Miércoles, 24 de Diciembre de 2025

Mª Soledad Martín
Miércoles, 18 de Noviembre de 2020
ZAMORANA

Burocracia y fallos del sistema

[Img #46026]El país continua inmerso en el antológico “vuelva usted mañana” de Larra; ahora más sofisticados porque con el devenir de los tiempos hemos sustituido los timbres, las pólizas y los sellos por citas telefónicas y gestiones a través de Internet pero, precisamente en este momento cuando estamos sufriendo los estragos de una devastadora pandemia y las instituciones deberían estar más que nunca al servicio de los ciudadanos, es cuando topamos con una burocracia extrema, que se manifiesta desde solicitar una cita en un organismo o administración pública, hasta pedirla para acudir al banco o al médico de familia.

 

Resulta una tarea harto difícil porque los teléfonos se saturan; parece que nadie es consciente del coste económico que puede causarle a un pensionista de exigua renta las insistentes llamadas sin respuesta al otro lado del hilo telefónico, además de hastío, irritación e impotencia por escuchar reiteradas veces una monótona música de fondo y las frases de un interlocutor anónimo que nos instan a seguir intentándolo. Ahora precisamente que es cuando se debería estar más cerca del individuo, atento para resolver sus cuitas, es preciso reforzar las administraciones y las ventanillas tienen que seguir funcionando más que nunca para solventar temas acuciantes que son capitales para el ciudadano que no ha cobrado el paro, para quien no le alcanzó el ingreso mínimo vital o para la reclamación de aquellos a quienes urge una reparación que la administración no le ha satisfecho.

 

Y dado que no se atiende presencialmente a menos que sea con cita previa, se saturan las líneas, se hace dejación de responsabilidades, y no hay nadie al otro lado del hilo telefónico que escuche o resuelva la angustia que este hecho genera. La otra solución es la cita on line en la creencia de que una mayoría sabe dominar las nuevas tecnologías, pero ¿qué pasa con las personas que no disponen de un ordenador o de aquellos que no saben utilizarlo?

 

La pandemia no frena, sino que acrecienta una burocracia infinita, y si antes me he referido a gestiones puramente administrativas, éstas cobran singular interés cuando afectan a la salud: es prácticamente imposible conseguir hora en un centro médico. La salud se pone en quiebra y los ciudadanos no acuden para consultar lo que dentro de un tiempo tendrá repercusiones serias por no haber puesto las medidas a tiempo; la Estrategia de Promoción de la Salud y Prevención en el SNS aprobada por el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud en 2013 fue todo un hito que ahora se ha convertido en una quimera ya que no es posible atender a enfermos crónicos, revisiones programadas, e incluso las intervenciones y las terapias más graves se aparcan para dejar paso a enfermos covid que son ahora prioridad. Tampoco vale admitir que la sanidad está saturada, que los poderes públicos están saturados, que la gente está teletrabajando y no va físicamente a sus puestos de trabajo, porque hay numerosos trámites que todavía precisan de la humanidad y del contacto visual, que no físico, cuando hemos de hacer alguna gestión administrativa.

 

Estas carencias, algunas históricas y otras fruto del momento actual, deberían ser analizadas y solventadas con agilidad y eficacia; ésa es una de las cosas que hemos de aprender, otra más para añadir a larga lista de cosas que se han hecho mal. Damos por hecho que administraciones fundamentales están saturadas: Justicia, está saturada; los folios se almacenan en estancias llenas de legajos de suelo a techo sin digitalizar; en Sanidad todavía existen historias clínicas en hospitales y centros de salud que continúan en formato papel, pese al enorme esfuerzo que se está llevando a cabo para paliar este problema, y la excusa fundamental y común para no erradicar estos males endémicos suele ser la falta de personal.

 

Urge que las administraciones y organismos públicos sean reforzados ya que cuando sobreviene una desgracia como en el caso de la actual pandemia que vivimos, hemos sido testigos de una incalificable anarquía administrativa: desde el baile de cifras de contagiados y fallecidos que nos ofrecían a diario las diferentes comunidades autónomas que llegaban tarde y mal al Ministerio de Sanidad, o las que este organismo manifestaba y que no concordaban con los datos de otras instituciones: El Instituto Nacional de Estadística (INE), los informes MoMo elaborados por el Centro Nacional de Epidemiología (CNE) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), cifras que, paradójicamente, provienen de organismos oficiales y del propio Gobierno.

 

La anarquía continúa llegando a su máximo exponente en la localización de muchos enfermos y muertos cuyos familiares han permanecido en un estado de angustia e inquietud durante días porque nadie les daba razón de donde se encontraban. Se está jugando con la vida y con la enfermedad, situaciones trascendentes que no deben admitir fallos ni puede acarrear consecuencias tan lastimosas.

 

La tarea de agilizar, digitalizar y dinamizar las Administraciones Públicas viene de largo, pero nada se ha hecho al respecto; es preciso de una importante mentalización sobre el tema, además de una fuerte inversión económica y de personal especializado para que las gestiones sean rápidas y diligentes, para que no continuemos parcheando con ineficacia unas necesidades que se manifiestan con meridiana claridad, y que afectan a diario a todos los españoles.

 

Mª Soledad Martín Turiño

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