PASIÓN POR ZAMORA
Monte La Reina: ¿una causa perdida para Zamora?
Las instituciones públicas zamoranas no muestran interés ante un proyecto militar que podría reactivar la economía de la capital de la provincia y Toro y sus respectivos alfoces
10,
Entiendo que la inversión –se ha dicho que sobre unos 80 millones de euros, el chocolate del loro en los PGE 2020- para rehabilitar, restaurar, reabrir Monte La Reina como instalación militar debería correr a cargo del Ministerio de Defensa, por lo tanto, del Gobierno de la nación. Pero comprendo también que Zamora, una provincia rica que, entre todos, políticos y mansedumbre de nuestra gente, que se ha transformado en paupérrima: menor actividad económica de España, la población más envejecida, desierto demográfico, debería contribuir también a que ese proyecto se hiciese realidad. De momento, solo Caja Rural de Zamora, el alma económica de esta provincia, dispuso un millón de euros para facilitar la llegada a nuestra tierra de más de 1.500 profesionales de la milicia española con sus correspondientes familias.
Me temo que las instituciones públicas zamoranas “pasa” de Monte La Reina. Ignoran que Zamora ciudad y Toro se convertirían en las grandes beneficiadas de que unas 5.000 personas se viniesen a vivir aquí. El Ayuntamiento de la capital ha mostrado que esta inversión no le incumbe. No sé nada de lo que piensa en regidor toresano sobre el particular. Puedo comprender que a la Casa de las Panaderas una inversión en municipio ajeno le traiga sin cuidado. Pero se olvida que esa inyección de población, colosal, como si se tratase de construir una factoría, pongamos de automóviles, transformaría la vida económica de la ciudad del Romancero. El mercado inmobiliario, el comercio, la hostelería, la educación, la cultura, en coma económico, se reactivarían. Por consiguiente, muchos zamoranos, miles en el paro, encontrarían un trabajo en esos sectores antes mencionados. Esta Zamora triste, desolada, en caída libre, hermosa, pero abandonada, regresaría a la sonrisa, a la alegría, a las ganas de vivir. Se alquilarían locales, viviendas: San Torcuato y Santa Clara lucirían como antaño, como las verdaderas arterias de la capital de la provincia. “A contrario sensu”, se acentuaría la decadencia económica, social, cultural y demográfica de Zamora, más pronunciada aún desde el 14 de marzo de este año apocalíptico, hasta niveles desconocidos. E insisto, reitero, que esta ciudad, también su provincia, necesita inversiones de todas las instituciones públicas del Estado, locales, provinciales, regionales y nacionales también forman parte de la estructura estatal. Cuando el felipismo desinvirtió en esta tierra, como lo evidenció el cierre de líneas férreas, Prisión Provincial, Universidad Laboral, traslado del Regimiento Toledo, más la silente, pero profunda y brutal, reconversión agropecuaria, la provincia y con ello su capital, ciudad dependiente de su sector primario, se inició su decadencia, su marcha hacia el abismo económico, social, demográfico. Si un servidor fuera economista, habría realizado una tesis doctoral sobre el impacto que alcanzó en Zamora esa retirada de las inversiones estatales. Nadie, ni tan si quiera la prensa local, se atrevió a escribir nada sobre esas decisiones políticas, ejecutadas por un Gobierno del PSOE.
Yo no pido, como zamorano, cercano a la jubilación, que se derive cantidad alguna al proyecto, pero sí pediría una inversión “moral”, un empuje verbal al proyecto de Monte La Reina por parte de los ayuntamientos que se beneficiarían de tal inversión y de la propia Diputación Provincial. Porque no preveo, excepción hecha de la Biorrefinería Multifuncional en Barcial del Barco, ninguna inversión privada en polígono alguno de la capital de la provincia ni de la ciudad de Doña Elvira, en el próximo lustro, máxime si el ejecutivo de Sánchez, contra toda razón de ser económica, potencia los impuestos en años de gravísima recesión económica. A mayores, a todo descalabro de población, corresponde merma del número de funcionarios. Aquí, en el inmediato futuro, solo se construirán edificios para crear residencias para la tercera edad. Zamora acelera hacia su conversión en una provincia que vivirá de sus ancianos, de la vejez. Evitar, pues, que Monte La Reina se reabra, restaure, rehabilite, adelantará el óbito de esta ciudad y su provincia, unos 10.500 km2 baldíos, un enorme desierto demográfico. Vale, palabra con la que finaliza el Quijote. Al fin y al cabo, un servidor no deja ser un Alonso Quijano sin peto, ni espaldar, sin Rocinante, ni escudero. Quizá, como el ingenioso hidalgo me convierta en pastor antes de perder la cordura.
