APASIONADO
Nacer en Zamora, ciudad acobarda, imprime carácter y mata
En esta tierra no existe una sociedad civil, más bien una sociedad redil en una ciudad pretérito y una provincia escrita sobre un libro de historia
No he conocido político, a la diestra o a la siniestra, que prefiera la guerra a la paz, el desempleo al trabajo, la tristeza a la alegría del pueblo. Todos abogan por construir una sociedad mejor, más equitativa y justa, avanzada y desarrollada económicamente. Sucede que, cada cual, según su singular visión, aplica medidas distintas. Después, el tiempo sitúa a cada cual en su lugar. Si los gobiernos no fracasaran en sus gestiones económicas y sociales, se perpetuarían en el poder. Todos caen. En principio, porque incumplen sus programas electorales; después porque el debate interno, casi siempre caprichoso, nunca ideológico, jamás pragmático, rompe las costuras del traje, a medida, de sastre, que lucía cuando pasó por el altar del matrimonio político. La fractura siempre se produce en el domicilio familiar. El enemigo suele vivir en el mismo domicilio, vivienda o chalé.
Como escribo, el político habla y habla, a veces incluso sabe que está mintiendo, tanto que se engaña a sí mismo, y ofrece al pueblo, convertido en rebaño, que va del redil estatal al pasto público, acciones extraordinarias, infraestructuras modernas, sanidad para todos, tanto para el anciano que vive en un pueblo perdido en cualquier sierra, como para la persona que viva en una ciudad; educación exquisita, erudita, superior para niños y jóvenes. Todo parece perfecto. Cuando las promesas se realizan en público, ante periodistas, nadie le pregunta: ¿Cuándo y cómo se harán realidad estas promesas? El político lanza, pues, su batería de proyectos sin problemas, porque sabe que nadie cuestionará sus promesas electorales.
Pongo esta tarde, cuando el crespúsculo se anuncia por Las Pajarancas, el dedo en la llaga de la N-122, en el trayecto, poco más de 60 kms, entre la capital de la provincia y la frontera lusa. Desde que Zapatero fue presidente hasta ahora mismo, estío de 2020, gobernados por dos políticos, Pedro y Pablo, Sánchez e Iglesias, que desconocían, tan si quiera, en qué consistía llevar, verbigracia, una Concejalía de Deportes, cómo se gestiona una administración pública, populares y socialistas han jugado con nosotros, alistanos y zamoranos todos, con lo de transformar esta carretera infame en autovía. Si había presidente socialista en La Moncloa, Martínez-Maíllo sacaba a los alcaldes alistanos del PP a la calle. ZP, ni puto caso. Pero después le tocó a Mariano Rajoy, un presidente que hizo de la pachorra una forma de vivir, de sentir, de ver el fútbol y el Tour de Francia. Entonces, los socialistas reclamaron, como si fueran bolcheviques, que el ejecutivo construyese esa autovía, ya utopía. Si te he visto no me acuerdo. Entonces, Martínez-Maíllo se quedó sin lengua, porque se la comió el gato del poder.
Hoy, en Zamora, la responsable del Reto Demográfico del Gobierno de Sánchez, una mujer con cara de buena persona, y una secretaria de Estado lusa, dama bella y elegante, se reunieron para hablar de los ejes, cinco, de desarrollo para la zona transfronteriza de ambas naciones hermanas. Por supuesto, la transformación de esa carretera al infierno que es la N-122 entre Zamora y Alcañices. Un servidor formuló la primera pregunta cuando la política socialista abrió el turno de cuestiones que formularle. Por supuesto, le pregunté por esa infraestructura. Me vino a decir que sí se contempla esa conectividad física, pero también la de Internet, que son las autovías del futuro, a la que Zamora, como siempre, llegará la última. Pero no anunció ni cuándo el Consejo de Ministros aprobará el proyecto, cuándo aparecerá una partida en los Presupuestos Generales del Estado destinada a ese menester. No habló de fechas. Me temo que concluirá esta legislatura y todavía ese tramo de carretera se mantendrá como en la actualidad. Los populares, a no tardar, la reclamarán; pero, si en el futuro un presidente del PP pasa a ser el principal inquilino de La Moncloa, los socialistas exigirán tal infraestructura de forma inmediata.
Mientras estos dos partidos se alternen en el gobierno de la nación y el pueblo guarde silencio o bale al alba, todo seguirá igual. Después de mí, otro periodista escribirá sobre esta carencia de comunicación terrestre entre Zamora y Tras os Montes. Se desesperará. Comprenderá que nacer en esta tierra marca, imprime carácter, acobarda, empobrece y mata. En Zamora no hay sociedad civil, más bien vivimos en una sociedad redil.
