NOTICIAS FALSAS
Mentira oficial
Comenzó a hablar en cuanto se le preguntó por la dirección a tomar y dirigió la mirada hacia el horizonte. Cuando allí llegaron, otro le dio un rumbo casi contrario. Se los habían quitado de encima. Contestaron sin saber, pero habían perdido tiempo y esfuerzos en el inútil empeño. No se fiarían tanto -tontos- con las próximas preguntas.
Esto sucedía en México. Típico era responder cualquier cosa para contentar al interrogador, fuera verdad o no. Cuando a uno le mienten rompen su confianza. Si esto se expande, la unidad entre los hombres se disuelve y es muy difícil trabajar, construir, vivir... Cada vez sucede más en una sociedad descompuesta moralmente como la nuestra, donde la falta de veracidad es muy tolerada e incluso se ve como grosero decir lo que verdaderamente uno piensa...
Nuestra inmoralidad como civilización decadente, devorada no en vano por Oriente, nos descompone. Basta mirar cómo hay enormes audiencias en programas de televisión tan funestos como uno en que prueban la fidelidad de los novios en una isla de tentaciones llenas, para quebrarla impúdicamente delante de miles de ojos, regocijados ante las humanas debilidades con la carne, carnaza como en el circo romano, pero también carnaza afectiva...
El subjetivismo unido al relativismo moral hace que casi todo sea en principio aceptable: adulterios, traiciones, falsedades, estafas... No sabemos lo que una persona tiene en la cabeza o en el corazón y por eso moralmente hay que ser cautos antes de señalar a otro por sus vicios, pero sí que podemos señalar que se dan acciones reprensibles y hay que condenarlas para que el escándalo no provoque más seguidores de rumbos siniestros.
Hemos podido escuchar al presidente del gobierno en recientes grabaciones cómo nunca pactaría con un partido que quiere destruir España y es heredero del terrorismo, repitiéndolo de modo incesante. Ahora hace lo contrario. Estafa a quienes le votaron. Debería ser relevado del cargo: estafador y destructor del gobierno del pueblo.
Ese mismo presidente promueve una ley contra las noticias falsas, una especie de ministerio de la censura. El ministerio de la verdad, como ocurría en tantos países socialistas -o, mejor, comunistas- se convertía en el gran ministerio de las mentiras, administradas entre un amordazamiento general, pues cada vez se cercenan más nuestras libertades...
Tal vez sean estas unas de las últimas letras que pueden hablar sin ser amputadas en los próximos años. Nueva censura, nueva Inquisición, pero con hedor ateo a checa. La Unión Europea mira con desconfianza una iniciativa que, además de luchar contra las fake news, puede arrollar la libertad, la libertad de expresión, la libertad de la prensa.
Menos mal que las últimas elecciones en Grecia las ha ganado un filósofo que vivía en un tonel. Sí, querido lector, no se fíe, también esto es mentira. ¿Merece la pena leer para desinformarse?
Ilia Galán
Comenzó a hablar en cuanto se le preguntó por la dirección a tomar y dirigió la mirada hacia el horizonte. Cuando allí llegaron, otro le dio un rumbo casi contrario. Se los habían quitado de encima. Contestaron sin saber, pero habían perdido tiempo y esfuerzos en el inútil empeño. No se fiarían tanto -tontos- con las próximas preguntas.
Esto sucedía en México. Típico era responder cualquier cosa para contentar al interrogador, fuera verdad o no. Cuando a uno le mienten rompen su confianza. Si esto se expande, la unidad entre los hombres se disuelve y es muy difícil trabajar, construir, vivir... Cada vez sucede más en una sociedad descompuesta moralmente como la nuestra, donde la falta de veracidad es muy tolerada e incluso se ve como grosero decir lo que verdaderamente uno piensa...
Nuestra inmoralidad como civilización decadente, devorada no en vano por Oriente, nos descompone. Basta mirar cómo hay enormes audiencias en programas de televisión tan funestos como uno en que prueban la fidelidad de los novios en una isla de tentaciones llenas, para quebrarla impúdicamente delante de miles de ojos, regocijados ante las humanas debilidades con la carne, carnaza como en el circo romano, pero también carnaza afectiva...
El subjetivismo unido al relativismo moral hace que casi todo sea en principio aceptable: adulterios, traiciones, falsedades, estafas... No sabemos lo que una persona tiene en la cabeza o en el corazón y por eso moralmente hay que ser cautos antes de señalar a otro por sus vicios, pero sí que podemos señalar que se dan acciones reprensibles y hay que condenarlas para que el escándalo no provoque más seguidores de rumbos siniestros.
Hemos podido escuchar al presidente del gobierno en recientes grabaciones cómo nunca pactaría con un partido que quiere destruir España y es heredero del terrorismo, repitiéndolo de modo incesante. Ahora hace lo contrario. Estafa a quienes le votaron. Debería ser relevado del cargo: estafador y destructor del gobierno del pueblo.
Ese mismo presidente promueve una ley contra las noticias falsas, una especie de ministerio de la censura. El ministerio de la verdad, como ocurría en tantos países socialistas -o, mejor, comunistas- se convertía en el gran ministerio de las mentiras, administradas entre un amordazamiento general, pues cada vez se cercenan más nuestras libertades...
Tal vez sean estas unas de las últimas letras que pueden hablar sin ser amputadas en los próximos años. Nueva censura, nueva Inquisición, pero con hedor ateo a checa. La Unión Europea mira con desconfianza una iniciativa que, además de luchar contra las fake news, puede arrollar la libertad, la libertad de expresión, la libertad de la prensa.
Menos mal que las últimas elecciones en Grecia las ha ganado un filósofo que vivía en un tonel. Sí, querido lector, no se fíe, también esto es mentira. ¿Merece la pena leer para desinformarse?
Ilia Galán



















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