HISTORIA
Reflexiones de Alcalá-Zamora y Azaña tras la victoria del Frente Popular
Estos textos de los dos presidentes de la II República deberían formar parte de la Ley de Memoria Democrática para conocer nuestra de verdad nuestra historia
Quizá sea una persona cándida y crea que la Ley de Memoria Democrática, la que se ha sacado de la manga este gobierno de demócratas, social-comunista, refleje, dé a conocer, divulgue, verbigracia, las memorias del presidente de la II República, don Niceto Alcalá-Zamora, y de una carta que dirige Manuel Azaña a su cuñado, Rivas Cheriff, en la que le explica los sucesos, gravísimos, que acontecían en España tras el triunfo, con el correspondiente pucherazo, demostrado con documentación, como el propio se constata en las memorias del político cordobés, del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936.
Voy con lo que escribió don Niceto. Al loro. No se asuste el lector. Y si lo lee un comunista o socialista, gente gregaria, amiga de las dictaduras del proletariado y purgas en el interior de sus formaciones, aprenderá cosas que no sabe. Y siempre me gustó enseñar al que ignora, más si desconoce la historia que protagonizaron sus abuelos ideológicos. Después pueden reírse. Pero nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Dice el que fuera el primer presidente de la II República lo que sigue: “[El Frente Popular] resultó la minoría más importante; pero la mayoría absoluta se les escapaba. Sin embargo, logró conquistarla, consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de legalidad y conciencia. Desde la noche del 16, el Frente Popular, sin esperar el fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados (…) desencadenó en la calle la ofensiva del desorden; reclamó el poder por medio de la violencia. Crisis: algunos gobernadores civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales; en muchas localidades los resultados pudieron ser falsificados. Segunda etapa: conquistada la mayoría de este modo, le fue fácil hacerla aplastante. Reforzada con una extraña alianza con los reaccionarios vascos, el Frente Popular eligió la Comisión de Validez de las actas, que procedió de una manera arbitraria. Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsó de las Cortes a varios diputados de las minorías. No se trataba solamente de una ciega pasión sectaria, se trataba de le ejecución de un plan deliberado y de gran envergadura”.
¡Cómo se ha quedado el lector con este extracto de las memorias de don Niceto! ¿Piensa aún que el Frente Popular amaba la democracia, que las elecciones de febrero fueron legales, que aquella República fue el paradigma de la democracia? Solo un hooligan de aquel régimen, un espíritu adocenado y ágrafo podría defender esa tesis. Pero continúo con más lecciones sobre nuestra Historia.
Toca ahora el turno al segundo y último presidente de la II República, Manuel Azaña, que le contaba lo que sigue a su cuñado, Rivas Cheriff:
“Hoy nos han quemado: siete iglesias, seis casas, todos los centros políticos de derecha y el Registro de la Propiedad. A media tarde, incendios en Albacete y en Almansa. Ayer, motín y asesinatos en Jumilla. El sábado, Logroño; el viernes, Madrid, tres iglesias. El jueves y miércoles, Vallecas… Han apaleado en la calle Caballero de Gracia a un comandante vestido de uniforme, que no hacía nada. En Ferrol, a dos oficiales de artillería; en Logroño, acorralaron y encerraron a un general y cuatro oficiales… lo más oportuno. Creo que van más de doscientos muertos y heridos desde que se formó el Gobierno y he perdido la cuenta de las poblaciones en que se han quemado iglesias y conventos: ¡hasta en Alcalá!”.
Lo que he transcrito es pura historia. Documentos incontrovertibles, irrefutables e irrebatibles. No obstante, por razones tan poderosas, alejadas de la fe pagana de las ideologías socialista y comunista, dudo que queden registrados en la nueva Ley de Memoria Democrática, porque demostrarían que la arcadia feliz republicana fue un infierno.
Por cierto, comparen, con todos sus defectos a Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Azaña con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. ¡Dios mío! Del talento, el genio y la sabiduría a la vulgaridad, la mentira y la hipocresía.
Hegel decía que todos los grandes hechos (y personajes) de la historia universal, aparecen dos veces. Marx le complementó añadiendo que una vez como tragedia y otra como farsa. La democracia de Pedro y Pablo, apóstoles de la mediocridad en el poder, se repite como mentira, enredo, falsedad y engaño.
