HIESTORIA
La religión comunista: sus mártires y sus masacres
Nunca fui comunista. Tengo amigos que todavía lo son. Cuestión de fe. La razón jamás podrá imponerse a las almas pías. Amo la libertad, porque soy hombre. Moriré solo. Mis enemigos son los totalitarismos: comunismo y fascismo. Asistí, no obstante, en Salamanca, a un mitin de Ramón Tamames, cuando representaba al PCE. Como mucho, podría considerarme un ácrata de salón cuando vivía Franco. Sentí cierta cercanía con Trotski y el POUM de Andreu Nin. Fui republicano siempre. Pero no revolucionario como el PSOE de Largo, el PCE de Stalin, la CNT-FAI de Durruti. Una cosa es ser republicano a lo Azaña o Lerroux y otra a lo Pablo Iglesias, no el linotipista, el del moño, o los monstruos de Bildu o racistas de ERC y demás escoria del supremacismo catalán.
Un comunista quiere un Estado en el que solo exista un partido, no se celebren elecciones, excepción hecha de las internas, de las domésticas; no existan los sindicatos, ni la libertad de prensa, ni la propiedad privada y solo haya una cultura, tutelada por el omnipresente Estado. A este sistema se le denomina dictadura del proletariado. Se ignora hasta cuándo se extenderá la falta de libertades. En todo caso, se trataría de una dictadura de una clase dirigente, nunca de los trabajadores. De hecho, las mayores masacres contra la clase obrera en la historia de la humanidad se cometieron en la URSS de Lenin y Khrushchev, el paraíso en la tierra creado por burgueses y aristócratas desclasados, tras dar un golpe contra la incipiente democracia rusa y haberse celebrado elecciones libres, que, naturalmente, perdieron los bolcheviques.
En 1921, el ejército rojo, el de Trostki, masacraba en Kronstadt, marzo de 1921, a 10.000 marinos, tras una rebelión surgida por el descontento popular y a raíz de las protestas obreras en Petrogrado. ¿Por qué se produjo esa matanza, qué exigían los marinos? Reivindicaciones de corte anarcosindicalista de 1917: elección de los sóviets, inclusión de los partidos socialistas y anarquistas en el poder, libertad económica para campesinos y obreros, fin del poder de los partidos y del monopolio bolchevique del poder, disolución de los nuevos organismos burocráticos surgidos durante la guerra o restauración de los derechos civiles para la clase trabajadora. Otro dato: entre los rebeldes había numerosos comunistas desencantados.
Seria en 1962 cuando se produciría otra tremenda matanza de obreros. Khrushchev, el que denunció los crímenes estalinistas en el Congreso del Partido Comunista, año 1956, era la máxima autoridad de la URSS. La matanza sucedió en Novocherkassk. En esta ciudad, los obreros de las fábricas, hartos de vivir en ese paraíso en la tierra construido por los comunistas, se cansaron de aguantar y convocaron una huelga por la subida de precios de los productos y por las condiciones ínfimas a las que estaban sometidos. Y ahí surge la paradoja, un movimiento obrero quejándose a un régimen que debería protegerles frente a todo. La caída en picado el comunismo y cómo las élites la proclamaban de palabra, pero no de hechos.
¡Cómo se puede seguir adorando a una ideología antihumana, monstruosa, causante de decenas de muertos, ya por hambrunas, fusilamientos, campos de concentración, internamientos en sanatorios mentales! ¡Cómo se puede creer, con una fe inquebrantable, que los partidos comunistas y socialistas son los defensores de las clases obreras, de los desheredados de la fortuna, de los parias de la tierra! ¿De dónde la superioridad moral de la izquierda? Me hacéis reír don Gonzalo. Quizá se deba al analfabetismo histórico o a que se comulga con ese pretérito genocida. Nada más.
Eugenio-Jesús de Ávila
Fotografía: Marineros de Kronstadt, obreros, salvajemente masacrados por el Ejército Rojo.
