Viernes, 26 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Viernes, 24 de Julio de 2020
PASIÓN POR ZAMORA

Autonomías, enchufados y jetas políticos

[Img #41933]Vascos y catalanes independentistas se sintieron agraviados por aquello del café para todos cuando  se nos tiró la democracia a un pueblo que desconocía ese sistema de Gobierno. Lo que desearon siempre, desde el inicio de la Transición, los racistas de estas dos regiones españoles  consistía en ser diferentes, ser reconocidos y premiados  y primados. Solo anhelaban autonomía para el País Vasco y Cataluña. Al resto, nada, porque éramos España con capital en Madrid. Si el Estado español hubiese consentido y hubiera sido más sutil, ambas regiones no se habrían convertido en ariscas, golpistas y felonas.

Como jacobino, detesto las autonomías. Prefiero el modelo francés. Mi descentralización consiste en ayuntamientos y diputaciones. El Estado de las Autonomías es una aberración política. No aportó soluciones, solo contrajo problemas como el catalán, irresoluble con el PP y sedado, de momento, con Sánchez, pero inoculado por el político más dañino de la democracia española, el tal Zapatero, amigo de los totalitarismos, el que tenía un abuelo republicano, que no rojo, que son identidades distintas, y, se supone, otro franquista.

El Estado autonómico ha creado un nuevo centralismo. En el caso de Castilla y León, comunidad ahistórica, manipulado por políticos de Valladolid y Burgos, donde han ido a parar, desde 1977, todas las grandes inversiones públicas. En democracia, Zamora descendió a la última categoría de la política regional. Se nos concedieron limosnas. Se hizo caridad.  Nos transformó en mendigos. Se nos quitó el dinero que llegaba de Europa para igualarnos económica y demográficamente con las grandes provincias y ciudades de Castilla y León.  Ahora, acabar con este tinglado político y económico que rige las 17 autonomías nacionales, ya enquistado, del que viven miles de enchufados, jetas de la res pública, vividores, resulta imposible, utopía, más profunda que la de Tomás Moro.

Verbigracia: ¿Cómo desguazar todas aquellas empresas públicas montadas por el PP en Castilla y León, en las que se ha dado trabajo, forever, a amigos, familiares y afines? En el resto del Estado español hay unos 4.000 organismos de este tipo controlados por los distintos gobiernos autonómicos. Existe en nuestra nación un árbol genealógico del nepotismo. Hay ramas del enchufismo de todos los partidos: socialistas, populares, y partidos racistas vascos y catalanes. Aquí, el que tuvo un amigo, con cierto cargo, en la res pública, alcanzó el funcionariado sin grades esfuerzos. Los españoles que carecieron de esa cercanía con el poder político se vieron gravemente perjudicados. Las instituciones públicas se hallan preñadas de enchufados, bendecidos por el nepotismo. En esta práctica corrupta cumplieron todas las formaciones políticas allá donde gobernaron. Ni derechas, ni izquierdas podrían echarse la culpa. Todas se mancharon con privilegios y amiguismos. Vergüenza.

Y ahora nos viene ese personaje que cabalga en el corcel de las contradicciones a amenazarnos con una república multinacional. No tiene ni puta idea. Si fuera una república con 17 estados, sería federal, y en el federalismo desaparecen los privilegios, a no ser que sea confederal y asimétrica, como exigían los socialistas catalanes cuando Maragall. Sigue sin enterarse el amigo de Dina, ese matrimonio que ingresa un cuarto de millón de euros al año, que los racistas catalanes y vascos desprecian la igualdad entre españoles, autonomías, porque se consideran superiores como etnias,  y que, por tanto, jamás se conformarían con una república igualitaria.

El problema de España no consiste en ser república o monarquía constitucional, sino en profundizar nuestra democracia, en darle transparencia y calidad: nueva ley electoral, división tajante de poderes, igualdad ante la ley de todos los españoles, sean ricos o pobres, hombre o mujeres, jóvenes o ancianos.

Después se debatirá y el pueblo elegirá entre un rey como Felipe VI o un presidente de la III República como, por ejemplo, Pedro Sánchez.  Lo demás asuntos propagandísticos, embuste, cuento y falacia propias de un totalitario burgués, del líder de un partido, o lo que sea, que recibe millones de euros de una república teocrática, como Irán, donde la mujer carece de los mismos derechos que los hombres, no existe la libertad y se cuelga a los homosexuales en las grúas. De puta madre, tío. .

 Esa es la democracia que quiere el tal Pablo Iglesias, el hombre que juzgaba inmoral cobrar un sueldo de diputado nacional y que jamás abandonaría su humilde vivienda de Vallecas. Si ser de izquierdas consiste en imitar a Iglesias, todos los españoles somos marxistas-leninistas. Resulta muy sencillo. Jeta.

 

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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