Miércoles, 26 de Noviembre de 2025

Emilia Casas
Domingo, 11 de Octubre de 2020
LITERATURA

Talento intelectual jesuita

[Img #44681]Vamos a hacer un viaje en el tiempo hasta el siglo XVI, una época de grandes cambios en Europa, donde Cabalgaba sobre el Viejo Continente el jinete del Renacimiento y la Reforma Protestante. Estamos también en el siglo de las 95 reformas de Martín Lutero y de la Contrarreforma, la época en la que de la iglesia católica surgió un grupo de sacerdotes intelectuales, convencidos de que la educación debía servir para satisfacer las necesidades humanas: los jesuitas.

Esta convicción orientó sus esfuerzos al estudio, la investigación y la búsqueda de nuevos conocimientos. “Contribuyeron al desarrollo de los relojes de péndulo, de los pantógrafos, de los barómetros, de los telescopios reflectores y de los microscopios, y trabajaron en campos científicos tan variados como el magnetismo, la óptica y la electricidad. Observaron, en muchos casos antes que cualquier otro científico, las franjas coloreadas en la superficie de Júpiter, la nebulosa de Andrómeda y los anillos de Saturno. Teorizaron acerca de la circulación de la sangre (independientemente de Harvey), sobre la posibilidad teórica de volar, sobre la manera como la luna influye en los mares y sobre la naturaleza ondulatoria de la luz. Mapas estelares del hemisferio sur, lógica simbólica, medidas de control de inundaciones en los ríos Po y Adigio”. Desarrollaron una filosofía que integraba ciencia moderna y cosmovisión medieval. Entre sus miembros encontramos a genios de primera línea que hicieron contribuciones importantes a la ciencia; muchos de ellos españoles, cuya importancia en el avance científico e intelectual fue indiscutible. Pronto, se convirtieron en una especie de colectivo de iniciados, protegidos por cortes y aristócratas.

Desde que fue fundada por un devoto soldado español llamado Ignacio de Loyola en 1540, la Compañía de Jesús ha sido una institución implicada en el drama histórico. A principios del siglo XVIII los jesuitas tenían mucho poder tanto en Europa como en el Nuevo Mundo. Muchos eran los sacerdotes de la orden que ocupaban altos cargos en los gobiernos, lo que ocasionaba a su vez que tuvieran muchos enemigos políticos. Precisamente a España y Portugal no les gustaba demasiado la capacidad que tenían para influir en el poder; por lo que ambos países apremiaban al Papa para que disolviera la orden. Con la llegada de la Ilustración, a los nuevos pensadores no les agradaba ver cómo la intelectualidad de la época era casi dominada por los jesuitas. Además, los reyes europeos querían cambiar las tornas, y ser ellos los que tomaran el control de los asuntos de una Iglesia. Todo esto llevó a que, en 1762, el rey Luis XV expulsara a los jesuitas de Francia y confiscara todos sus bienes para la corona. La orden fue restablecida en 1814, aunque ya no recuperó la influencia que había tenido. A partir del siglo XIX, construyeron observatorios destinados a estudios de astronomía, geomagnetismo, meteorología, sismografía y física solar, y eso introdujo la medida exacta del tiempo, permitiendo hacer previsiones climáticas (de suma importancia en el caso de tifones y huracanes) y valorar el riesgo de terremotos, proporcionando también los primeros datos cartográficos.  Su historia, sobre la cuál se han construido muchas leyendas y a la que se han atribuido complots y proyectos inconfesables, seguramente no sea tan oscura en realidad; pero no por ello deja de ser fascinante.

A lo largo de los siglos, las mujeres de la realeza han ejercido un importante papel en el tablero dinástico y político europeo. Dar herederos a sus familias y establecer lazos entre reinos, esos fueron sus principales cometidos. Algunas de ellas simplemente asumieron su rol con resignación. Pero muchas otras fueron más allá y aportaron inteligencia y buen gobierno a los reinos de sus padres, hermanos o hijos. Este fue sin duda el caso de Juana de Austria, infanta de España, hija menor del Emperador Carlos V y de Isabel de Portugal, hermana del rey Felipe II, y princesa de Portugal por su enlace con el príncipe Juan Manuel, heredero del trono portugués que a causa de su prematura muerte no llegó a reinar, y madre del rey Sebastián de Portugal. Se empeñó tanto en ser parte de los jesuitas, que logró serlo, (a pesar de ser una orden en la que no tenían cabida las mujeres). Adoptando la identidad masculina bajo el nombre de Mateo Sánchez, se convirtió en la primera -y única- mujer que ha militado en la Compañía (aunque de forma secreta). Su ingreso no modificó la vida de Juana de Austria, al menos de cara al exterior, por lo que nadie se enteró de su secreto. Pero esto... es otra historia.

© Emilia Casas Fernández.

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