DENUNCIAS
Bordes y bordillos
Microescombros en la vía publica
Pretendemos que el dependiente del comercio, de cualquiera, mantenga una actitud amable con nosotros compradores en el momento de visitar su establecimiento. Así suele ser y todo ello a pesar de que acabe de conocer que el Gobierno se ha subido el sueldo, aun en contra de la voluntad popular expresada en el Parlamento, y que comprueben que su cuota como trabajador autónomo se haya visto incrementada en los peores momentos de la pandemia, mientras él intenta sobrevivir económicamente y mantener a flote su negocio. Que atienda con una sonrisa, es meritorio. Que inusualmente no fuera así, seria para algunos comprensible y disculpable, para otros no tanto, que pretenden para unos un nivel alto de exigencias. Mientras perdonan, permiten y consienten, tantos agravios a los administradores públicos. Y lo peor, defienden y censuran a quienes ponen de manifiesto sus incompetencias.
Encontrar un papel en el suelo es algo natural y carece de importancia. En breve, o no tanto, será retirado por los servicios de limpieza. En ocasiones, y por aquellos recovecos que tienen las calles, puede aparecer días después en cualquier rincón. Será más tarde, pero acabará junto con otros desperdicios en un contenedor, porque no deja de ser un objeto a retirar por los servicios de limpieza. Aunque parezca raro, en las aceras, principalmente en los alcorques de los arboles, también se puede encontrar un ladrillo, un pedrusco, un trozo de baldosa o parte de un bordillo. De procedencia desconocida o puede ser la pieza que falta de un lugar no muy lejano.
La cuestión es que eso ahí está, aunque no debería. No solo está, sino que seguirá. Lleva tiempo en ese sitio y más llevará, nadie pasará a retirarlo, porque no es un material que pueda ser admitido en el contenedor de desperdicios y materiales orgánicos. No es competencia de los servicios de limpieza. Es, o pudiera considerarse escombro, por lo que su destino final debe ser una escombrera. Puede que a nadie moleste su presencia. El efecto visual negativo puede ir en consonancia con el resto de la calle, que no deja de ser un tropiezo en el camino es bastante notable. Las calles no sonríen.
Manuel Herrero Alonso
Pretendemos que el dependiente del comercio, de cualquiera, mantenga una actitud amable con nosotros compradores en el momento de visitar su establecimiento. Así suele ser y todo ello a pesar de que acabe de conocer que el Gobierno se ha subido el sueldo, aun en contra de la voluntad popular expresada en el Parlamento, y que comprueben que su cuota como trabajador autónomo se haya visto incrementada en los peores momentos de la pandemia, mientras él intenta sobrevivir económicamente y mantener a flote su negocio. Que atienda con una sonrisa, es meritorio. Que inusualmente no fuera así, seria para algunos comprensible y disculpable, para otros no tanto, que pretenden para unos un nivel alto de exigencias. Mientras perdonan, permiten y consienten, tantos agravios a los administradores públicos. Y lo peor, defienden y censuran a quienes ponen de manifiesto sus incompetencias.
Encontrar un papel en el suelo es algo natural y carece de importancia. En breve, o no tanto, será retirado por los servicios de limpieza. En ocasiones, y por aquellos recovecos que tienen las calles, puede aparecer días después en cualquier rincón. Será más tarde, pero acabará junto con otros desperdicios en un contenedor, porque no deja de ser un objeto a retirar por los servicios de limpieza. Aunque parezca raro, en las aceras, principalmente en los alcorques de los arboles, también se puede encontrar un ladrillo, un pedrusco, un trozo de baldosa o parte de un bordillo. De procedencia desconocida o puede ser la pieza que falta de un lugar no muy lejano.
La cuestión es que eso ahí está, aunque no debería. No solo está, sino que seguirá. Lleva tiempo en ese sitio y más llevará, nadie pasará a retirarlo, porque no es un material que pueda ser admitido en el contenedor de desperdicios y materiales orgánicos. No es competencia de los servicios de limpieza. Es, o pudiera considerarse escombro, por lo que su destino final debe ser una escombrera. Puede que a nadie moleste su presencia. El efecto visual negativo puede ir en consonancia con el resto de la calle, que no deja de ser un tropiezo en el camino es bastante notable. Las calles no sonríen.
Manuel Herrero Alonso


























Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.152