USA
La semana en resumen en USA
Cada día un nuevo record. Lamentablemente, un nuevo record del número de infectados por el coronavirus, y también de muertes por la misma causa. Si hasta hace unos días atrás la cantidad de fallecidos había disminuido, una vez más los números se disparan en esta triste estadística. Pero seguimos en perpetuo estado de negación: el presidente Donald Trump insiste en que se está haciendo bien el trabajo para controlar el virus, y que las escuelas a todos los niveles deben reabrir sus puertas para dar la bienvenida a los estudiantes en menos de un mes.
Hay que recordar que el 17 de marzo, cuando la educación en este país se movió a las plataformas digitales, había 6 135 casos confirmados de coronavirus, y 112 muertos por esa razón. Para el 31 de marzo, las cifras acumuladas se habían disparado a 189 000 enfermos y 3 900 decesos. Hoy, estos son los números: un total de 3 698 161 casos (67 574 reportados tan solo este domingo 19 de julio), y 139 659 muertos (877, el domingo). En este país, un niño no es admitido en la escuela si no tiene actualizadas ciertas vacunas, por cuanto implica un riesgo de contagio para otros niños. Sin embargo, en medio de la pandemia más grande de la historia reciente, sin control ninguno sobre la propagación del virus, y sin vacuna a la vista, la recomendación del gobierno es abrir las escuelas y recibir a los estudiantes de todos los niveles. ¿Qué va a pasar cuando muera el primer niño, el primer maestro? ¿Quién será responsable por la tragedia? Se impulsa un sentido de “normalidad” que es altamente riesgoso.
Por si esto fuera poco, otro escenario acecha a los estadounidenses: la posibilidad de que las elecciones presidenciales de noviembre próximo sean canceladas, al menos en el sentido tradicional de las elecciones en este país. El artículo II de la Sección 1 de la Constitución[1] establece que “cada estado podría designar, de la manera que la legislatura del mismo pueda ordenar, un número de electores igual al número de senadores y representantes a los que el estado puede tener derecho en el Congreso”. Y sería ese cuerpo, designado a nivel estatal, el que decidiría quién es el próximo presidente de los Estados Unidos. De los 50 estados de la federación, 26 son republicanos, el partido del actual mandatario.
Básicamente esto significa que los estados pudieran declarar inviables las elecciones si se declarara un estado de emergencia por el coronavirus, por lo que ninguno de los dos candidatos contendientes (Joe Biden, por los demócratas; Donald Trump, por los republicanos= obtendría la mayoría necesaria de los 270 votos del colegio electoral. Esto abriría la puerta para que esos estados decidieran a quién quieren de presidente, y esto, de manera casi segura, garantizaría un triunfo para Donald Trump. Es un escenario que nunca ha tenido lugar en los Estados Unidos, pero tomando en cuenta el estado actual de las cosas, y sobre todo, la negativa pública del actual mandatario a reconocer los resultados de las próximas elecciones, no hay que descartar esta posibilidad.
Ayer mismo Trump, en entrevista con Fox News, afirmaba que el voto por correo –que pareciera ser la alternativa más razonable debido a la magnitud de la crisis de salud que se vive en este país– no garantizaría unas elecciones limpias.
Por otra parte, una de las voces más fuertes y antagónicas a las políticas del actual presidente en la Corte Suprema de Justicia, Ruth Bader Ginsburg, ha informado que está en tratamiento de quimioterapia por un cáncer que padece. La jueza tiene 87 años de edad. De los actuales nueve jueces, cuatro han sido nombrados por presidentes demócratas, y aunque se supone que los jueces no deberían tener afiliación política, es harto conocido que estos cuatro son liberales y el resto, nombrados por presidentes republicanos –los últimos dos por Donald Trump- son conservadores. Las únicas tres mujeres que forman parte de la Corte Suprema de Justicia han sido nombradas por presidentes demócratas (una por Bill Clinton, precisamente la jueza Ginsburg, en 1993; y dos por Barack Obama –Sonia Sotomayor, en el 2009; y Elena Kagan, en el 2010).
De producirse una vacante en la Corte Suprema debido a los problemas de salud de Ginsburg, Trump se apresuraría a nombrar un nuevo juez, con lo cual tendría garantizado el respaldo ampliamente mayoritario de la Corte para cualquier modificación que quisiese hacer, por ejemplo, en la forma en que la Constitución es interpretada.
