ME QUEDA LA PALABRA
PSOE y PP, monta tanto, tanto monta, tienen una deuda con Zamora
Zamora ocupaba, si la memoria no me falla, la posición número 33 entre las provincias españolas, de acuerdo una taxonomía económica, de desarrollo, antes de iniciarse la transición desde la dictadura a la democracia. Pasado casi medio siglo, aparece como la última en esa clasificación, disputándose tal vergüenza con Orense, nunca Ourense, porque un servidor está escribiendo en español.
Ese descenso, vertiginoso, hacia el subdesarrollo, hacia el desierto demográfico y la penuria económica se inició, como he explicado, cuando el felipismo inicio desinversiones del Estado: cierre de líneas férreas, de la Universidad Laboral, traslado de la Prisión Provincial y del Regimiento Toledo a la vecina provincia de Salamanca y la silente, pero mortal reconversión agropecuaria, canon que pagó Felipe González por entrar en Europa. Los agricultores y ganaderos franceses, con un poder real en la Francia republicana, así lo exigieron. De hecho, pasadas décadas, la industria alimentaria nacional se halla en manos de las grandes naciones europeas. Mientras, en nuestra provincia, se cerraron más de 4.000 explotaciones de vacuno de leche. Europa fue el pan de hoy y el hambre de mañana. El hoy ya queda muy lejano, pretérito, y el mañana es este presente tenebroso.
El PSOE, como partido, el que más legislaturas gobernó España, tiene una deuda con Zamora y nunca la ha pagado. Y no solo el partido de los humildes y de los pobres se olvidó de una provincia tan cercana a los parias de España, porque Europa, además de exigir reformas para entrar en el entonces llamado Mercado Común, también inyectó enormes sumas de dinero a nuestro país. Castilla y León recibió ingentes cantidades con destino a nivelar, igualar y equilibrar las diferencias económicas y demográficas de las nueve provincias de una autonomía ahistórica. Pues hete aquí que la Junta de Castilla y León, esa cosa de Valladolid como la ha calificado Francisco Iglesias Carreño, presidente del PREPAL, siempre gobernada por el PP, desvió ese dinero, quitó esa pastaza, a una provincia como la nuestra, para que Valladolid y Burgos lo invirtiesen en aumentar su potencial industrial y demográfico. Compare el lector ecuánime cómo eran esas dos ciudades castellanas tras la muerte de Franco con lo que su actualidad. Realicen ese mismo esfuerzo con la leonesa Zamora. Y después analice.
Ayer, creo, se quejaba Ana Sánchez del maltrato del ejecutivo que preside Fernández Mañueco con nuestra provincia en el Presupuesto 2021 de la Junta de Castilla y León. De acuerdo con la vehemente procuradora socialista, que también quiere a su tierra, creo, más que a su partido. Pero, si fuera libérrima, debería realizar ese mismo ejercicio con los Presupuestos del Gobierno de Sánchez hacia Zamora. Tal para cual. PP y PSOE siempre se tomaron a cachondeo a esta provincia. Como apenas contamos nada para nadie, padecemos lo que un servidor ha definido como apatía antropológica, cuando no cobardía, sazonada con miedo atroz al poder, tanto al de Franco como al de cualquiera que gobierne España, sea conservador o progre, nos hemos convertido en el ano autonómico, en el recto de la nación.
Y, durante estos más de 40 años de democracia, depauperada, envenenada, corrompida, sin calidad, los políticos que decían representarnos callaron, guardaron un triste silencio, mientras los distintos gobiernos de la nación se olvidaban de nuestra tierra. De tan penosa manera, el desierto demográfico avanzó y la pandemia económica se expandió por el cuerpo social de Zamora. No le importamos a nadie. Ni tan si quiera a los diputados nacionales, senadores y procuradores que dicen representarnos, cuando la triste realidad es que solo son vicarios de sus respectivos políticos. Porque aquel aserto-amenaza de Alfonso Guerra, "él que se mueva no saldrá en la fotografía", se grabó en la epidermis del alma de los políticos zamoranos, tanto los de la diestra como los de la siniestra.
Habría que ser más zamorano que socialista, conservador o liberal. Pero comprendo que vivir de la bicoca política resulte casi un placer, una especie de nirvana, un orgasmo eterno.
