se movía, no salía en la fotografía. No quiero ser pesado con las desinversiones del Estado en Zamora ni con la reconversión agropecuaria y el excesivo daño que causó en el sector primario de nuestra tierra. Si nuestros socialistas los hubiera elegido el pueblo, sus diputados nacionales y senadores habrían alzado su voz, dado la matraca en las dos cámaras, la del Congreso y la del Senado; pero sabían que, para perpetuarse en el cargo, había que obedecer lo que ordenase Felipe, después Zapatero y, por último, Pedro Sánchez. A estos socialistas de todo a cien, de pasado falangista y eclesiástico, solo les importó su patrimonio político personal, mientras la provincia se desangraba económica y socialmente. Ahí están los datos demográficos para solidificar mi crítica.
Después, tras el felipismo, nos aconteció Aznar, con el famoso caso Zamora, en el que el ex presidente resultó, tristemente, protagonista, y Rajoy, con su valido Martínez-Maíllo, que logró, como galardón máximo, celebrar en Zamora una mañana sobre la despoblación y la promesa de que a la junta directiva de Zamora10, ahora criticada por el PSOE local, la recibiría Mariano en La Moncloa. Pero pasó el tiempo y llegó la Moción de Censura. Y todo quedó en ucronía. Eso sí, ahora Fernando ha escrito un libro sobre el Banco Central Europeo y propuestas de reforma. Alucino. Martínez-Maíllo, erudito en asuntos financieros de la Europa de los mercaderes. Genial. Y aquí criticándolo por no haber hecho nada por Zamora, cuando algunos creímos que iba a convertirse en el Carlos Pinilla de la tardodemocracia.
El PSOE, como queda demostrado, nos quitó lo que se nos había dado durante la dictadura de Franco, y el PP permitió que Zamora continuase en pañales económicos y demográficos durante sus 13 años gobernando la nación y décadas esta autonomía ahistórica. Los populares nos dejaron aquí lo que les sobraba, nos robaron dinero de la Comunidad Europea, que iba con destino provincias del Reino de León, para depositarlo en las dos grandes ciudades castellanas, Valladolid y Burgos, y el apéndice de ambas, Palencia. Eso sucedió ya a finales de la década de los 80. Y para usted de contar.
PP y PSOE, tanto monta, monta tanto, se constituyeron durante esta democracia de cartón piedra, democracia para el nepotismo, siempre en potencia de derivar en corrupción política, en enemigos de Zamora, por omisión o por decisión. Ahora no les importamos nada ni a hunos ni a otros, una miaja en elecciones. Nos utilizan como excusa para criticarse entre ellos. Mientras, insistiré en que Pedro Sánchez y sus cuates zamoranos cumplan con su palabra, den a luz a la verdad, e inviertan en Monte La Reina, que transformen la N-122 entre Zamora y la frontera lusa en autovía; cedan los terrenos de la Estación del Ferrocarril al Ayuntamiento, que nuestro alcalde sabrá darle buen uso, y restauren la muralla de la Bien Cercada. Zamora no se ganó en una hora. Y a este menda todavía le quedan meses para continuar en el frente del combate contra los enemigos de nuestro progreso, ya formen parte del caciquismo local, bien de la tropa política. Vale.
Eugenio-Jesús de Ávila
























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