Nunca fui comunista. Tengo amigos que todavía lo son. Cuestión de fe. La razón jamás podrá imponerse a las almas pías. Amo la libertad, porque soy hombre. Moriré solo. Mis enemigos son los totalitarismos: comunismo y fascismo. Asistí, no obstante, en Salamanca, a un mitin de Ramón Tamames, cuando representaba al PCE. Como mucho, podría considerarme un ácrata de salón cuando vivía Franco. Sentí cierta cercanía con Trotski y el POUM de Andreu Nin. Fui republicano siempre. Pero no revolucionario como el PSOE de Largo, el PCE de Stalin, la CNT-FAI de Durruti. Una cosa es ser republicano a lo Azaña o Lerroux y otra a lo Pablo Iglesias, no el linotipista, el del moño, o los monstruos de Bildu o racistas de ERC y demás escoria del supremacismo catalán.
Un comunista quiere un Estado en el que solo exista un partido, no se celebren elecciones, excepción hecha de las internas, de las domésticas; no existan los sindicatos, ni la libertad de prensa, ni la propiedad privada y solo haya una cultura, tutelada por el omnipresente Estado. A este sistema se le denomina dictadura del proletariado. Se ignora hasta cuándo se extenderá la falta de libertades. En todo caso, se trataría de una dictadura de una clase dirigente, nunca de los trabajadores. De hecho, las mayores masacres contra la clase obrera en la historia de la humanidad se cometieron en la URSS de Lenin y Khrushchev, el paraíso en la tierra creado por burgueses y aristócratas desclasados, tras dar un golpe contra la incipiente democracia rusa y haberse celebrado elecciones libres, que, naturalmente, perdieron los bolcheviques.
En 1921, el ejército rojo, el de Trostki, masacraba en Kronstadt, marzo de 1921, a 10.000 marinos, tras una rebelión surgida por el descontento popular y a raíz de las protestas obreras en Petrogrado. ¿Por qué se produjo esa matanza, qué exigían los marinos? Reivindicaciones de corte anarcosindicalista de 1917: elección de los sóviets, inclusión de los partidos socialistas y anarquistas en el poder, libertad económica para campesinos y obreros, fin del poder de los partidos y del monopolio bolchevique del poder, disolución de los nuevos organismos burocráticos surgidos durante la guerra o restauración de los derechos civiles para la clase trabajadora. Otro dato: entre los rebeldes había numerosos comunistas desencantados.
Seria en 1962 cuando se produciría otra tremenda matanza de obreros. Khrushchev, el que denunció los crímenes estalinistas en el Congreso del Partido Comunista, año 1956, era la máxima autoridad de la URSS. La matanza sucedió en Novocherkassk. En esta ciudad, los obreros de las fábricas, hartos de vivir en ese paraíso en la tierra construido por los comunistas, se cansaron de aguantar y convocaron una huelga por la subida de precios de los productos y por las condiciones ínfimas a las que estaban sometidos. Y ahí surge la paradoja, un movimiento obrero quejándose a un régimen que debería protegerles frente a todo. La caída en picado el comunismo y cómo las élites la proclamaban de palabra, pero no de hechos.
¡Cómo se puede seguir adorando a una ideología antihumana, monstruosa, causante de decenas de muertos, ya por hambrunas, fusilamientos, campos de concentración, internamientos en sanatorios mentales! ¡Cómo se puede creer, con una fe inquebrantable, que los partidos comunistas y socialistas son los defensores de las clases obreras, de los desheredados de la fortuna, de los parias de la tierra! ¿De dónde la superioridad moral de la izquierda? Me hacéis reír don Gonzalo. Quizá se deba al analfabetismo histórico o a que se comulga con ese pretérito genocida. Nada más.
Eugenio-Jesús de Ávila
Fotografía: Marineros de Kronstadt, obreros, salvajemente masacrados por el Ejército Rojo.


















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