ME QUEDA LA PALABRA
Nos quieren robar la Navidad, nos quieren morder el alma
Había un punto de inflexión en mi vida. Lo marcó conocer a una dama extraordinaria, mujer que todavía me plantea un problema irresoluble: es más inteligente que bella o destaca más su hermosura que su talento. Pero aconteció un 14 de marzo de 2020 y se produjo otra concavidad en mí ya larga existencia. Una pandemia vírica se cruzó en mi camino hacia la vejez, esa dama arrugada que me espera al otro lado de la puerta o quizá ya en el hall de mi casa. Y el poder, que se caracteriza por transformar la mentira en verdad, nos contó que el virus se moriría bajo el sol del verano. Y las nieblas nos abrigaron con sus brazos de nube. Y hubo gente que se murió y negocios que cerraron y personas que se obsesionaron y nos robaron el divertimento, el recreo, el vino de Toro y la tapa casera.
Y, en menos días que contiene un mes, la Nochebuena, la reunión familiar del año. Quizá no aguantes a tu cuñada ni a tu suegra, pero manda la tradición. La Navidad celebra la historia de tu familia. Regresas al pasado, a tu infancia. Vuelven abuelos, padres, hermanos o hijos que ya no están. Se sientan junto a ti, aunque no los veas, porque ya son vaho de Dios. Pero la familia, célula de la sociedad, representa un peligro para la revolución, para los que quieren quebrar esta democracia, imperfecta, pero el sistema que permitió a la nación española avanzar, progresar, vivir en libertad.
Al poder le disgusta la Navidad, prefiere celebrar el solsticio de invierno, desea volver a la tribu, al comunismo primitivo. Al poder le disgusta todo tipo de libertad. Este barquito de papel conoce bien cómo soplan las borrascas de la injusticia y los huracanes del sectarismo. No podrán hundirnos, porque su tripulación es gente libérrima, liberal e inteligente. Estos malandrines han convertido la pandemia vírica en su excusa para domesticar a un pueblo, con querencia por el gregarismo.
El Día de Zamora volverá el 18 de diciembre a festejar la Navidad, que será la primera y la última en vivirla del revés. Y también el periódico con el que este barquito de papel cerrará el año 2020, un año con sabor a apocalipsis, el año también en que El Día de Zamora celebró su primera década de vida. No me esperes tocando las teclas del ordenador en 2030. Viviré lejos de Zamora y también de España. Me echarán. La gente como yo no le gusta a los políticos que ocupan el poder.
Eugenio-Jesús de Ávila
Había un punto de inflexión en mi vida. Lo marcó conocer a una dama extraordinaria, mujer que todavía me plantea un problema irresoluble: es más inteligente que bella o destaca más su hermosura que su talento. Pero aconteció un 14 de marzo de 2020 y se produjo otra concavidad en mí ya larga existencia. Una pandemia vírica se cruzó en mi camino hacia la vejez, esa dama arrugada que me espera al otro lado de la puerta o quizá ya en el hall de mi casa. Y el poder, que se caracteriza por transformar la mentira en verdad, nos contó que el virus se moriría bajo el sol del verano. Y las nieblas nos abrigaron con sus brazos de nube. Y hubo gente que se murió y negocios que cerraron y personas que se obsesionaron y nos robaron el divertimento, el recreo, el vino de Toro y la tapa casera.
Y, en menos días que contiene un mes, la Nochebuena, la reunión familiar del año. Quizá no aguantes a tu cuñada ni a tu suegra, pero manda la tradición. La Navidad celebra la historia de tu familia. Regresas al pasado, a tu infancia. Vuelven abuelos, padres, hermanos o hijos que ya no están. Se sientan junto a ti, aunque no los veas, porque ya son vaho de Dios. Pero la familia, célula de la sociedad, representa un peligro para la revolución, para los que quieren quebrar esta democracia, imperfecta, pero el sistema que permitió a la nación española avanzar, progresar, vivir en libertad.
Al poder le disgusta la Navidad, prefiere celebrar el solsticio de invierno, desea volver a la tribu, al comunismo primitivo. Al poder le disgusta todo tipo de libertad. Este barquito de papel conoce bien cómo soplan las borrascas de la injusticia y los huracanes del sectarismo. No podrán hundirnos, porque su tripulación es gente libérrima, liberal e inteligente. Estos malandrines han convertido la pandemia vírica en su excusa para domesticar a un pueblo, con querencia por el gregarismo.
El Día de Zamora volverá el 18 de diciembre a festejar la Navidad, que será la primera y la última en vivirla del revés. Y también el periódico con el que este barquito de papel cerrará el año 2020, un año con sabor a apocalipsis, el año también en que El Día de Zamora celebró su primera década de vida. No me esperes tocando las teclas del ordenador en 2030. Viviré lejos de Zamora y también de España. Me echarán. La gente como yo no le gusta a los políticos que ocupan el poder.
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