COVID-19
El Día de Santiago, misa en la Catedral por los afectados por la pandemia
La Diócesis de Zamora ha marcado el próximo 25 de julio como el día de recuerdo y oración por enfermos y familiares, tal y como ha propuesto la Conferencia Episcopal. Ese día se celebrará una misa en la Catedral a las 20.00 horas.

El próximo día 26 de julio, la Iglesia celebra la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen, día que dedican de una forma especial a los mayores, puesto que son los patronos de los abuelos. En esta ocasión, la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Subcomisión de Familia y Defensa de la Vida han querido unir en este recuerdo a los afectados por la COVID-19, proponiendo a las diferentes diócesis celebrar una eucaristía el día 25 o 26, en el denominado Día de los Afectados por la Pandemia.
En el caso de Zamora, el Colegio de Consultores ha decidido celebrar la eucaristía el día 25 de julio, a las 20:00 h., en la Catedral. "La celebración quiere ser un recuerdo y oración por los fallecidos, una palabra de aliento a los enfermos, un reconocimiento a la labor de tantas personas en estas situaciones difíciles, un agradecimiento a los mayores y una llamada al compromiso, ante la crisis social y económica provocadas por la pandemia y el confinamiento".
Mensaje de los Obispos
Desde el pasado mes de marzo que se decretó el estado de alarma en nuestro país, por motivo de la pandemia de la Covid- 19, hemos podido contemplar cómo los más afectados por este virus han sido los mayores, falleciendo un gran número de ellos en residencias, hospitales y en sus propios domicilios. También, nuestros mayores, debido a las circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido el drama de la soledad, de la distancia de sus seres queridos. Todo esto nos debe llevar a pensar, como Iglesia y como sociedad, que “una emergencia como la del Covid es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad” (Pandemia y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia Covid-19, Pontificia Academia para la Vida, 30/03/2020).
En una sociedad, en la que muchas veces se reivindica una libertad sin límites y sin verdad en la que se da excesiva importancia a lo joven, los mayores nos ayudan a valorar lo esencial y a renunciar a lo transitorio. La vida les ha enseñado que el amor y el servicio a los suyos y a los restantes miembros de la sociedad son el verdadero fundamento en el que todos deberíamos apoyarnos para acoger, levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades de la vida. Como afirma el papa Francisco: “la desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez” (Audiencia del papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional “La riqueza de los años”, Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).
Pero no basta contemplar el pasado, aunque haya sido en ciertos momentos muy doloroso, hemos de pensar en el futuro. No deberíamos olvidar nunca aquellas palabras del Papa Francisco en las que afirmaba que una sociedad que abandona a sus mayores y prescinde de su sabiduría es una sociedad enferma y sin futuro, porque le falta la memoria. Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores, no puede haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca una ruptura generacional entre niños, jóvenes y mayores.
“Conscientes de ese papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Este intercambio intergeneracional nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia las personas mayores, a aprender a mirar el futuro junto con ellos. Los ancianos no son sólo el pasado, sino también el presente y el mañana de la Iglesia”

El próximo día 26 de julio, la Iglesia celebra la festividad de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Santísima Virgen, día que dedican de una forma especial a los mayores, puesto que son los patronos de los abuelos. En esta ocasión, la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Subcomisión de Familia y Defensa de la Vida han querido unir en este recuerdo a los afectados por la COVID-19, proponiendo a las diferentes diócesis celebrar una eucaristía el día 25 o 26, en el denominado Día de los Afectados por la Pandemia.
En el caso de Zamora, el Colegio de Consultores ha decidido celebrar la eucaristía el día 25 de julio, a las 20:00 h., en la Catedral. "La celebración quiere ser un recuerdo y oración por los fallecidos, una palabra de aliento a los enfermos, un reconocimiento a la labor de tantas personas en estas situaciones difíciles, un agradecimiento a los mayores y una llamada al compromiso, ante la crisis social y económica provocadas por la pandemia y el confinamiento".
Mensaje de los Obispos
Desde el pasado mes de marzo que se decretó el estado de alarma en nuestro país, por motivo de la pandemia de la Covid- 19, hemos podido contemplar cómo los más afectados por este virus han sido los mayores, falleciendo un gran número de ellos en residencias, hospitales y en sus propios domicilios. También, nuestros mayores, debido a las circunstancias tan excepcionales, son los que más han sufrido el drama de la soledad, de la distancia de sus seres queridos. Todo esto nos debe llevar a pensar, como Iglesia y como sociedad, que “una emergencia como la del Covid es derrotada en primer lugar con los anticuerpos de la solidaridad” (Pandemia y fraternidad universal, Nota sobre la emergencia Covid-19, Pontificia Academia para la Vida, 30/03/2020).
En una sociedad, en la que muchas veces se reivindica una libertad sin límites y sin verdad en la que se da excesiva importancia a lo joven, los mayores nos ayudan a valorar lo esencial y a renunciar a lo transitorio. La vida les ha enseñado que el amor y el servicio a los suyos y a los restantes miembros de la sociedad son el verdadero fundamento en el que todos deberíamos apoyarnos para acoger, levantar y ofrecer esperanza a nuestros semejantes en medio de las dificultades de la vida. Como afirma el papa Francisco: “la desorientación social y, en muchos casos, la indiferencia y el rechazo que nuestras sociedades muestran hacia las personas mayores, llaman no sólo a la Iglesia, sino a todo el mundo, a una reflexión seria para aprender a captar y apreciar el valor de la vejez” (Audiencia del papa Francisco a los participantes en el Congreso Internacional “La riqueza de los años”, Dicasterio para los Laicos, Familia y Vida, 31/01/2020).
Pero no basta contemplar el pasado, aunque haya sido en ciertos momentos muy doloroso, hemos de pensar en el futuro. No deberíamos olvidar nunca aquellas palabras del Papa Francisco en las que afirmaba que una sociedad que abandona a sus mayores y prescinde de su sabiduría es una sociedad enferma y sin futuro, porque le falta la memoria. Allí donde no hay respeto, reconocimiento y honor para los mayores, no puede haber futuro para los jóvenes, por eso hay que evitar que se produzca una ruptura generacional entre niños, jóvenes y mayores.
“Conscientes de ese papel irremplazable de los ancianos, la Iglesia se convierte en un lugar donde las generaciones están llamadas a compartir el plan de amor de Dios, en una relación de intercambio mutuo de los dones del Espíritu Santo. Este intercambio intergeneracional nos obliga a cambiar nuestra mirada hacia las personas mayores, a aprender a mirar el futuro junto con ellos. Los ancianos no son sólo el pasado, sino también el presente y el mañana de la Iglesia”






















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