NOCTURNOS
El sexo del lirio
Buena parte de la gente de mi género se pasa la vida pensando con el cerebro de su pene. El hombre es un ser hedonista. Si el orgasmo concluyese sin placer, la especie humana ya se habría extinguido sobre la faz de la tierra. Hay una flor, la cala, que se muestra desafiante con su pequeño pene amarillo. Erecto, como un adolescente con 18 años. Provocador de los insectos. Digno de una fotografía al alba.
Florecilla que, merced a su belleza, ha merecido ser bautizada con distintos nombres. Yo me quedo con el de lirio de agua. Cómo yo, que siempre busqué la belleza, y que alcancé estados de éxtasis al hallarla, la sencilla abeja, la hermosa mariposa, la vulgar mosca, cortejaron a esta cala y a todas sus hermanas.
Hay poesía, no sexo, entre flores e insectos. Hay amor entre tú y yo. Yo soy un zángano de la prosa lírica. Te cortejo con palabras. Me rechazas con el hielo del silencio. Te busco con el olfato de mis versos. Soy un can que te huele, que aspira tu perfume, que disfruta con el aroma de tu talento, con las corolas de tu sensibilidad. Yo no pienso con el pene de la cala. Pienso con el miembro de mi cerebro. Anhelo succionar el néctar de tu alma. Después, si me lo permites, extraeré la ambrosía de su sexo. ¡Ay, si yo fuese la cala de tu jardín!
Eugenio-Jesús de Ávila
Buena parte de la gente de mi género se pasa la vida pensando con el cerebro de su pene. El hombre es un ser hedonista. Si el orgasmo concluyese sin placer, la especie humana ya se habría extinguido sobre la faz de la tierra. Hay una flor, la cala, que se muestra desafiante con su pequeño pene amarillo. Erecto, como un adolescente con 18 años. Provocador de los insectos. Digno de una fotografía al alba.
Florecilla que, merced a su belleza, ha merecido ser bautizada con distintos nombres. Yo me quedo con el de lirio de agua. Cómo yo, que siempre busqué la belleza, y que alcancé estados de éxtasis al hallarla, la sencilla abeja, la hermosa mariposa, la vulgar mosca, cortejaron a esta cala y a todas sus hermanas.
Hay poesía, no sexo, entre flores e insectos. Hay amor entre tú y yo. Yo soy un zángano de la prosa lírica. Te cortejo con palabras. Me rechazas con el hielo del silencio. Te busco con el olfato de mis versos. Soy un can que te huele, que aspira tu perfume, que disfruta con el aroma de tu talento, con las corolas de tu sensibilidad. Yo no pienso con el pene de la cala. Pienso con el miembro de mi cerebro. Anhelo succionar el néctar de tu alma. Después, si me lo permites, extraeré la ambrosía de su sexo. ¡Ay, si yo fuese la cala de tu jardín!
Eugenio-Jesús de Ávila

















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