Micromachismos, microsandeces, microinteligencias

Estaba leyendo varias noticias que me preocupan sobremanera, la relativa a la gran bajada del PIB de países europeos, siendo la más drástica la española y también aquella sobre el incremento exponencial del número de casos positivos por Covid en los últimos catorce días. Mi inquieta reflexión me duró un nanosegundo porque una mujer, llamada Vanessa Romero me trasladó a otra realidad; una realidad paralela diría yo.

Si, una edil de Unidad Podemos del Ayuntamiento de Alicante, a la que en el transcurso de un pleno municipal, no se le ocurre otro comentario más afortunado que el de relacionar la temperatura del salón de plenos con la diferencia corporal entre mujeres y hombres. En vez de estar agradecida por no pasar el calor que venimos padeciendo el común de los mortales desde hace varias semanas, ella se centra en comenzar su intervención aludiendo a que el alcalde del Pp, señor Barcala Sierra, es autor de un micromachismo que a ella le afecta. El regidor, con serenidad pasmosa, supongo que reprimiría un ataque de risa, apostando por un antídoto inclusivo, al indicarle que sería más fácil pedir que se quitase el aire acondicionado y procediera toda la corporación a sudar en igualdad.

Cuando crees haberlo visto todo, acaba colándose de la manera más inverosímil un esperpéntico show. Se me ocurre que la concejala podía haberse puesto una chaquetita por encima, que seguramente le hubiese quitado todo o parte del frio que padecía. Aquello, parecía una prueba inculpatoria; como si el alcalde presidente no tuviese otras responsabilidades municipales que la de velar por la temperatura óptima del salón de plenos. Me parece que la respuesta del regidor fue audaz ante el desconcertante comentario.

La glosa de la edil, cocinada al gélido frío del aire acondicionado, le va a aupar a la categoría de princesita o de princesota, quien sabe. En vez de sentirse satisfecha por la evolución histórica de la igualdad de sexos, pareciera que con su comentario quisiera demoler las demandas conseguidas por las sufragistas estadounidenses, tales como poder votar, poder presentarse a elecciones o llegar a ocupar cargos públicos como el que ella ocupa. En el instante de proferir el comentario, no pareció recordar tampoco a Clara Campoamor, política con ella e impulsora del sufragio femenino en España, que tuvo que acabar sus días  exilada en Suiza.

 Yo, lo que no acabo de entender es porque una mujer con su altísimo grado formativo, con esa carrera de arquitectura inacabada, estuvo en Ecuador como jefa de obra solo tres años, según se desprende de su prolijo currículo de cuatro líneas. Me cuestiono por que no permaneció en su puesto de trabajo, siendo jefa como era, en el sector de la construcción, en el que la mujer sigue infrarrepresentada. De ese modo, si estaría promoviendo la presencia equilibrada y la promoción profesional de las mujeres.

Si ella fuese una buena profesional de la política, se habría anticipado a conseguir una temperatura optima de toda la Casa Consistorial y podría haberle mostrado al señor alcalde, en el momento del pleno, un escrito registrado en el que plasmase una proposición o una moción exigiéndole la temperatura que reivindicaba, observando lo preceptuado en el Reglamento de Organización y Funcionamiento de las Entidades Locales.

El falocentrismo de Freud ha acabado para dar lugar a las macrosandeces que acaban en chascarrillos risibles.

Princesita o princesota, flaco favor el que nos haces a las mujeres que asumimos diariamente y, de manera natural, múltiples responsabilidades.