Además de los problemas económicos y sociales existentes en el país por causa del coronavirus y del mal manejo que se ha hecho de la crisis de salud –el número de desempleados, por ejemplo, llega a niveles históricos: el pasado mes de junio se estimaba que el 47.2 % de la población adulta del país carecía de empleo[2]–, otros ingredientes se agregan a la volátil situación social: en la ciudad de Portland, elementos de la policía federal vestidos de civil han detenido a personas que protestaban por la muerte de George Flyod[3] (en mayo pasado; las protestas llevan ya más de 50 días). Debido a esto, el viernes 17 de julio, el Fiscal General de Oregón, Ellen Rosenblum, presentó una demanda en una corte federal en contra del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés).
Ante todo este panorama incierto, muchas ciudades se apresuran a declarar obligatorio el uso de máscaras –imponiendo incluso multas a quienes violen este mandato-, y a volver a recomendar una cuarentena más estricta –cuarentena que en los Estados Unidos no se ha vivido en ningún momento con las restricciones que han experimentado otros países donde el virus está siendo mejor controlado–.
En este minuto, el futuro sigue siendo más incierto que ayer.
[1] “Each State shall appoint, in such Manner as the Legislature thereof may direct, a Number of Electors, equal to the whole Number of Senators and Representatives to which the State may be entitled in the Congress…”
[2] Véase: https://www.cnbc.com/2020/06/29/nearly-half-the-us-population-is-without-a-job-showing-how-far-the-labor-recovery-has-to-go.html
[3] Otras muertes también recientes de afroamericanos han enardecido las protestas: Breonna Taylor –el 13 de marzo–, Ahmaud Arbery –el 23 de febrero–, y Elijah McClain –en agosto del 2019–.
Dr. Damaris Puñales-Alpízar
Cada día un nuevo record. Lamentablemente, un nuevo record del número de infectados por el coronavirus, y también de muertes por la misma causa. Si hasta hace unos días atrás la cantidad de fallecidos había disminuido, una vez más los números se disparan en esta triste estadística. Pero seguimos en perpetuo estado de negación: el presidente Donald Trump insiste en que se está haciendo bien el trabajo para controlar el virus, y que las escuelas a todos los niveles deben reabrir sus puertas para dar la bienvenida a los estudiantes en menos de un mes.
Hay que recordar que el 17 de marzo, cuando la educación en este país se movió a las plataformas digitales, había 6 135 casos confirmados de coronavirus, y 112 muertos por esa razón. Para el 31 de marzo, las cifras acumuladas se habían disparado a 189 000 enfermos y 3 900 decesos. Hoy, estos son los números: un total de 3 698 161 casos (67 574 reportados tan solo este domingo 19 de julio), y 139 659 muertos (877, el domingo). En este país, un niño no es admitido en la escuela si no tiene actualizadas ciertas vacunas, por cuanto implica un riesgo de contagio para otros niños. Sin embargo, en medio de la pandemia más grande de la historia reciente, sin control ninguno sobre la propagación del virus, y sin vacuna a la vista, la recomendación del gobierno es abrir las escuelas y recibir a los estudiantes de todos los niveles. ¿Qué va a pasar cuando muera el primer niño, el primer maestro? ¿Quién será responsable por la tragedia? Se impulsa un sentido de “normalidad” que es altamente riesgoso.
Por si esto fuera poco, otro escenario acecha a los estadounidenses: la posibilidad de que las elecciones presidenciales de noviembre próximo sean canceladas, al menos en el sentido tradicional de las elecciones en este país. El artículo II de la Sección 1 de la Constitución[1] establece que “cada estado podría designar, de la manera que la legislatura del mismo pueda ordenar, un número de electores igual al número de senadores y representantes a los que el estado puede tener derecho en el Congreso”. Y sería ese cuerpo, designado a nivel estatal, el que decidiría quién es el próximo presidente de los Estados Unidos. De los 50 estados de la federación, 26 son republicanos, el partido del actual mandatario.
