Eugenio de Ávila
Viernes, 21 de Agosto de 2020
REPÚBLICO

Una izquierda montaraz y una derecha pusilánime en una España sin demócratas

[Img #42877]Que esta izquierda o extrema, nunca socialdemocracia, que nos gobierna en este 2020, podría ser lo peor para muchos españoles demócratas no me cabe duda. Pero la desgracia de España se llama PP. Lo fue el de Rajoy, que no supo irse, que debió haber convocado elecciones antes que permitir una moción de censura, que creyó que a los separatistas los calmaría con más y más privilegios, dádivas, pesetas, y ahora con Casado, un antilíder, la antítesis del presidente de un partido; esta formación política, que no es de derechas ni de nada, sino todo lo contrario, da hasta pena.

Los españoles con conciencia política, que no son marxistas, ni separatistas, que creen en la libertad individual, en la propiedad privada, en la división de poderes, en república si es necesario, en monarquía constitucional si no coarta libertades, en una buena educación pública, en una privada si es menester para los padres que así lo consideren, en una sanidad nacional, en una nación sin autonomías, cáncer económico, refugió de la vulgaridad elevada a la enésima potencia, covachas del nepotismo, por mucho que busquen, no encuentran formación a la que votar, que les represente.

Para construir un edificio sólido, fuerte, perdurable, a prueba de terremotos, se necesitan materiales de calidad. Para que una democracia funcione,  conditio  sine qua non, que el material que la ponga en marcha, que la mantenga, que la solidifique, que la apuntale sea demócrata. Pero aquí no existe el ciudadano libre y demócrata, el que ame tanto su libertad como la del prójimo. Aquí hay una izquierda montaraz, con neocomunistas empeñados en cargarse la transición, jovenzuelos que no conocieron el franquismo, tan solo por referencias, que vivieron de puta madre en el régimen, y un PSOE desnortado, que ha tomado la montura de Largo Caballero, un leninista viejo y desfasado ya en 1933, que es, en esencia, antidemócrata, y una derecha, la del PP,  que, además de no ser liberal, es tonta y felona, pusilánime y huérfana de ideas, aborregada y esquizofrénica, sin ideales, sin idealismos, en la que cada cual va a lo suyo, a mantener el carguito y a seguir viviendo de este chollo. Si el  PP hubiera sido un partido cercano al pueblo, Zamora no se encontraría ahora como Las Hurdes del siglo XXI.

Reitero: la culpa de que España se quiebra no es tanto de esa izquierda revolucionaria de pacotilla, preñada de botarates y ególatras, de jetas y malandrines, de caraduras y embusteros, sino del mayor partido nacional, que ni es de derechas ni de centro, ni mediopensionista, con idénticos políticos que la siniestra, badulaques, estólidos y desvergonzados.

  Como hubiera dicho Machado, estos partidos, a derecha e izquierda, no son de ayer, ni de mañana, sino de nunca; no son el fruto maduro ni podrido, son fruta vana. Quo vadis, España? ¡Ay si hubiese diez demócratas en cada partido nacional!  A un servidor ninguna de estas dos Españas le partirá el corazón. Ya no me queda hueco entre ambos pulmones para tal músculo cardiaco.

      Eugenio-Jesús de Ávila                             

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