El amor deshabitado

Ya estamos a 23 de julio papá. Hace 8 años que te fuiste repentinamente, dejándome casi huérfana de amor y ternura. Por eso te dedico ahora, a las 19.24 minutos de la tarde el poema que te escribí al poco de irte, que me costó lágrimas.... Hoy fue un día raro, trasunto de lo que me llegaba de manera inexorable. No tengo sueño, pero dormiré y soñaré contigo. Quiero que sepas una cosa, te fuiste, sí, pero estás en mi memoria cada día, con un gesto, una conversación, una melodía compartida. Todo me recuerda a tí. Por eso sigues vivo en mí. Escribo por tí, adoro la música por tí y gracias a tí. Amo y me aman, siento orgullo por los míos y llevo tu enseñanza y tu honestidad como bandera. Nunca te lo podré agradecer lo suficiente. T.Q. Siempre. Maestro! Hoy no pondré nada más para honrar tu memoria.

Marchita está mi alma por tu ausencia. Por esa fragancia infinita que aún me queda, que más me duele.

Yertas están mis manos Por tu ausencia. Que ya no tocan tu rostro ni acarician tu aroma de constantes despedidas.

Ciegos están mis ojos por tu ausencia, porque no verte es no ver nada. Que no hay luz en mi mundo y mi noche ya es eterna.

Sordos son mis oídos por tu ausencia. Que tu palabra era música y tus latidos, armonía con mis penas.

Blanca es ya mi sangre por tu ausencia, que no roja ni purpúrea. que ha perdido su color de escaparse entre mis ojos.

Deshabitado está mi corazón por tu ausencia. Que no hay pasajero en mi viaje y nada llena este vacío que ayer colmaban tus besos.

Borrado está mi camino por tu ausencia. Que no hay senda ni horizonte, sino empedrada llanura que se pierde y que se agranda.

Callada está mi voz y dormidos mis anhelos. Que no quiero despertarme si hay ausencia. Si es tu ausencia.

Nélida L. del Estal Sastre