Básicamente esto significa que los estados pudieran declarar inviables las elecciones si se declarara un estado de emergencia por el coronavirus, por lo que ninguno de los dos candidatos contendientes (Joe Biden, por los demócratas; Donald Trump, por los republicanos= obtendría la mayoría necesaria de los 270 votos del colegio electoral. Esto abriría la puerta para que esos estados decidieran a quién quieren de presidente, y esto, de manera casi segura, garantizaría un triunfo para Donald Trump. Es un escenario que nunca ha tenido lugar en los Estados Unidos, pero tomando en cuenta el estado actual de las cosas, y sobre todo, la negativa pública del actual mandatario a reconocer los resultados de las próximas elecciones, no hay que descartar esta posibilidad.
Ayer mismo Trump, en entrevista con Fox News, afirmaba que el voto por correo –que pareciera ser la alternativa más razonable debido a la magnitud de la crisis de salud que se vive en este país– no garantizaría unas elecciones limpias.
Por otra parte, una de las voces más fuertes y antagónicas a las políticas del actual presidente en la Corte Suprema de Justicia, Ruth Bader Ginsburg, ha informado que está en tratamiento de quimioterapia por un cáncer que padece. La jueza tiene 87 años de edad. De los actuales nueve jueces, cuatro han sido nombrados por presidentes demócratas, y aunque se supone que los jueces no deberían tener afiliación política, es harto conocido que estos cuatro son liberales y el resto, nombrados por presidentes republicanos –los últimos dos por Donald Trump- son conservadores. Las únicas tres mujeres que forman parte de la Corte Suprema de Justicia han sido nombradas por presidentes demócratas (una por Bill Clinton, precisamente la jueza Ginsburg, en 1993; y dos por Barack Obama –Sonia Sotomayor, en el 2009; y Elena Kagan, en el 2010).
De producirse una vacante en la Corte Suprema debido a los problemas de salud de Ginsburg, Trump se apresuraría a nombrar un nuevo juez, con lo cual tendría garantizado el respaldo ampliamente mayoritario de la Corte para cualquier modificación que quisiese hacer, por ejemplo, en la forma en que la Constitución es interpretada.
Además de los problemas económicos y sociales existentes en el país por causa del coronavirus y del mal manejo que se ha hecho de la crisis de salud –el número de desempleados, por ejemplo, llega a niveles históricos: el pasado mes de junio se estimaba que el 47.2 % de la población adulta del país carecía de empleo[2]–, otros ingredientes se agregan a la volátil situación social: en la ciudad de Portland, elementos de la policía federal vestidos de civil han detenido a personas que protestaban por la muerte de George Flyod[3] (en mayo pasado; las protestas llevan ya más de 50 días). Debido a esto, el viernes 17 de julio, el Fiscal General de Oregón, Ellen Rosenblum, presentó una demanda en una corte federal en contra del Departamento de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés).
Ante todo este panorama incierto, muchas ciudades se apresuran a declarar obligatorio el uso de máscaras –imponiendo incluso multas a quienes violen este mandato-, y a volver a recomendar una cuarentena más estricta –cuarentena que en los Estados Unidos no se ha vivido en ningún momento con las restricciones que han experimentado otros países donde el virus está siendo mejor controlado–.
En este minuto, el futuro sigue siendo más incierto que ayer.
[1] “Each State shall appoint, in such Manner as the Legislature thereof may direct, a Number of Electors, equal to the whole Number of Senators and Representatives to which the State may be entitled in the Congress…”
[2] Véase: https://www.cnbc.com/2020/06/29/nearly-half-the-us-population-is-without-a-job-showing-how-far-the-labor-recovery-has-to-go.html
[3] Otras muertes también recientes de afroamericanos han enardecido las protestas: Breonna Taylor –el 13 de marzo–, Ahmaud Arbery –el 23 de febrero–, y Elijah McClain –en agosto del 2019–.
Dr. Damaris Puñales-Alpízar



















Gonzalo Julián | Martes, 21 de Julio de 2020 a las 10:03:21 horas
Siempre te agradecemos los lectores de El Día de Zamora, "la visión in situ" de vuestra realidad, que tanto influye y afecta al mundo.
En esta ocasión, nos adelantas e informas de una eventualidad aún más inquietante que lo que creíamos saber.
Por favor: continua.
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