Sábado, 27 de Diciembre de 2025

Nélida L. Del Estal Sastre
Martes, 24 de Noviembre de 2020
CON LOS CINCO SENTIDOS

A veces

[Img #46217]"Da más fuerza saberse amado que saberse fuerte: la certeza del amor, cuando existe, nos hace invulnerables". Goethe.

En esta vida lo que importa es amar intensamente, aunque no dure, pero ser bueno con quien te ame, eso siempre. Si a quien amas coincide con quien te ama, entonces estás inmerso en la máxima expresión de la perfección y la suerte, el azar supremo, la partida de dados definitiva. Eso no se presenta más que una o dos veces a lo largo de toda una vida. Sólo podrás irte en paz si no heriste a propósito, si no primó tu egoísmo y el hedonismo al bienestar del ser amado. Yo podría irme mañana mismo con la cabeza bien alta. Nunca herí conscientemente a nadie, ni a una miserable mosca. No creo que exista mucha gente que pueda decir algo semejante. Y no me oculto, no. Para qué. Por eso la gente me adora (amigos de verdad) o me odia hasta el punto de la envidia perversa. Así que sí, si me fuera mañana mismo, estaría bien tranquila con mi ser. Amé y me amaron, fui y fueron conmigo. Otros me abandonaron por el camino, pero yo también abandoné si no veía luz alguna tras unos ojos.

A veces, la vida te da de puñetazos en la cara para espabilarte, o bien, para deformártela por siempre. Para que quede en tu rostro la marca indeleble de que fuiste objeto de una conjura de necios y sordos, de vulgares carroñeros con forma de personas afables e, incluso, cercanas.

La vida, también a veces, para compensar, hace que de tus entrañas salga algo parecido a un ángel al que, según va creciendo, crecen unas alas bajo las que podrás guarecerte siempre. Al principio, las alas son pequeñas y frágiles, pero con los años se tornan en alas magníficas y maravillosamente grandes y fuertes que pueden resguardarte del aguacero más intenso que hayas presenciado jamás, ese que de pillarte a cielo abierto, te habría abierto las carnes en vivo y dejado inerte en mitad de cualquier calle de cualquier ciudad de cualquier país.

A veces, una vez más, doy gracias por haber parido a un ser que es la luz que ilumina mis noches más oscuras, en las que creo que camino descalza por un camino lleno de alfileres y de clavos. Pero está ella, mi pequeña, mi tesoro, mi vida entera y parte de la que me quede fuera de este mundo conocido por todos. No soy nada sin ella, lo soy todo por ella y el que nunca fue padre o madre no podrá entender este maravilloso sentimiento de pertenencia a la tierra de la que saliste, con un brazo detrás de otro, gritando por vivir y por sentir hasta escuchar el latido en el pecho de tu madre y pensar, con tu mente a medio hacer, que ya todo iba bien. El latido de tu madre. Ese latido.

Nelida L. del Estal Sastre

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