Eugenio-Jesús de Ávila
No he conocido político, a la diestra o a la siniestra, que prefiera la guerra a la paz, el desempleo al trabajo, la tristeza a la alegría del pueblo. Todos abogan por construir una sociedad mejor, más equitativa y justa, avanzada y desarrollada económicamente. Sucede que, cada cual, según su singular visión, aplica medidas distintas. Después, el tiempo sitúa a cada cual en su lugar. Si los gobiernos no fracasaran en sus gestiones económicas y sociales, se perpetuarían en el poder. Todos caen. En principio, porque incumplen sus programas electorales; después porque el debate interno, casi siempre caprichoso, nunca ideológico, jamás pragmático, rompe las costuras del traje, a medida, de sastre, que lucía cuando pasó por el altar del matrimonio político. La fractura siempre se produce en el domicilio familiar. El enemigo suele vivir en el mismo domicilio, vivienda o chalé.
Como escribo, el político habla y habla, a veces incluso sabe que está mintiendo, tanto que se engaña a sí mismo, y ofrece al pueblo, convertido en rebaño, que va del redil estatal al pasto público, acciones extraordinarias, infraestructuras modernas, sanidad para todos, tanto para el anciano que vive en un pueblo perdido en cualquier sierra, como para la persona que viva en una ciudad; educación exquisita, erudita, superior para niños y jóvenes. Todo parece perfecto. Cuando las promesas se realizan en público, ante periodistas, nadie le pregunta: ¿Cuándo y cómo se harán realidad estas promesas? El político lanza, pues, su batería de proyectos sin problemas, porque sabe que nadie cuestionará sus promesas electorales.
Pongo esta tarde, cuando el crespúsculo se anuncia por Las Pajarancas, el dedo en la llaga de la N-122, en el trayecto, poco más de 60 kms, entre la capital de la provincia y la frontera lusa. Desde que Zapatero fue presidente hasta ahora mismo, estío de 2020, gobernados por dos políticos, Pedro y Pablo, Sánchez e Iglesias, que desconocían, tan si quiera, en qué consistía llevar, verbigracia, una Concejalía de Deportes, cómo se gestiona una administración pública, populares y socialistas han jugado con nosotros, alistanos y zamoranos todos, con lo de transformar esta carretera infame en autovía. Si había presidente socialista en La Moncloa, Martínez-Maíllo sacaba a los alcaldes alistanos del PP a la calle. ZP, ni puto caso. Pero después le tocó a Mariano Rajoy, un presidente que hizo de la pachorra una forma de vivir, de sentir, de ver el fútbol y el Tour de Francia. Entonces, los socialistas reclamaron, como si fueran bolcheviques, que el ejecutivo construyese esa autovía, ya utopía. Si te he visto no me acuerdo. Entonces, Martínez-Maíllo se quedó sin lengua, porque se la comió el gato del poder.
Hoy, en Zamora, la responsable del Reto Demográfico del Gobierno de Sánchez, una mujer con cara de buena persona, y una secretaria de Estado lusa, dama bella y elegante, se reunieron para hablar de los ejes, cinco, de desarrollo para la zona transfronteriza de ambas naciones hermanas. Por supuesto, la transformación de esa carretera al infierno que es la N-122 entre Zamora y Alcañices. Un servidor formuló la primera pregunta cuando la política socialista abrió el turno de cuestiones que formularle. Por supuesto, le pregunté por esa infraestructura. Me vino a decir que sí se contempla esa conectividad física, pero también la de Internet, que son las autovías del futuro, a la que Zamora, como siempre, llegará la última. Pero no anunció ni cuándo el Consejo de Ministros aprobará el proyecto, cuándo aparecerá una partida en los Presupuestos Generales del Estado destinada a ese menester. No habló de fechas. Me temo que concluirá esta legislatura y todavía ese tramo de carretera se mantendrá como en la actualidad. Los populares, a no tardar, la reclamarán; pero, si en el futuro un presidente del PP pasa a ser el principal inquilino de La Moncloa, los socialistas exigirán tal infraestructura de forma inmediata.
Mientras estos dos partidos se alternen en el gobierno de la nación y el pueblo guarde silencio o bale al alba, todo seguirá igual. Después de mí, otro periodista escribirá sobre esta carencia de comunicación terrestre entre Zamora y Tras os Montes. Se desesperará. Comprenderá que nacer en esta tierra marca, imprime carácter, acobarda, empobrece y mata. En Zamora no hay sociedad civil, más bien vivimos en una sociedad redil.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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