Sábado, 20 de Diciembre de 2025

Eugenio de Ávila
Miércoles, 12 de Agosto de 2020
REPÚBLICO

Podemos dilapida la superioridad moral de la izquierda

[Img #42603]Pablo Iglesias y sus cuates podemitas, el neocomunismo anacrónico, son la manzana podrida de esta izquierda aburguesada, la izquierda bien, la fina, que nos cogobierna. Alguien, por necesidad, los colocó en la misma cesta que el PSOE, un partido que fue revolucionario, agosto de 1917; golpe de Estado de 6 de octubre de 1934; Guerra Civil, y conservador, pactos con Primo de Rivera y, a partir de 1982, con Felipe González. Después, se asilvestró con el ínclito Zapatero, que tuvo un abuelo republicano, pero no revolucionario, dos conceptos que diferenciar, y otro, se supone, franquista. Y ahora, por necesidades, ni se sabe lo que es: monárquico, republicano de Pi i Maragall, o de Largo Caballero. Ojalá Pedro Sánchez imitase a Besteiro. Pero entre aquel modelo del socialismo español y el actual presidente del Gobierno las diferencias éticas e intelectuales las juzgo descomunales.

González soltó las amarras con el marxismo para gobernar España. En Suresnes venció a lo poco que quedaba del PSOE de la República, para forjar otro partido, con las mismas siglas, pero diferencias ideológicas colosales. Pablo Iglesias, no sé si más listo que jeta, pero ni inteligente ni culto, encauzó la rebelión democrática del 15-M, pero desperdició el caudal de libertad que aquella España exigía. El vicepresidente 2º del Gobierno, al que yo definí como el Prometeo de la Democracia, el político de la calle que iba a limpiar de corrupción el sistema, me ha traicionado a mí y a millones de españoles. Se ha convertido en politicastro, en burdo imitador de las corrupciones del PP y del PSOE.

 A Podemos, con los procesos judiciales que se le están abriendo, solo lo votarán gente con fe, sin capacidad de reflexión; personajes que se creen de izquierdas, pero no son otra cosa que fascistas de la siniestra. Para mí la sutil diferencia entre comunistas y fascistas estriba en el carácter de su revolución. Aquella internacionalista, porque su fundador fue un judío, converso, asquenazí, Marx, y sus arquitectos, exceptuando Stalin, hebreos rusos. El judío no tiene patria. La de Mussolini, no confundir con el Nacional Socialismo alemán, buscaba el comunismo patriótico. El programa de San Sepolcro del Duce lo define como hombre de ultraizquierda. De hecho, abandonó el PSI porque se había aburguesado.

Iglesias, que nunca pasó necesidades, nacido en familia de clase media, me parece un actor, malo, como Reagan, pero hay gente a la que convenció. A mí también. Pero, como me sucedió con Felipe González, con unos cuantos gestos, numerosas contradicciones y su mímica política me desconcertó, primero, y después me demostró que era uno más entre la caterva política que viene gobernando España desde 1977, de los que Azaña, de haberlos conocido, habría vuelto a escribir con saña.

Podemos, como definiera García-Trevijano, no es mas que "una farsa la revolución pendiente de la Falange". Pero lo ignoran.Profesores de Políticas. Asi está la Universidad española, ninguna entre las 150 mejores del mundo.

La gente de izquierdas que conocí en Madrid, en los últimos años de la dictadura, cuando estudiaba en la capital de España, cuando ser antifranquista resultaba todo un ejercicio de valentía, era seria, sobria y honrada. No tuve la suerte de compartir debates políticos con ningún miembro del PSOE, entre otras variadas razones, porque no existía. Desaparecido del combate frente al franquismo. Pero viví el juicio contra Camacho y el asesinato de Carrero Blanco. Y comparo al dirigente de CC.OO.  y  sus compañeros, el Proceso 1001, con esta caterva de Unidas Podemos y me encabrono.

Y me pregunto: ¿Qué ha sucedido en España para que estos que dicen representar a la izquierda ultra se hayan convertido en la antítesis de aquellas personalidades a las que tanto admiré? ¿Qué clase de izquierda es esta que nos gobierna ahora? ¿Pablo Iglesias a quién representa, además de a sí mismo, a su familia y a otros cuantos de su misma categoría social e intelectual? ¿Una persona de izquierdas, de las de mi generación, se sentiría representado por esta formación? ¿Los trabajadores se sienten cercanos, moralmente, a este personaje? ¿Es feminista este hombre que dijo proteger a una mujer de 25 años, la tal Dina, monárquica en una nación con rey absolutista, comendador de los creyentes, y republicana en España, con un rey demócrata, un macho que va dejando mujeres como si se tratase de mercancía sexual? Este Lenin de bolsillo, a pilas, ya aparecía en el Evangelio: la imagen el fariseo, el hipócrita, aquel que veía la paja en el ojo ajeno y parecía incapaz de ver la viga en el suyo.

Esa izquierda no es la mía, en la que yo creía cuando era un joven cándido e iluso.  La maldigo. Porque personajes como Iglesias y Pedro Sánchez, o el mismísimo ZP dilapidaron la supuesta superioridad moral de la izquierda durante este largo ya periodo democrático hasta degradarse como políticos y personas. Se acabó la impunidad moral de esta izquierda sacra, intocable y fatua.

  El aserto de Ortega y Gasset adquiere hoy absoluto protagonismo: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral…”. “Rebelión de las Masas”. Año 1937.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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