DENUNCIAS
Fachadas, entre cableados y “cabreados”
Sigue sin soterrarse el cableado del casco antiguo
Tras un mural pintado en una de las paredes medianeras de la calle Moreno, esquina con la rúa, vino otro dedicado al poeta Claudio Rodríguez, en el mirador del Troncoso. De estas iniciativas, de las que se cumplen siete años, surgieron otras posteriores. Poco a poco se han ido añadiendo pinturas decorativas en fachadas insulsas que bien poco decían, para cambiar su aspecto, mejorando considerablemente la imagen general de la ciudad.
Hay algo que cambiaría, y para bien, el impacto visual del casco antiguo. Hacer desaparecer el cableado de las fachadas. Dependemos, y cada vez más, de los hilos, que traen a casa corriente eléctrica y fibra para que tengamos Internet y televisión.
Necesitamos que lleguen hasta nuestros hogares, pero ello no implica que tengamos que soportarlos en las condiciones en que se encuentran por las calles. Porque, además de cruzar los edificios de lado a lado, en algunos puntos, los cables se encuentran enmarañados, con ramales colgando o incluso enrollados de mala manera. Aún en el mejor de los casos, la visión es poco agradable y resta decoro a las fachadas.
Hace décadas, se procedió al pavimentado de todas las calles de la zona antigua de la ciudad, con el resultado de un aspecto renovado tal y como lo conocemos actualmente y del que hacemos uso. También se invirtió sobre lo que hay bajo las losas y adoquines que pisamos, renovando en su totalidad las conducciones de agua, las canalizaciones de desagües y se crearon arquetas unidas entre sí mediante tubos, y con ramales que llegan hasta todos y cada una de las puertas de cada vivienda. Ello permite que en un futuro, que parece no llegar, se pueda embutir en esos macarrones los hilos para dar servicio a las necesidades de los comercios y viviendas. Pasados muchos años, sigue sin realizarse.
Una parte administrativa está hecha. Hay canalizaciones para que las compañías afectadas puedan distribuir los cables por las conducciones subterráneas existentes, facilitando su eliminación aérea. La otra está aún por hacer, seguirá mientras nuestros representantes continúen sin implicarse en que esto sea posible. Es aún peor, no solo no hacen nada para que las empresas privadas retiren sus cables, sino que los propios, los del alumbrado público, tampoco son sustituidos, a pesar de ser competencia directa del Ayuntamiento.
Manuel Herrero Alonso
Tras un mural pintado en una de las paredes medianeras de la calle Moreno, esquina con la rúa, vino otro dedicado al poeta Claudio Rodríguez, en el mirador del Troncoso. De estas iniciativas, de las que se cumplen siete años, surgieron otras posteriores. Poco a poco se han ido añadiendo pinturas decorativas en fachadas insulsas que bien poco decían, para cambiar su aspecto, mejorando considerablemente la imagen general de la ciudad.
Hay algo que cambiaría, y para bien, el impacto visual del casco antiguo. Hacer desaparecer el cableado de las fachadas. Dependemos, y cada vez más, de los hilos, que traen a casa corriente eléctrica y fibra para que tengamos Internet y televisión.
Necesitamos que lleguen hasta nuestros hogares, pero ello no implica que tengamos que soportarlos en las condiciones en que se encuentran por las calles. Porque, además de cruzar los edificios de lado a lado, en algunos puntos, los cables se encuentran enmarañados, con ramales colgando o incluso enrollados de mala manera. Aún en el mejor de los casos, la visión es poco agradable y resta decoro a las fachadas.
Hace décadas, se procedió al pavimentado de todas las calles de la zona antigua de la ciudad, con el resultado de un aspecto renovado tal y como lo conocemos actualmente y del que hacemos uso. También se invirtió sobre lo que hay bajo las losas y adoquines que pisamos, renovando en su totalidad las conducciones de agua, las canalizaciones de desagües y se crearon arquetas unidas entre sí mediante tubos, y con ramales que llegan hasta todos y cada una de las puertas de cada vivienda. Ello permite que en un futuro, que parece no llegar, se pueda embutir en esos macarrones los hilos para dar servicio a las necesidades de los comercios y viviendas. Pasados muchos años, sigue sin realizarse.
Una parte administrativa está hecha. Hay canalizaciones para que las compañías afectadas puedan distribuir los cables por las conducciones subterráneas existentes, facilitando su eliminación aérea. La otra está aún por hacer, seguirá mientras nuestros representantes continúen sin implicarse en que esto sea posible. Es aún peor, no solo no hacen nada para que las empresas privadas retiren sus cables, sino que los propios, los del alumbrado público, tampoco son sustituidos, a pesar de ser competencia directa del Ayuntamiento.
Manuel Herrero Alonso






















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