PASIÓN POR ZAMORA
¡A qué espera esta provincia para rebelarse!
Solo AJE hoy, y antes de la pandemia, los agricultores demuestran que existe una Zamora a la que aún le late el corazón
Pudiera parecer sorprendente que ni la CEOE-Cepyme ni la Cámara de Comercio e Industria no hubieran convocado todavía al comercio zamorano, a los pequeños empresarios, a los autónomos para manifestarse ante las instituciones públicas que representan al Gobierno de la nación y al del ejecutivo autonómico, para protestar por las decisiones adoptadas en torno a la Hostelería y al IVA, que se mantiene arriba del todo, aunque ayer, tras expoliar unos mil millones de euros a todos los españoles, también a los más humildes, La Moncloa decidiese rebajarlo. Habrá que agradecerla a la AJE (Asociación de Jóvenes Empresarios) la iniciativa.
Y, como digo, hoy se manifestaron, con indudable éxito, cientos de pequeños empresarios zamoranos, entre la hermosa, pero engañosa niebla, para protestar por tanta ignominia política, a derecha e izquierda; por tanta hipocresía, mentira, promesas, zarandajas, ideas peregrinas, que arruinarán sus negocios. ¡Pero que saben estos políticos, casi todos funcionarios, de arriesgar patrimonios, de pedir créditos, de pagar salarios todos los meses, de impuestos de todas las administraciones! Ellos están a subirse los sueldos mientras la España de verdad, la que trabaja, la que las pasa putas para dar un paso al frente, sufre, padece, llora en medio de una pandemia vírica, que ya estaba aquí en enero, como se ha demostrado por parte del propio Ministerio de la cosa. Los políticos, salvo raras excepciones, son ya el enemigo público número 1 del pueblo.
Ahora bien, y lo escribo con tristeza: ¿Dónde moraba el resto de la Zamora trabajadora? ¿Por qué un sector mayoritario de la población zamorana se queda en casa, en la mesa camilla, al calor del brasero, escondida entre la niebla, o pasa y mira a los que protestan, inquieren, preguntan, se rebelan? La ciudad silente, la ciudad pusilánime, la de la apatía antropológica espera la muerte social cruzada de brazos, como si no fuera con ella, como si no pasara nada.
Solo me queda la esperanza de que estos jóvenes empresarios, más los agricultores que todavía siembran nuestro campos agiten nuestra sociedad, la muevan, la hagan vibrar. La ciudad se ha convertido en una urbe de muertes vivientes, de zombis, de” muamismo”, un museo de piedras, niebla interior, sepulcro sin cadáveres, cenotafio cercano al Duero.
Eugenio-Jesús de Ávila
Pudiera parecer sorprendente que ni la CEOE-Cepyme ni la Cámara de Comercio e Industria no hubieran convocado todavía al comercio zamorano, a los pequeños empresarios, a los autónomos para manifestarse ante las instituciones públicas que representan al Gobierno de la nación y al del ejecutivo autonómico, para protestar por las decisiones adoptadas en torno a la Hostelería y al IVA, que se mantiene arriba del todo, aunque ayer, tras expoliar unos mil millones de euros a todos los españoles, también a los más humildes, La Moncloa decidiese rebajarlo. Habrá que agradecerla a la AJE (Asociación de Jóvenes Empresarios) la iniciativa.
Y, como digo, hoy se manifestaron, con indudable éxito, cientos de pequeños empresarios zamoranos, entre la hermosa, pero engañosa niebla, para protestar por tanta ignominia política, a derecha e izquierda; por tanta hipocresía, mentira, promesas, zarandajas, ideas peregrinas, que arruinarán sus negocios. ¡Pero que saben estos políticos, casi todos funcionarios, de arriesgar patrimonios, de pedir créditos, de pagar salarios todos los meses, de impuestos de todas las administraciones! Ellos están a subirse los sueldos mientras la España de verdad, la que trabaja, la que las pasa putas para dar un paso al frente, sufre, padece, llora en medio de una pandemia vírica, que ya estaba aquí en enero, como se ha demostrado por parte del propio Ministerio de la cosa. Los políticos, salvo raras excepciones, son ya el enemigo público número 1 del pueblo.
Ahora bien, y lo escribo con tristeza: ¿Dónde moraba el resto de la Zamora trabajadora? ¿Por qué un sector mayoritario de la población zamorana se queda en casa, en la mesa camilla, al calor del brasero, escondida entre la niebla, o pasa y mira a los que protestan, inquieren, preguntan, se rebelan? La ciudad silente, la ciudad pusilánime, la de la apatía antropológica espera la muerte social cruzada de brazos, como si no fuera con ella, como si no pasara nada.
Solo me queda la esperanza de que estos jóvenes empresarios, más los agricultores que todavía siembran nuestro campos agiten nuestra sociedad, la muevan, la hagan vibrar. La ciudad se ha convertido en una urbe de muertes vivientes, de zombis, de” muamismo”, un museo de piedras, niebla interior, sepulcro sin cadáveres, cenotafio cercano al Duero.
Eugenio-Jesús de Ávila
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