La IU de Guarido, la única izquierda democrática y real
Hubo una Izquierda Unida, la de Gerardo Iglesias, minero asturiano, político ejemplar; la de Julio Anguita, inolvidable persona, y de Cayo Lara, un gran tipo, coherente y diáfano, que suele venir por nuestra ciudad cuando se celebra la fiesta de su partido, para acompañar a Francisco Guarido y sus compañeros, a la que admiré, incluso voté, tanto en elecciones nacionales como en comicios locales. Pero de esa formación, un modelo de comunismo demócrata, de marxismo avanzado, puesto al día, porque Marx, de vivir hoy, en este siglo XXI, habría analizado la sociedad desde una perspectiva muy distinta, ya solo queda esta aldea zamorana de lo que pudo haber sido y no fue, de la ucronía política. Como digo con cierta ironía, el filósofo de Tréveris hoy no sería marxista.
Y esa opinión, con la que he abierto mi artículo, la refrendó, hace un par de días nuestro regidor en Facebook al escribir que su formación es “una caricatura de lo que fue”. Guarido manifestaba su tristeza por la venta de la sede de IU en la capital de España: porque “el fondo no es pagar la deuda acumulada” sino dar “un paso más hacia la nada como partido”.
Reflexiona nuestro alcalde sobre este particular: una organización política sin sede deja de tener referencia porque “una familia necesita una vivienda y un partido un local donde se reúnan sus militantes”. Guarido recordó que la deuda de la coalición, argumento para la venta, se pudo reducir en su día con la formación de grupo parlamentario propio, algo a lo que la dirección federal del partido renunció “expresamente”.
De forma implícita, también el regidor zamorano ironiza sobre Podemos: “Encima, los otros no han asaltado los cielos y tal vez no tengan ni los pies en la tierra».
En Zamora, solo existe una izquierda, real y democrática, la que lidera Guarido. El PSOE de Zamora es una vicaría del sanchismo, que tutela Demetrio Madrid. El socialismo zamorano carece de líder. Nunca lo tuvo. Solo Andrés Luis Calvo, cuando fue alcalde; el inolvidable Carlos Hernández, que se fue de su tierra para llorar cerca del mar, y Manuel Fuentes, intentaron transformar el partido. Tenían carisma. Pero los echaron o se fueron amargados, resignados, como el propio Plaza. Pudo serlo, en el ámbito provincial, Tomás del Bien, pero tenía demasiado talento y verdad para que la mediocridad imperante lo tolerase. Podemos no existe. Están, pero no son. Los comicios locales demostraron su escasa fuerza en el agro y en las urbes. Nada.
Ahora bien, cuando el actual regidor decida dejar res pública, Izquierda Unida quedará huérfana, sin pastor que la guíe, sin un líder carismático, el alma y la esencia de la izquierda zamorano, la que tiene los pies en el suelo, la que solo levita cuando el deseo se transforma en realidad.
Lo de Unidas Podemos, no deja de ser, como escribiese Lenin, la enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo. Cosa de niñatos aburguesados jugando a hacer política.
Eugenio-Jesús de Ávila
Hubo una Izquierda Unida, la de Gerardo Iglesias, minero asturiano, político ejemplar; la de Julio Anguita, inolvidable persona, y de Cayo Lara, un gran tipo, coherente y diáfano, que suele venir por nuestra ciudad cuando se celebra la fiesta de su partido, para acompañar a Francisco Guarido y sus compañeros, a la que admiré, incluso voté, tanto en elecciones nacionales como en comicios locales. Pero de esa formación, un modelo de comunismo demócrata, de marxismo avanzado, puesto al día, porque Marx, de vivir hoy, en este siglo XXI, habría analizado la sociedad desde una perspectiva muy distinta, ya solo queda esta aldea zamorana de lo que pudo haber sido y no fue, de la ucronía política. Como digo con cierta ironía, el filósofo de Tréveris hoy no sería marxista.
Y esa opinión, con la que he abierto mi artículo, la refrendó, hace un par de días nuestro regidor en Facebook al escribir que su formación es “una caricatura de lo que fue”. Guarido manifestaba su tristeza por la venta de la sede de IU en la capital de España: porque “el fondo no es pagar la deuda acumulada” sino dar “un paso más hacia la nada como partido”.
Reflexiona nuestro alcalde sobre este particular: una organización política sin sede deja de tener referencia porque “una familia necesita una vivienda y un partido un local donde se reúnan sus militantes”. Guarido recordó que la deuda de la coalición, argumento para la venta, se pudo reducir en su día con la formación de grupo parlamentario propio, algo a lo que la dirección federal del partido renunció “expresamente”.
De forma implícita, también el regidor zamorano ironiza sobre Podemos: “Encima, los otros no han asaltado los cielos y tal vez no tengan ni los pies en la tierra».
En Zamora, solo existe una izquierda, real y democrática, la que lidera Guarido. El PSOE de Zamora es una vicaría del sanchismo, que tutela Demetrio Madrid. El socialismo zamorano carece de líder. Nunca lo tuvo. Solo Andrés Luis Calvo, cuando fue alcalde; el inolvidable Carlos Hernández, que se fue de su tierra para llorar cerca del mar, y Manuel Fuentes, intentaron transformar el partido. Tenían carisma. Pero los echaron o se fueron amargados, resignados, como el propio Plaza. Pudo serlo, en el ámbito provincial, Tomás del Bien, pero tenía demasiado talento y verdad para que la mediocridad imperante lo tolerase. Podemos no existe. Están, pero no son. Los comicios locales demostraron su escasa fuerza en el agro y en las urbes. Nada.
Ahora bien, cuando el actual regidor decida dejar res pública, Izquierda Unida quedará huérfana, sin pastor que la guíe, sin un líder carismático, el alma y la esencia de la izquierda zamorano, la que tiene los pies en el suelo, la que solo levita cuando el deseo se transforma en realidad.
Lo de Unidas Podemos, no deja de ser, como escribiese Lenin, la enfermedad infantil del ‘izquierdismo’ en el comunismo. Cosa de niñatos aburguesados jugando a hacer política.
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