Domingo, 02 de Noviembre de 2025

Damaris Puñales-Alpizar
Miércoles, 30 de Septiembre de 2020
DESDE LOS ESTADOS UNIDOS

Primer debate presidencial en los Estados Unidos, 2020: circo e irrespeto

[Img #44232]Este martes 29 de septiembre los candidatos presidenciales Donald Trump, por el Partido Republicano, y Joe Biden, por el Partido Demócrata, tomaron el estrado para protagonizar el primer debate de cara a las elecciones del 3 de noviembre. El debate tuvo lugar en la ciudad en la que vivo, Cleveland, y en la universidad para la que trabajo, Case Western Reserve.

 

Nada de lo que ocurrió en vivo fue una sorpresa: una vez más vimos a un presidente que insulta, que miente, que tergiversa datos y que no respeta ni el tiempo ni la palabra de los demás. El propio moderador del debate, el periodista Chris Wallace, de la cadena Fox, tuvo que pedirle en varias ocasiones a Trump que se callara, o que esperara su turno para hablar, y que no interrumpiera a Biden. Biden, por su parte, intentó dirigirse directamente al electorado, pasando por alto muchas veces las agresiones verbales de su oponente. Sin embargo, su discurso no fue lo suficientemente fuerte ni convincente como para atraer a los pocos electores que, a estas alturas, puedan estar indecisos. Las continuas interrupciones de Trump impidieron que pudiera dar respuestas más contundentes y completas. Y llegó incluso un minuto en que Biden ya no pudo más y le dijo: “¿Podrías callarte, hombre?” En otro momento, Biden llamó “payaso” y “mentiroso” a Trump.

 

El debate intentó girar en torno a seis temas principales: la sustitución de la recién fallecida Ruth Bader Ginsburg en la Corte Suprema de Justicia de la nación; el coronavirus; los planes económicos de ambos candidatos; el racismo, y la creciente violencia y polarización de la sociedad; las posturas ante el cambio climático; y la integridad de las elecciones. Sin embargo, ninguno de estos puntos fue desarrollado completamente debido a las continuas interrupciones. Y digo intentó porque en realidad lo que presenciamos fue el acoso incesante por parte de Trump, y las maniobras muchas veces inefectivas de Biden de dirigirse a la cámara para llegar al televidente que lo veía desde casa. En el recinto universitario donde ocurrió el debate solo pudieron entrar unas 200 personas para poder mantener la distancia requerida para evitar la propagación del coronavirus.

 

Puede afirmarse, en general, que ninguno de los dos candidatos resultó victorioso en esta noche. Es más: el debate fue un acto vergonzoso de observar, indigno del ejercicio democrático que el país está a punto de protagonizar en unas cinco semanas.

 

Hubo ciertos momentos importantes: Trump se negó a acusar directamente a los supremacistas blancos, y tampoco respondió a las preguntas sobre los $750 dólares que ha pagado en impuestos en los últimos años ni sobre cuál sería su plan de salud para el país. (Tan solo en el 2019 Biden pagó más de $300,000 dólares en impuestos.)

 

Trump llegó al debate con varios puntos en su contra, y tal vez en el punto más vulnerable de su corta pero meteórica carrera política: ha salido a la luz lo poco que ha pagado de impuestos; el número de enfermos por coronavirus (más de siete millones ahora mismo) y de muertes (más de 200,000) por la enfermedad sigue aumentando en la mayoría de los estados; la economía y el empleo atraviesan un momento muy delicado. Y el presidente sigue apostando a la falacia de una vacuna que podría salir antes de las elecciones, mientras los científicos han dicho una y otra vez que eso es imposible.

 

A poco más de un mes de las elecciones, el ambiente político en los Estados Unidos está más caldeado que de costumbre: Trump ha afirmado, pública y reiteradamente, que no aceptará los resultados de las elecciones a menos que sea él el ganador. Asegura que las elecciones serán fraudulentas y que la única manera en que los demócratas podrían ganar es haciendo trampa. En el primer debate presidencial este martes, Trump volvió a insistir en que no reconocería los resultados de unas elecciones fraudulentas. Y por elecciones fraudulentas se sobreentiende, porque lo ha dicho antes, cualquier resultado que no lo proclame a él como presidente.

