Zamora: provincia menguante

Tengo entre mis manos las páginas amarillas para la provincia de Zamora 2020-2021, un retrato sociológico y económico de nuestra provincia. Hemos menguado tanto como lo evidencia ese libreto telefónico. España, a partir de octubre, vivirá una colosal pandemia económica. Zamora, que es el ano de la nación española, viajará en el tiempo hasta la postguerra. No veo salidas. Solo la Biorrefinería Multifuncional, que espera a un Pleno de la Diputación de la primera semana de septiembre para hacer ya efectivo el pago a Iberdrola del erial de Barcial del Barco, y esa posibilidad de la recuperación de Monte La Reina me invitan a ser levemente optimista. Confieso, no obstante, que la razón, la experiencia y la historia me han convertido en un pesimista antropológico.

Ahora, en agosto, la provincia cambia, se transforma, recoge la ucronía: lo que pudo haber sido y no fue, lo que tuvo que ser, pero, debido a la felonía de sus políticos, de todos las ideologías -¿Las tienen?- y se quedó en desierto demográfico. Yo acuso a PSOE y PP, a sus diputados y senadores en Madrid, y a los procuradores en las Cortes de Castilla y León de haber traicionado a sus votantes, de obedecer a las jerarquías de ambas formaciones antes que a su provincia, porque así se aseguraban el cargo. “El que se mueve no sale en la fotografía”. Alfonso Guerra dixit. A esta gente, con escasa preparación intelectual, pero con una enorme ambición política, un deseo eterno de vivir del cargo público hasta el fin de sus días, se les olvidó Zamora por cobrar sueldos muy superiores a los que habrían recibido por su profesión: maestros, abogados se secano, funcionarios pasaron a recibir salario cuatro o cinco veces superiores. Todos se agarraron al cargo como lapas. Para mantenerse en la poltrona, que habría dicho José María García, obedecieron órdenes de sus gobiernos respectivos, aunque perjudicasen a la provincia. Les trajo sin cuidado la deriva hacia la nada de Zamora. Pensaron en su propio bienestar, jamás en el de los zamoranos.

Y este agosto, que será mejor que el julio ya fallecido, no alcanzará la alegría en el gasto de otros agostos de años anteriores. Terrazas llenas, zonas de bares con mucha gente, pero no evitan pensar e imaginar el futuro que nos aguarda cuando caigan las hojas y los fríos hielen el corazón económico de esta ciudad y su provincia. Contaremos para el desastre con el expolio que el Gobierno, con la aquiescencia de nuestro Ayuntamiento, del superávit municipal, del ahorro de Guarido y s equipo, de los impuestos pagados por los zamoranos durante estos años. Todos los partidos en armas contra este pacto de la felonía entre la FEMP, presidida por un socialista eterno, y el ejecutivo central. Zamora, no. Ignoran en la Casa de las Panaderas la que se le viene encima. Se creen que esa coalición, una paradoja política, porque los comunistas siempre fueron el mayor enemigo del socialismo democrático, como le evidencia la historia, la española y la mundial, la de la Guerra Civil y la de la Revolución Soviética, que, en el futuro, se les premiará. Me hacéis reír don Gonzalo. La candidez de las buenas personas, la inocencia de unos políticos provincianos.

Quo vadis, Zamora? En no mucho tiempo, cualquier ejecutivo nacional decidirá cambiar la estructura administrativa del Estado. Y me temo que nuestra provincia se dividirá.  La zona norte ingresará en León, mientras la sur, en Salamanca. La capital perderá, pues, funcionarios, personas, gente, consumo. Eso es lo que no espera. Mientras, el Gobierno de Pedro Sánchez saquea las arcas municipales con el consentimiento de los zamoranos y sus políticos. No hay rebaño de ovejas y pastores tan blandos como los que pastan en nuestra tierra.

Eugenio-Jesús de Ávila