APASIONADO
Este otoño tiene que ser la primavera de Zamora
De no ser así, nuestra tierra entrará en una “glaciación” social y económica
España se seca. Sus últimas hojas caerán del árbol del progreso cuando el otoño acuda a su cita anual con la tristeza, Eolo sople fuerte desde Atlántico para empujar las primeras borrascas y los malandrines de la política envenenen las aguas de los ríos de la coherencia, la concordia y la libertad.
Zamora se muere o, quizá ya hayamos celebrado sus exequias. Anoche salieron los hosteleros a protestar. Fue una madrugada triste: a la cama, solos, tras acompañar a su casa a la mujer de tu vida o al hombre de un momento. A la una, como en el cuartel, silencio. A dormir, que así no se piensa. El vulgo, resignado, se acuesta y bala. El redil se llena de gente, que sin combatir, perdió la batalla.
Zamora debería rebelarse de una puta vez cuando cayese la primera hoja de cualquier árbol de la plaza de Viriato. No podemos hibernar en la cueva del lamento a la espera de la primavera. No queda tiempo. Si se aprueban los Presupuestos Generales del Estado, habrá que exigirle al Gobierno que aparezca una sólida partida para la restauración de Monte la Reina. Si no es así, a las barricadas para lanzar piedras de progreso; a la crítica cotidiana a los socialistas zamoranos, antes del PSOE que de Zamora. Y, sin olvidarnos, azuzar a los representantes del PP y de Vox en las Cortes y Senado para que exijan lo que el pueblo anhela, desea y exige. Porque hay que reclamar y reivindicar ya. Esta gente anda huérfana de verdades. Sus palabras se escriben sobre el agua de un río de montaña. Mentiras para perpetuarse en el poder. Lo queremos todo por escrito, con firma y rúbrica.
Y, además, como zamorano, como víctima de la ignominia histórica del Estado con esta provincia, no me voy a conformar con lo del campamento militar, quiero más dinero, pero que aparezca en las cuentas del Gobierno para el año 2021, para el inicio de la transformación en autovía de esa locura de nacional que nos separa de Portugal. No sé qué hace la oposición que se ha olvidado de esta infraestructura. Quizá es que Rajoy también obvió esta reivindicación de los alistanos y de todos los zamoranos que amamos la nación hermana lusa mientras dormía y veía ciclismo y partidos de fútbol en Moncloa. La mala conciencia.
Y otra cuestión básica: ¿Adif cederá al Ayuntamiento de Zamora los terrenos del complejo ferroviario para que se construya un polígono industrial dotado con todos los avances tecnológicos? Antidio Fagúndez, el amigo zamorano de Pedro Sánchez y diputado nacional del PSOE por esta provincia, siendo primer teniente de Alcaldía negoció, en Madrid, con los altos cargo de Adif, esa cesión. Debería insistir. Se lo exigimos.
E insisto, como advertí hace diez años, con motivo de la inauguración oficial de este medio de comunicación, en presencia Maíllo, entonces presidente de la Diputación; Rosa Valdeón, alcaldesa, y otros mandatarios del PP y del PSOE, que hay que ser zamorano antes que socialista y conservador. De lo contrario, si se rinde pleitesía a las mencionadas formaciones políticas nacionales y se olvida al pueblo de Zamora, nuestra tierra se morirá y ellos se convertirán en felones.
No va más. Este otoño debe transformarse en la primavera de Zamora. Si no sucede como deseo, esta ciudad y su provincia entrará en una “glaciación” social, económica y demográfica.
Eugenio-Jesús de Ávila
España se seca. Sus últimas hojas caerán del árbol del progreso cuando el otoño acuda a su cita anual con la tristeza, Eolo sople fuerte desde Atlántico para empujar las primeras borrascas y los malandrines de la política envenenen las aguas de los ríos de la coherencia, la concordia y la libertad.
Zamora se muere o, quizá ya hayamos celebrado sus exequias. Anoche salieron los hosteleros a protestar. Fue una madrugada triste: a la cama, solos, tras acompañar a su casa a la mujer de tu vida o al hombre de un momento. A la una, como en el cuartel, silencio. A dormir, que así no se piensa. El vulgo, resignado, se acuesta y bala. El redil se llena de gente, que sin combatir, perdió la batalla.
Zamora debería rebelarse de una puta vez cuando cayese la primera hoja de cualquier árbol de la plaza de Viriato. No podemos hibernar en la cueva del lamento a la espera de la primavera. No queda tiempo. Si se aprueban los Presupuestos Generales del Estado, habrá que exigirle al Gobierno que aparezca una sólida partida para la restauración de Monte la Reina. Si no es así, a las barricadas para lanzar piedras de progreso; a la crítica cotidiana a los socialistas zamoranos, antes del PSOE que de Zamora. Y, sin olvidarnos, azuzar a los representantes del PP y de Vox en las Cortes y Senado para que exijan lo que el pueblo anhela, desea y exige. Porque hay que reclamar y reivindicar ya. Esta gente anda huérfana de verdades. Sus palabras se escriben sobre el agua de un río de montaña. Mentiras para perpetuarse en el poder. Lo queremos todo por escrito, con firma y rúbrica.
Y, además, como zamorano, como víctima de la ignominia histórica del Estado con esta provincia, no me voy a conformar con lo del campamento militar, quiero más dinero, pero que aparezca en las cuentas del Gobierno para el año 2021, para el inicio de la transformación en autovía de esa locura de nacional que nos separa de Portugal. No sé qué hace la oposición que se ha olvidado de esta infraestructura. Quizá es que Rajoy también obvió esta reivindicación de los alistanos y de todos los zamoranos que amamos la nación hermana lusa mientras dormía y veía ciclismo y partidos de fútbol en Moncloa. La mala conciencia.
Y otra cuestión básica: ¿Adif cederá al Ayuntamiento de Zamora los terrenos del complejo ferroviario para que se construya un polígono industrial dotado con todos los avances tecnológicos? Antidio Fagúndez, el amigo zamorano de Pedro Sánchez y diputado nacional del PSOE por esta provincia, siendo primer teniente de Alcaldía negoció, en Madrid, con los altos cargo de Adif, esa cesión. Debería insistir. Se lo exigimos.
E insisto, como advertí hace diez años, con motivo de la inauguración oficial de este medio de comunicación, en presencia Maíllo, entonces presidente de la Diputación; Rosa Valdeón, alcaldesa, y otros mandatarios del PP y del PSOE, que hay que ser zamorano antes que socialista y conservador. De lo contrario, si se rinde pleitesía a las mencionadas formaciones políticas nacionales y se olvida al pueblo de Zamora, nuestra tierra se morirá y ellos se convertirán en felones.
No va más. Este otoño debe transformarse en la primavera de Zamora. Si no sucede como deseo, esta ciudad y su provincia entrará en una “glaciación” social, económica y demográfica.
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