Eugenio-Jesús de Ávilaole
Quizá sea una persona cándida y crea que la Ley de Memoria Democrática, la que se ha sacado de la manga este gobierno de demócratas, social-comunista, refleje, dé a conocer, divulgue, verbigracia, las memorias del presidente de la II República, don Niceto Alcalá-Zamora, y de una carta que dirige Manuel Azaña a su cuñado, Rivas Cheriff, en la que le explica los sucesos, gravísimos, que acontecían en España tras el triunfo, con el correspondiente pucherazo, demostrado con documentación, como el propio se constata en las memorias del político cordobés, del Frente Popular en los comicios de febrero de 1936.
Voy con lo que escribió don Niceto. Al loro. No se asuste el lector. Y si lo lee un comunista o socialista, gente gregaria, amiga de las dictaduras del proletariado y purgas en el interior de sus formaciones, aprenderá cosas que no sabe. Y siempre me gustó enseñar al que ignora, más si desconoce la historia que protagonizaron sus abuelos ideológicos. Después pueden reírse. Pero nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.
Dice el que fuera el primer presidente de la II República lo que sigue: “[El Frente Popular] resultó la minoría más importante; pero la mayoría absoluta se les escapaba. Sin embargo, logró conquistarla, consumiendo dos etapas a toda velocidad, violando todos los escrúpulos de legalidad y conciencia. Desde la noche del 16, el Frente Popular, sin esperar el fin del recuento del escrutinio y la proclamación de los resultados (…) desencadenó en la calle la ofensiva del desorden; reclamó el poder por medio de la violencia. Crisis: algunos gobernadores civiles dimitieron. A instigación de dirigentes irresponsables, la muchedumbre se apoderó de los documentos electorales; en muchas localidades los resultados pudieron ser falsificados. Segunda etapa: conquistada la mayoría de este modo, le fue fácil hacerla aplastante. Reforzada con una extraña alianza con los reaccionarios vascos, el Frente Popular eligió la Comisión de Validez de las actas, que procedió de una manera arbitraria. Se anularon todas las actas de ciertas provincias donde la oposición resultó victoriosa; se proclamaron diputados a candidatos amigos vencidos. Se expulsó de las Cortes a varios diputados de las minorías. No se trataba solamente de una ciega pasión sectaria, se trataba de le ejecución de un plan deliberado y de gran envergadura”.
¡Cómo se ha quedado el lector con este extracto de las memorias de don Niceto! ¿Piensa aún que el Frente Popular amaba la democracia, que las elecciones de febrero fueron legales, que aquella República fue el paradigma de la democracia? Solo un hooligan de aquel régimen, un espíritu adocenado y ágrafo podría defender esa tesis. Pero continúo con más lecciones sobre nuestra Historia.
Toca ahora el turno al segundo y último presidente de la II República, Manuel Azaña, que le contaba lo que sigue a su cuñado, Rivas Cheriff:
“Hoy nos han quemado: siete iglesias, seis casas, todos los centros políticos de derecha y el Registro de la Propiedad. A media tarde, incendios en Albacete y en Almansa. Ayer, motín y asesinatos en Jumilla. El sábado, Logroño; el viernes, Madrid, tres iglesias. El jueves y miércoles, Vallecas… Han apaleado en la calle Caballero de Gracia a un comandante vestido de uniforme, que no hacía nada. En Ferrol, a dos oficiales de artillería; en Logroño, acorralaron y encerraron a un general y cuatro oficiales… lo más oportuno. Creo que van más de doscientos muertos y heridos desde que se formó el Gobierno y he perdido la cuenta de las poblaciones en que se han quemado iglesias y conventos: ¡hasta en Alcalá!”.
Lo que he transcrito es pura historia. Documentos incontrovertibles, irrefutables e irrebatibles. No obstante, por razones tan poderosas, alejadas de la fe pagana de las ideologías socialista y comunista, dudo que queden registrados en la nueva Ley de Memoria Democrática, porque demostrarían que la arcadia feliz republicana fue un infierno.
Por cierto, comparen, con todos sus defectos a Niceto Alcalá-Zamora y Manuel Azaña con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. ¡Dios mío! Del talento, el genio y la sabiduría a la vulgaridad, la mentira y la hipocresía.
Hegel decía que todos los grandes hechos (y personajes) de la historia universal, aparecen dos veces. Marx le complementó añadiendo que una vez como tragedia y otra como farsa. La democracia de Pedro y Pablo, apóstoles de la mediocridad en el poder, se repite como mentira, enredo, falsedad y engaño.
Eugenio-Jesús de Ávilaole




















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