NOCTURNOS
Amar como hombre y sentir como mujer
El hombre ama desde fuera hacia adentro. La mujer desde lo jhondo hacia la luz. Una dama emplea el alma para amar; el caballero, el cuerpo. Solo el poeta se enamora de la esencia femenina. Cuando en una relación prima la satisfacción sexual, al finiquito del hedonismo no queda nada, ni recuerdos, ni memoria, quizá conversaciones para el cotilleo. Duele el desamor, cuando hubo alma, sensibilidad, talento, cultura.
Al hombre, de una mujer, su primer impacto le llega de su rostro, de sus senos, de sus piernas. Si ese varón se queda en la estética, en la imagen de su amante, novia o esposa, el tiempo se convertirá en la guillotina del deseo. El sexo aburre tanto como la televisión, un periódico B.O.E., una película iraní, una amistad sin gracia ni talento, un día de lluvia o una misa oficiada por un cura disléxico.
La belleza es como el color de una flor. El amor es su perfume. Hay flores de plástico que, a distancia, llaman la atención, pero, cuando te acercas e intentas inspirar su aroma descubres en qué consiste la desilusión y el desencanto.
Yo solo me he enamorado una vez. Mi amada me inspira, me obliga a pensar, me transforma en mejor persona. La empecé a desear de fuera hacia adentro. Me enamoré mientras navegaba por el mar de su talento, que se extiende por la profundidad de su espíritu.
Eugenio-Jesús de Ávila
El hombre ama desde fuera hacia adentro. La mujer desde lo jhondo hacia la luz. Una dama emplea el alma para amar; el caballero, el cuerpo. Solo el poeta se enamora de la esencia femenina. Cuando en una relación prima la satisfacción sexual, al finiquito del hedonismo no queda nada, ni recuerdos, ni memoria, quizá conversaciones para el cotilleo. Duele el desamor, cuando hubo alma, sensibilidad, talento, cultura.
Al hombre, de una mujer, su primer impacto le llega de su rostro, de sus senos, de sus piernas. Si ese varón se queda en la estética, en la imagen de su amante, novia o esposa, el tiempo se convertirá en la guillotina del deseo. El sexo aburre tanto como la televisión, un periódico B.O.E., una película iraní, una amistad sin gracia ni talento, un día de lluvia o una misa oficiada por un cura disléxico.
La belleza es como el color de una flor. El amor es su perfume. Hay flores de plástico que, a distancia, llaman la atención, pero, cuando te acercas e intentas inspirar su aroma descubres en qué consiste la desilusión y el desencanto.
Yo solo me he enamorado una vez. Mi amada me inspira, me obliga a pensar, me transforma en mejor persona. La empecé a desear de fuera hacia adentro. Me enamoré mientras navegaba por el mar de su talento, que se extiende por la profundidad de su espíritu.
Eugenio-Jesús de Ávila

















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