Eugenio de Ávila
Miércoles, 26 de Agosto de 2020
REPÚBLICO

Falta seriedad política, sobran políticos necios

[Img #43007]Habíamos quedado en que toda persona de izquierda posee una fe religiosa extraordinaria. Las almas pías católicas llevan creyendo unos dos mil años en la virginidad de María, madre de un dios de carne; en la resurrección de Cristo, en la ascensión a los cielos, en el Paraíso y en el Infierno y en una  estancia, Purgatorio, en residencia de la tercera edad para las almas. Los de izquierdas creen también en un paraíso en la tierra, en que Marx fue un genio, tras refundir el pensamiento económico de Ricardo con el filosófico de Hegel y después de que Engels lo compilase. La fe no es otra cosa que creer en lo que no se ve, incluso diría en no  creer en la realidad, en lo que se palpa.Unos y oros no saben vivir sin un dios. Yo soy ateo. Perdí la virginidad mental ha mucho tiempo.

El judío converso se equivocó en todo: la revolución no llegó en la nación más avanzada del capitalismo,  sino en la nación más atrasada de Europa, con un régimen casi de monarquía absoluta,  donde el proletariado era una minoría; la clase obrera en los países capitalistas no se muere de hambre y prefiere ser obrero en los Estados Unidos que funcionario en Corea del Norte o en la antigua URSS; no definió jamás lo qué es una clase social; la aplicación de las doctrinas comunistas conducen al hundimiento de las economías, en todas las naciones de socialismo real se vieron restringidas sus libertades  y los derechos del individuo hasta extremos brutales; jamás los estados socialistas acabaron con alienaciones y jerarquías sociales, ni desapareció el aparato coercitivo, sino que se potenció a su máxima expresión y el experimento socialista estableció un sistema totalitario de gobierno que limitó severamente los derechos humanos y libertades públicas: un absolutismo premoderno. Empírico. Ahora bien, las almas pías del izquierdismo, como las católicas, siguen esperando a El Mesías de la revolución.

Pero regresemos al presente. Pedro Sánchez, doctor en la mentira y licenciado en la propaganda, se lava las manos ante el COVID-10; Pilatos del coronavirus. Que las autonomías decidan, cual el pueblo hebreo, sobré qué hacer para crucificar al bicho chino, cuándo aplicar el Estado de Alerta. España lidera el caos en las naciones occidentales. Se improvisa. Se dice lo contrario que lo que se piensa. Los sabios han demostrado que el ejecutivo se ha equivocado desde el primer día. Ampara al partido del ínclito Iglesias, de la coleta al moño y tiro porque me toca, que huele, como Dinamarca a podrido.

El actual presidente del Gobierno nos ha demostrado –podría hacer una nueva tesis doctoral-que la mentira triunfa en política sobre la verdad, siempre perseguida, jamás apreciada por un vulgo que cree, porque no piensa, porque lo han atontado con programas de televisión, el fútbol, toreros macarras y heteras famosas.

La gente que cree en algo todavía puede rezar, pero los ateos buscamos y no encontramos hombres de Estado, a derecha e izquierda, para liderar a una nación que ya entró en quiebra moral y, en breve, en unos meses, conocerá una pandemia económica descomunal.

El ciudadano que no sea marxista ni socialista, ni totalitario, que reflexiona, que piensa, porque sabe que no duele, se halla desamparado, porque, al este del Edén político, no hay nada que pudiera sustituir al actual ejecutivo. Solo hay botarates, demagogos ambiciosos, ineptos, sin miras elevadas, políticos sin preparación intelectual, sin currículum, como Sánchez, Iglesias, Casado, Abascal. Hago propias unas palabras de Azaña, pronunciadas en pleno caos republicano: “¿Tendremos que resignarnos a que España caiga en una política tabernaria, incompetente, de amigachos, de codicia y botín, sin ninguna idea alta?”

El problema de España no es una cuestión de izquierdas o derechas, no se esclarece con un debate ideológico.  El dilema de nuestra patria hallase en la orfandad de  gente sería, de una ciudadanía enterada y en la jerarquía  de unas instituciones libérrimas, sin control político, como sucede con la Justicia

“No saben qué decir, no saben argumentar. No se ha visto más notable encarnación de la necedad. Lo que están haciendo me ha hecho pensar, por vez primera, desde que hay República, en la del 73. Así debieron de acabar con ella. El espectáculo era estomagante. Diríase que estaban llamando al general ignoto que emulando a Pavía restableciera el orden”. Insisto en esta reflexión  de Azaña, realizada en 1933, contra los suyos, contra la clase política republicana. España, pues, huérfana de políticos serios y preñada de políticos necios.

En verdad, como afirmó Pedro Sánchez, hemos salido más fuertes en miseria política. Españolito que vienes al mundo te salve Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Yo paso de ambas. España, como escribió Sartre del hombre, es una pasión inútil.

Eugenio-Jesús de Ávila

 

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