PASIÓN POR ZAMORA
Secarrales y solares
El estío, ahora, 10 de septiembre, es un verano viejo. El sol ya castigó con sus rayos ígneos los campos. La ciudad muestra su cabello rubio por los cuatro puntos cardinales. Zamora, rodeada de secarrales. Hacia el oriente de la ciudad, por la zona norte, lo que son los barrios de Alviar, todo luce amarillo; quema los ojos si miras los matorrales, secos, de metro y medio de altura en muchos casos. Es como una selva sin nada. Quizá, cuando la luna le pone los cuernos al sol con el búho, las ratas y las culebras, tomen el testigo de insectos y otros bichos, fallos de Dios cuando se puso a descansar al séptimo día, y los grillos pongan la música para que bailen cucarachas con roedores y mariposas con libélulas. Pero el hombre público, consciente y serio, labora, aunque quizá no ore, durante las 24 horas de cada día.
Casi con seguridad, esos terrenos sean propiedad privada. En nuestra Constitución, por cierto, la propiedad privada no se contempla cono fundamental. Según la legislación española, Real Decreto Legislativo 7/2015, de 30 de octubre, Artículo 15, Contenido del Derecho de Propiedad del Suelo: deberes y cargas. Vayamos a los deberes, verbigracia:
a) Dedicarlos a usos que sean compatibles con la ordenación territorial y urbanística.
b) Conservarlos en las condiciones legales de seguridad, salubridad, accesibilidad universal, ornato y las demás que exijan las leyes para servir de soporte a dichos usos.
c) Realizar las obras adicionales que la Administración ordene por motivos turísticos o culturales, o para la mejora de la calidad y sostenibilidad del medio urbano, hasta donde alcance el deber legal de conservación.
Pongo el énfasis en el punto 4: “La Administración competente podrá imponer, en cualquier momento, la realización de obras para el cumplimiento del deber legal de conservación, de conformidad con lo dispuesto en la legislación estatal y autonómica aplicables”.
Y, como sentencia final: “Cuando el propietario incumpla lo acordado por la Administración, una vez dictada resolución declaratoria del incumplimiento y acordada la aplicación del régimen correspondiente, la Administración actuante remitirá al Registro de la Propiedad certificación del acto o actos correspondientes para su constancia por nota al margen de la última inscripción de dominio”.
Ahí se halla el quid de la cuestión de los solares que invaden la zona vieja, que no antigua de la ciudad, donde aparecen, como islas terrenos, más o menos vallados, en los que la vegetación y sus hijos, ratas, culebras, insectos y desperdicios dominan esos espacios. Y, por supuesto, por toda la periferia de Zamora: desde San Jose Obrero a Cabañales, Pinilla y San Frontis; desde Vista Alegre a La Alberca, La Villarina. En los barrios exteriores, sin vallar. En los interiores, cercados, pero, algunos casos, como el de la Rúa de los Notarios, inclinado de arriba hacia abajo, que despreció parte de su fachada no ha mucho tiempo, y, frente a él, el convento abandonado, propiedad de la Iglesia. Más abajo, otra fachada de balcones, sin nada detrás, como si se tratase de un decorado de película del oeste en Almería. En La Horta hay otras “joyas” urbanas que merecerían revisarse.
Yo no estoy contra la propiedad privada. No exijo que se expropien esos solares abandonados. Pero hay que presionar a los propietarios para que los adecenten y, en último término, aunque a un servidor le placería, negociar una posible compra por poco dinero, con lo que el Ayuntamiento podría construir viviendas sociales, edificios que se adecuasen al entorno arquitectónico, contando con la participación económica de la Junta de Castilla y León.
Respecto a los alrededores de la Estación del Ferrocarril -¡qué pensarán los pasajeros del AVE cuando vean esas laderas quemadas a su llegada a Zamora-, el terreno al este del convento de las Claras, Vista Alegre, la visión de tanto abandono, vegetación seca, de la que tienta al fuego, me causa un profundo malestar, desasosiego e impotencia. No hay solución. Los secarrales y los solares sin futuro me abruman.
¡Quiero que te quiero verde! No quiero más solares abandonados, ni solares que se acondicionen para aparcamientos de vehículos, ni tanto cemento. Solares para edificar viviendas para familias humildes, solares para convertirlos en jardines, árboles y fuentes. No pido tanto. Quiero a mi ciudad. Y si es vestida de verde, de verdad esperanza, de verde olivo, mejor, y barcos sobre el Duero y caballos en Valorio.
