Regeneración es la solución

Como ciudadano comprometido, respetuoso, y verdaderamente progresista no salgo de mi asombro por la deriva que va tomando nuestro sistema de convivencia y me indigno con el progresivo y dañino cambio que se está produciendo en nuestro país en general.

Evidentemente una de las causas es la personalidad de los que han ido detentando el poder político en estos años. Y aunque muchos pensábamos que era imposible, cada vez va empeorando su nivel de conocimiento, su compromiso y su interés por la causa común de la nación y el bienestar general de la población. Constatamos que estos intereses son  directamente proporcionales a dichas deficientes cualidades.

Pero los ciudadanos no estamos exentos de culpa. Somos corresponsables precisamente por nuestro pasotismo y por  dejarles hacer.

Por esta inexplicable dejación, estamos permitiendo sus desmanes, la preponderancia de la clase política y la invasión en casi todos los ámbitos de nuestra vida de estos malos y escasamente preparados políticos que padecemos y consentimos.

Somos corresponsables por permitir la corrupción, que prácticamente no se castiga. Ni en los Juzgados ni en las urnas.

Y lo somos, en definitiva, por no tomar parte activa en los escasos movimientos regeneradores promovidos desde la sociedad civil. Nuestro “activismo” no va más allá de la queja. Nos conformamos con despotricar y arreglar los asuntos en las barras de los bares y en las reuniones con compañeros, amigos o familiares.

Hemos “delegado” el activismo político en los partidos; estos lo han hecho en sus dirigentes y los dirigentes se han convertido en “una casta” cerrada y endogámica (en esto sí tenía razón Podemos).

Nuestra democracia (como muchas otras) ha transmutado en  “partitocracia” y- por nuestra dejación- los partidos invaden y colonizan todo lo que pueden, tanto del ámbito público como privado, en un afán desmedido de acaparar más poder del que el Estado democrático de derecho les confiere, que es la lucha pacífica por detentar el poder político y la correspondiente gestión de la res pública en sus vertientes legislativa, ejecutiva y burocrática o de la  Administración Pública.

 Pero aspiran a más. También quieren el poder económico, el mediático, el moral, el judicial, el de pensamiento, el decisorio total...y los van invadiendo y fagocitando progresivamente.

Por eso, escándalo tras escándalo (uno va tapando otro) los niveles de corrupción dan asco. La ponzoña que han esparcido los malos políticos por doquier, en el sistema judicial, el sistema financiero, la economía, empresas privadas, medios de comunicación, Instituciones, etc. ya es insoportable. Al menos para ciudadanos con conciencia, sentido del deber y amantes de la libertad.

Pero aún quedan/quedamos ciudadanos y medios (este periódico es una clara muestra de ello) que no se conforman, que se rebelan, que luchan y que intentan cada día revertir la situación con las escasas herramientas de que disponen.

Hay ciudadanos que están actuando en sus círculos de trabajo o familiares; otros desde tribunas de opinión; pocos-desgraciadamente- desde la militancia en los partidos para que estos se democraticen y rompan los estrictos corsés sectarios de la ideología.

Algunos desde organizaciones de la sociedad civil como mi colega Miguel A. García Sánchez que lucha en la “Plataforma por el teletrabajo” para evitar los miles de desplazamientos diarios e innecesarios de una gran cantidad de trabajadores que van a Madrid desde Valladolid o para que se contemplen, en todo caso, precios acordes a dicha situación.  Un sinfín de situaciones y prácticas de auténtico desequilibrio y falta de igualdad de oportunidades que le impulsó a escribir una “Carta abierta” a las autoridades y a la ciudadanía, en la que abiertamente expresaba que tendremos que empezar a pensar que:

 “el regalo más apropiado para un jovenzuelo en su Primera Comunión es un carnet de partido…ya que quienes hacen trampas en sus estudios terminan siendo los que nos dirigen. A los buenos estudiantes los ponemos de camareros para el turismo”. O, peor aún,..los largamos del pais...”

O los cientos de ciudadanos que – desde diferentes provincias y asociaciones-pretenden que el mundo rural no se extinga y luchan porque esa España no se vacíe.

O todos esos que, por fin, hartos ya de abusos de delincuentes e ineficacia de los poderes del Estado, han iniciado una batalla contra esa lacra fundamentada en el “buenismo” mal entendido que supone un claro ataque contra el derecho de propiedad privada a la que llaman “okupación”, edulcorando con ese nombre lo que es claramente un allanamiento e intento de apropiación de un bien que no les pertenece.

¡Todos esos ciudadanos indignados, qué razón tienen!.  ¡Cuánto asco da constatar la cruda realidad de esta flagrante desigualdad moderna en una sociedad democrática, entre los que se aprovechan sin mérito ni esfuerzo y los que luchan por hacerse de manera honesta un sitio y forjarse un futuro!

Mientras unos están en el poder aprovechándose de ello todo lo que pueden, los ciudadanos normales están en sus afanes, intentando sobrevivir y soportando la situación. No hay nada más descorazonador y desincentivador para una sociedad, en particular para sus jóvenes, que observar cómo  muchos se han convertido en “políticos profesionales”, transformando una labor política y social en su oficio desde la más tierna juventud,  apesebrados en las Juventudes de un Partido.

Sin estudiar (o haciéndolo a trancas y barrancas) y sin experiencia ni conocimientos de gestión, obtienen colocación en diferentes puestos, de un chiringuito a otro, siempre sin competencia (en su doble acepción: sin competir por ello con otros y sin capacidad para ello).

Es un sistema “meritocrático a la inversa” porque- una vez instalados- han buscado atajos, caminos fáciles, amistades, favores y enchufes, para obtener sus cualificaciones, sus Grados, Másteres, Post-Grados, Interinidades, Diplomas, Becas, Doctorados y empleos de alta cualificación. Síntoma claro de su acomplejada soberbia y de su necia necesidad de orlarse de titulaciones que disimulen sus carencias.

Obtienen por estas vías lo que a la inmensa mayoría de los ciudadanos nos cuesta años de trabajo, sacrificios, horas de lectura y estudio, tensiones de pasar exámenes y desvelos para superar pruebas en competencia con otros.

Pero, además, una vez descabalgados de la primera línea, tienen una “segunda oportunidad” con el entramado de las “puertas giratorias” (ya sea en lo público o en el sector privado).

Como decía otro colega: “unos van por autopista sin peaje y otros vamos por caminos vecinales, sin asfaltar y con baches”.

Como corolario de esta reflexión recordemos algo de lo que dejó escrito el gran filósofo José Ortega y Gasset en su obra “La España invertebrada”:

"El odio a los mejores, la escasez de éstos, he aquí la razón verdadera del gran fracaso hispano... La historia de España entera, salvo fugaces jornadas, ha sido la historia de una decadencia".

Por desgracia, sigue teniendo validez un siglo después. Miremos alrededor, veamos quienes nos gobiernan y quienes pretenden gobernarnos; observemos los casos de rampante corrupción y el ataque inmisericorde a todos los estamentos e instituciones del Estado y abramos los ojos.

Esto tiene que acabar. Y tenemos que ser nosotros los que lo impulsemos y consigamos.

¡ regeneración urgente! ¡despertemos!

Miguel Angel Vegas Soto

Ciudadano indignado y estudiante de Ciencia Política