Nélida L. Del Estal Sastre
Miércoles, 05 de Agosto de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

De las personas tóxicas

Alguien me pidió que escribiera algo sobre los entes caminantes que intoxican nuestro reducido mundo bonito y cuasi perfecto y lo pudren. Pues ahí va. Por ti, amigo, y por todas esas personas que han de aguantar a estos personajes de sainete que joden todo lo que tocan, o eso intentan; a veces lo consiguen, otras veces se quedan con las ganas de conseguirlo.

Resulta que en mi dilatada existencia, bueno, tampoco voy a exagerar…En mi existencia hasta la fecha, he tenido el amargo privilegio, (porque lo es, para luego mandarlos a la mierda) de conocer a personas que se me presentaron como amigos fieles, familiares afables o conocidos “suavitos”. Me decían cosas para “hacerme la cama” y acto seguido, en pocos días, lanzarme puñales como los “shuriken” japoneses, esa especie de disco cuyas terminaciones son cuchillos de cuatro filos que usaban los ninjas y que te dejaban en el sitio como se te clavaran en el lugar correcto. Es más, siempre lo hacían. Los ninjas estaban entrenados para estas luchas y no solían fallar en su objetivo. Pues voy a ello, que me desvío por mi natural afección a dispersarme y por la cultura japonesa. Mi Asperger a veces no me deja seguir con un discurso normal y he de explicar absolutamente todo con pelos y señales, no puedo dejarlo estar, no puedo…

Estas personas, se te acercan, se te pegan como una rémora para chuparte la sangre y la bondad si la tuvieras. Para extraerte el jugo más empático de tu persona y estrujarlo hasta dejarlo como un limón seco, de esos que pones en el frigo, partido por la mitad y con clavos (la especia) para que no huela más que a limpio y desinfectado todo el refrigerador. Como si nadie hubiese metido en él ni una pieza de salmón o merluza, ni un solomillo de buey, o de ternera, nada. Asepsia total. Te dejan en los huesos el cerebro.

Estas personas que campan a sus anchas por el mundo, destrozando otros mundos y otras vidas, no son conscientes de lo que desbordan tras de sí, de lo que destruyen tras sus pasos, pétreos como el cemento o el hormigón, hecho a base de cemento, y piedras. Si fueran conscientes de lo que destruyen, quizás, sólo quizás, no lo harían. Quizá soy indulgente y pienso que las personas de bien hacen el bien. Ahora ya no sé nada. Conozco a personas que gustan de destruir vidas o identidades, o ideas, por el simple hecho de intentar quedar por encima de ti. Que no te arrebate su ser ante el tuyo, nunca, que no lo haga. Eres puro, diáfano, claro y cristalino como el agua de un río. Eres tú y eso no lo podrá cambiar nadie por mucho que intente desdibujar tu ser.

Sé tú. Sé yo, sé lo que quieras ser, pero nunca alguien que critique sin saber, juzgue sin conocer y diga sin distinguir una puta mierda lo que tú eres de lo que son los demás.

No dejes que manchen tu nombre y tus apellidos con miserias humanas que no interesan a nadie y que a nadie importan porque, además, no son ciertas. Sé feliz. Y, a estas personas que gustan de enfangar todo lo que tocan o toda persona con la que hablan, que les jodan. Que les jodan y punto porque no merecen otro trato, quizá la más absoluta indiferencia.

Se te aparecen como seres que te ayudarán y te sacarán del entuerto en el que te halles. No seas tonto, no confíes, se prevalen del conocimiento de tu precaria situación para desvelarla a todo bicho viviente mientras se regodean ante los suyos como un cochino, puerco, cerdo, en su cochiquera, se ensucian al revolcarse en esa asquerosa y lujuriosa casa del hedor que es el muladar de sus vidas. Te juzgan en público, te agasajan y abrazan en privado. Iros todos a tomar por el culo.

Son los que te pegan la palmadita en el hombro mientras piensan en la manera de contar tu situación a otros, adornando de estiércol su cuento, y agrandando hasta el paroxismo malo y malvado lo que de tu persona haya podido salir en un momento de debilidad personal. No te fíes, esta especie de gentuza, porque son gentuza, se valen de lo que de ti conocen, por ti o por tus allegados. Hacen una historia de película de terror para asombrar y captar la atención de personas a las que, sin esos comentarios depravados y desviados de toda realidad, sería imposible llevar hasta su terreno, que es la mierda.

No te fíes de nadie, sólo de aquél que te haya demostrado que está contigo y es de tu “cuerda” para bien o para mal, esa persona que sabes que no rendirá cuentas ante nadie y te defenderá más allá de sus propias creencias porque se fía de ti y de las tuyas, porque te comprende, te entiende y te tolera más allá de ti mismo.

Nélida L. del Estal Sastre

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