Panorama

Encendió la radio mientras se preparaba un café para combatir el adormecimiento producido por el insomnio. Insultos y aborrecimientos llenaron sus oídos arrojados por un periodista célebre, más bien siniestro, aunque decía lo que otros veían y apenas se atrevían a señalarlo.

Recién pasadas las celebraciones de todos los santos y la apagada conmemoración de nuestros difuntos, por los que tantos elevan plegarias y recuerdan, recordamos, cual es el fin de nuestra terrestre existencia, nuestra grandeza y miseria, parece triste, con tantos ataúdes que engendran los tiempos presentes, que el odio tiña nuestras mentes. No es fácil nuestra situación, pero hoy el rico mundo occidental, como otros rincones del planeta que ni siquiera datos nos ofrecen, sufre.

Ni los Estados Unidos de América parecen estar en sus cabales, pese a su mundial imperio, cultural, económico, tecnológico y su potencia militar. Un presidente que ha gobernado durante años, en vez de cambiar el primitivo sistema electoral con el que se rigen lo denigra y hace desconfiar a los demás de sus resultados, salvo si vence... Tiempos de revueltas, de vueltas, de torcidos momentos... No está bien tampoco Rusia y de China pocas noticias fiables aparecen.

En España la trifulca política, social, económica y vírica continúa. El gran representante de nuestra sanidad ante la epidemia es más reprimido y duramente atacado porque hace una broma de mal gusto sobre las enfermeras que por su desastrosa gestión de la enfermedad, incluyendo muchas muertes. La censura inquisitorial de cierto feminismo radical es lo importante. Que nos arrebaten la libertad, que se hunda el país, que proliferen las defunciones es secundario. No iba a llegar apenas la funesta plaga, decía este hombre al principio, y se propiciaron manifestaciones, mítines, partidos de fútbol, mil reuniones. No servía para nada la mascarilla y luego nos obligaron a todos a usarla... Nos iban a confinar quince días y fueron tres meses de secuestro, de arresto domiciliario... Noticias y leyes contradictorias, incoherentes, sacuden nuestras vidas cotidianas y, para no pocos, sus muertes.

La capital del reino fue reprendida y querían encerrar a sus habitantes de nuevo en sus domicilios, pero luego se vio que no era tan grave, que otras regiones tenían gestores mucho peores. Odios de unos partidos a otros, de grupos políticos que se insultan en vez de buscar juntos las mejores soluciones.

Aturdido por un horizonte tan oscuro, pues no cesaban de llover malos augurios, noticias espantosas, bebió el líquido negro de la taza, desde Colombia traído por cotidianas importaciones. Apagó la radio y abrió las páginas de un hispánico sabio, Séneca, cuyas Consolaciones, o diálogos Sobre la ira, De la brevedad de la vida, De la felicidad, De la Providencia le sirvieron de hondo consuelo. Hubo tiempos peores, la humanidad seguirá construyendo, con esperanza, pese a los desmoronamientos. Con nuestros propios sillares contribuir podemos.

ILIA GALAN DIEZ