Eugenio-Jesús de Ávila
El estío, ahora, 10 de septiembre, es un verano viejo. El sol ya castigó con sus rayos ígneos los campos. La ciudad muestra su cabello rubio por los cuatro puntos cardinales. Zamora, rodeada de secarrales. Hacia el oriente de la ciudad, por la zona norte, lo que son los barrios de Alviar, todo luce amarillo; quema los ojos si miras los matorrales, secos, de metro y medio de altura en muchos casos. Es como una selva sin nada. Quizá, cuando la luna le pone los cuernos al sol con el búho, las ratas y las culebras, tomen el testigo de insectos y otros bichos, fallos de Dios cuando se puso a descansar al séptimo día, y los grillos pongan la música para que bailen cucarachas con roedores y mariposas con libélulas. Pero el hombre público, consciente y serio, labora, aunque quizá no ore, durante las 24 horas de cada día.
Casi con seguridad, esos terrenos sean propiedad privada. En nuestra Constitución, por cierto, la propiedad privada no se contempla cono fundamental. Según la legislación española, Real Decreto Legislativo 7/2015, de 30 de octubre, Artículo 15, Contenido del Derecho de Propiedad del Suelo: deberes y cargas. Vayamos a los deberes, verbigracia:
a) Dedicarlos a usos que sean compatibles con la ordenación territorial y urbanística.
b) Conservarlos en las condiciones legales de seguridad, salubridad, accesibilidad universal, ornato y las demás que exijan las leyes para servir de soporte a dichos usos.
c) Realizar las obras adicionales que la Administración ordene por motivos turísticos o culturales, o para la mejora de la calidad y sostenibilidad del medio urbano, hasta donde alcance el deber legal de conservación.
Pongo el énfasis en el punto 4: “La Administración competente podrá imponer, en cualquier momento, la realización de obras para el cumplimiento del deber legal de conservación, de conformidad con lo dispuesto en la legislación estatal y autonómica aplicables”.
Y, como sentencia final: “Cuando el propietario incumpla lo acordado por la Administración, una vez dictada resolución declaratoria del incumplimiento y acordada la aplicación del régimen correspondiente, la Administración actuante remitirá al Registro de la Propiedad certificación del acto o actos correspondientes para su constancia por nota al margen de la última inscripción de dominio”.
Ahí se halla el quid de la cuestión de los solares que invaden la zona vieja, que no antigua de la ciudad, donde aparecen, como islas terrenos, más o menos vallados, en los que la vegetación y sus hijos, ratas, culebras, insectos y desperdicios dominan esos espacios. Y, por supuesto, por toda la periferia de Zamora: desde San Jose Obrero a Cabañales, Pinilla y San Frontis; desde Vista Alegre a La Alberca, La Villarina. En los barrios exteriores, sin vallar. En los interiores, cercados, pero, algunos casos, como el de la Rúa de los Notarios, inclinado de arriba hacia abajo, que despreció parte de su fachada no ha mucho tiempo, y, frente a él, el convento abandonado, propiedad de la Iglesia. Más abajo, otra fachada de balcones, sin nada detrás, como si se tratase de un decorado de película del oeste en Almería. En La Horta hay otras “joyas” urbanas que merecerían revisarse.
Yo no estoy contra la propiedad privada. No exijo que se expropien esos solares abandonados. Pero hay que presionar a los propietarios para que los adecenten y, en último término, aunque a un servidor le placería, negociar una posible compra por poco dinero, con lo que el Ayuntamiento podría construir viviendas sociales, edificios que se adecuasen al entorno arquitectónico, contando con la participación económica de la Junta de Castilla y León.
Respecto a los alrededores de la Estación del Ferrocarril -¡qué pensarán los pasajeros del AVE cuando vean esas laderas quemadas a su llegada a Zamora-, el terreno al este del convento de las Claras, Vista Alegre, la visión de tanto abandono, vegetación seca, de la que tienta al fuego, me causa un profundo malestar, desasosiego e impotencia. No hay solución. Los secarrales y los solares sin futuro me abruman.
¡Quiero que te quiero verde! No quiero más solares abandonados, ni solares que se acondicionen para aparcamientos de vehículos, ni tanto cemento. Solares para edificar viviendas para familias humildes, solares para convertirlos en jardines, árboles y fuentes. No pido tanto. Quiero a mi ciudad. Y si es vestida de verde, de verdad esperanza, de verde olivo, mejor, y barcos sobre el Duero y caballos en Valorio.
Eugenio-Jesús de Ávila



















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