 

Debido al coronavirus gran parte del electorado emitirá su voto por correo postal. La dinámica de la contabilización de esos votos –todos los que tengan matasellos del día de las elecciones tienen que ser contados– podría alargar por semanas el resultado definitivo de esta contienda. Al respecto, Chris Wallace les preguntó a ambos candidatos si les pedirían a sus seguidores que esperen con paciencia y en calma por los resultados finales. Trump no contestó a esta pregunta y enfocó su respuesta en un posible fraude. Biden aseguró que él y sus seguidores respetarían los tiempos y no habría proclamación de victoria hasta conocer el resultado oficial.

 

Desde el lunes la ciudad de Cleveland, y en particular la universidad, comenzaron a prepararse para recibir a los dos candidatos en medio de la crisis provocada por el coronavirus, y de la polarización política que se vive a nivel nacional. Así, por ejemplo, el acceso a la universidad ha estado restringido y controlado, y las calles aledañas han sido bloqueadas hasta el miércoles. Las pocas clases presenciales que se están ofreciendo, son dictadas en línea al menos por estos días.

 

Ohio aporta 18 de los 538 votos que componen el Colegio Electoral a nivel nacional. El candidato que obtenga 270 o más votos es elegido como ganador de la contienda. Hace unos días[1] explicábamos las peculiaridades del sistema electoral de los Estados Unidos, y cómo el voto no es directo para la elección del presidente. Cada estado aporta un número específico de esos 538 votos, y el ganador en cada estado (excepto en Maine y Nebraska) se adjudica todos los votos de ese estado.

 

El hecho de que el primer debate presidencial ocurriera en Ohio es significativo. El estado podría ser uno de los que decidan la balanza del resultado final de la elección en uno u otro sentido. Y aunque en el 2016 Donald Trump se hizo con los 18 votos de Ohio, esta vez podría ser diferente.

 

Pero, además, el primer debate es siempre sumamente importante porque marca la forma en que uno y otro candidato son percibidos en la recta final de las elecciones. Luego de observar la confrontación entre Trump y Biden en la noche de este martes, es casi imposible asegurar que la intención de votos vaya a cambiar mucho.

 

Uno de los hechos que salió a la luz esta noche, y que tendrá que enfrentar Trump en las próximas semanas es, sin dudas, la información que dio a conocer el New York Times hace apenas un par de días sobre los pocos impuestos que ha pagado en los últimos años. Tradicionalmente, el mandatario siempre hace pública su declaración de impuestos, pero Trump es el único presidente que, después del escándalo de Watergate, se ha rehusado a informar sobre este particular. De perder las elecciones, Trump podría enfrentar consecuencias que irían desde multas hasta la bancarrota por defraudar al fisco.

 

Hasta el momento, Joe Biden es el favorito en todas las encuestas. Pero como hemos explicado antes, el complejo sistema electoral de los Estados Unidos no ofrece ninguna garantía de que quien obtenga la mayoría del voto popular sea electo presidente, como ocurrió en el 2016, cuando fue Hillary Clinton quien obtuvo la mayoría de los votos directos pero perdió los del Colegio Electoral.

 

El próximo debate entre Trump y Biden está programado para el 15 de octubre en Miami, y el tercero para el 22 de octubre en Nashville. Las esperanzas de ver un show diferente, donde prevalezca el respeto y el diálogo, no existen. El debate entre los candidatos a vice-presidentes, Mike Pence, por los republicanos, y Kamala Harris, por los demócratas, podría traer un poco más de decencia y civilidad al escenario político. Este encuentro tendrá lugar el 7 de octubre en Utah.

 

Damaris Puñales-Alpízar

[1] Véase: http://eldiadezamora.es/art/29375/al-borde-de-las-elecciones-en-los-estados-unidos

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