Eugenio-Jesús de Ávila
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Entiendo que la inversión –se ha dicho que sobre unos 80 millones de euros, el chocolate del loro en los PGE 2020- para rehabilitar, restaurar, reabrir Monte La Reina como instalación militar debería correr a cargo del Ministerio de Defensa, por lo tanto, del Gobierno de la nación. Pero comprendo también que Zamora, una provincia rica que, entre todos, políticos y mansedumbre de nuestra gente, que se ha transformado en paupérrima: menor actividad económica de España, la población más envejecida, desierto demográfico, debería contribuir también a que ese proyecto se hiciese realidad. De momento, solo Caja Rural de Zamora, el alma económica de esta provincia, dispuso un millón de euros para facilitar la llegada a nuestra tierra de más de 1.500 profesionales de la milicia española con sus correspondientes familias.
Me temo que las instituciones públicas zamoranas “pasa” de Monte La Reina. Ignoran que Zamora ciudad y Toro se convertirían en las grandes beneficiadas de que unas 5.000 personas se viniesen a vivir aquí. El Ayuntamiento de la capital ha mostrado que esta inversión no le incumbe. No sé nada de lo que piensa en regidor toresano sobre el particular. Puedo comprender que a la Casa de las Panaderas una inversión en municipio ajeno le traiga sin cuidado. Pero se olvida que esa inyección de población, colosal, como si se tratase de construir una factoría, pongamos de automóviles, transformaría la vida económica de la ciudad del Romancero. El mercado inmobiliario, el comercio, la hostelería, la educación, la cultura, en coma económico, se reactivarían. Por consiguiente, muchos zamoranos, miles en el paro, encontrarían un trabajo en esos sectores antes mencionados. Esta Zamora triste, desolada, en caída libre, hermosa, pero abandonada, regresaría a la sonrisa, a la alegría, a las ganas de vivir. Se alquilarían locales, viviendas: San Torcuato y Santa Clara lucirían como antaño, como las verdaderas arterias de la capital de la provincia. “A contrario sensu”, se acentuaría la decadencia económica, social, cultural y demográfica de Zamora, más pronunciada aún desde el 14 de marzo de este año apocalíptico, hasta niveles desconocidos. E insisto, reitero, que esta ciudad, también su provincia, necesita inversiones de todas las instituciones públicas del Estado, locales, provinciales, regionales y nacionales también forman parte de la estructura estatal. Cuando el felipismo desinvirtió en esta tierra, como lo evidenció el cierre de líneas férreas, Prisión Provincial, Universidad Laboral, traslado del Regimiento Toledo, más la silente, pero profunda y brutal, reconversión agropecuaria, la provincia y con ello su capital, ciudad dependiente de su sector primario, se inició su decadencia, su marcha hacia el abismo económico, social, demográfico. Si un servidor fuera economista, habría realizado una tesis doctoral sobre el impacto que alcanzó en Zamora esa retirada de las inversiones estatales. Nadie, ni tan si quiera la prensa local, se atrevió a escribir nada sobre esas decisiones políticas, ejecutadas por un Gobierno del PSOE.
Yo no pido, como zamorano, cercano a la jubilación, que se derive cantidad alguna al proyecto, pero sí pediría una inversión “moral”, un empuje verbal al proyecto de Monte La Reina por parte de los ayuntamientos que se beneficiarían de tal inversión y de la propia Diputación Provincial. Porque no preveo, excepción hecha de la Biorrefinería Multifuncional en Barcial del Barco, ninguna inversión privada en polígono alguno de la capital de la provincia ni de la ciudad de Doña Elvira, en el próximo lustro, máxime si el ejecutivo de Sánchez, contra toda razón de ser económica, potencia los impuestos en años de gravísima recesión económica. A mayores, a todo descalabro de población, corresponde merma del número de funcionarios. Aquí, en el inmediato futuro, solo se construirán edificios para crear residencias para la tercera edad. Zamora acelera hacia su conversión en una provincia que vivirá de sus ancianos, de la vejez. Evitar, pues, que Monte La Reina se reabra, restaure, rehabilite, adelantará el óbito de esta ciudad y su provincia, unos 10.500 km2 baldíos, un enorme desierto demográfico. Vale, palabra con la que finaliza el Quijote. Al fin y al cabo, un servidor no deja ser un Alonso Quijano sin peto, ni espaldar, sin Rocinante, ni escudero. Quizá, como el ingenioso hidalgo me convierta en pastor antes de perder la cordura.
Eugenio-Jesús de Ávila
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