Concluyo: los partidos políticos nacionales, con especial énfasis en PSOE y PP, mantienen una deuda con Zamora, con su provincia. Y tendrán que pagarla, cuando toque, en las urnas. Quizá ya no habrá tal oportunidad, siempre que Iglesias, con el permiso de Sánchez, siga avanzando en su proceso revolucionario hacia una especie de Confederación Ibérica.
Ojalá en las campas de Peleagonzalo las huestes de la Beltraneja hubiesen derrotado a las de Fernando el Católico, porque hoy seríamos portugueses, Lisboa nos tendría en cuenta y Oporto nos cobijaría bajo su poder económico. Y habríamos leído a Pessoa en su lengua. Aquí, en España, ni se nos tiene en cuenta, ni se nos ubica en el mapa.
Eugenio-Jesús de Ávila
Zamora ocupaba, si la memoria no me falla, la posición número 33 entre las provincias españolas, de acuerdo una taxonomía económica, de desarrollo, antes de iniciarse la transición desde la dictadura a la democracia. Pasado casi medio siglo, aparece como la última en esa clasificación, disputándose tal vergüenza con Orense, nunca Ourense, porque un servidor está escribiendo en español.
Ese descenso, vertiginoso, hacia el subdesarrollo, hacia el desierto demográfico y la penuria económica se inició, como he explicado, cuando el felipismo inicio desinversiones del Estado: cierre de líneas férreas, de la Universidad Laboral, traslado de la Prisión Provincial y del Regimiento Toledo a la vecina provincia de Salamanca y la silente, pero mortal reconversión agropecuaria, canon que pagó Felipe González por entrar en Europa. Los agricultores y ganaderos franceses, con un poder real en la Francia republicana, así lo exigieron. De hecho, pasadas décadas, la industria alimentaria nacional se halla en manos de las grandes naciones europeas. Mientras, en nuestra provincia, se cerraron más de 4.000 explotaciones de vacuno de leche. Europa fue el pan de hoy y el hambre de mañana. El hoy ya queda muy lejano, pretérito, y el mañana es este presente tenebroso.
El PSOE, como partido, el que más legislaturas gobernó España, tiene una deuda con Zamora y nunca la ha pagado. Y no solo el partido de los humildes y de los pobres se olvidó de una provincia tan cercana a los parias de España, porque Europa, además de exigir reformas para entrar en el entonces llamado Mercado Común, también inyectó enormes sumas de dinero a nuestro país. Castilla y León recibió ingentes cantidades con destino a nivelar, igualar y equilibrar las diferencias económicas y demográficas de las nueve provincias de una autonomía ahistórica. Pues hete aquí que la Junta de Castilla y León, esa cosa de Valladolid como la ha calificado Francisco Iglesias Carreño, presidente del PREPAL, siempre gobernada por el PP, desvió ese dinero, quitó esa pastaza, a una provincia como la nuestra, para que Valladolid y Burgos lo invirtiesen en aumentar su potencial industrial y demográfico. Compare el lector ecuánime cómo eran esas dos ciudades castellanas tras la muerte de Franco con lo que su actualidad. Realicen ese mismo esfuerzo con la leonesa Zamora. Y después analice.
Ayer, creo, se quejaba Ana Sánchez del maltrato del ejecutivo que preside Fernández Mañueco con nuestra provincia en el Presupuesto 2021 de la Junta de Castilla y León. De acuerdo con la vehemente procuradora socialista, que también quiere a su tierra, creo, más que a su partido. Pero, si fuera libérrima, debería realizar ese mismo ejercicio con los Presupuestos del Gobierno de Sánchez hacia Zamora. Tal para cual. PP y PSOE siempre se tomaron a cachondeo a esta provincia. Como apenas contamos nada para nadie, padecemos lo que un servidor ha definido como apatía antropológica, cuando no cobardía, sazonada con miedo atroz al poder, tanto al de Franco como al de cualquiera que gobierne España, sea conservador o progre, nos hemos convertido en el ano autonómico, en el recto de la nación.
Y, durante estos más de 40 años de democracia, depauperada, envenenada, corrompida, sin calidad, los políticos que decían representarnos callaron, guardaron un triste silencio, mientras los distintos gobiernos de la nación se olvidaban de nuestra tierra. De tan penosa manera, el desierto demográfico avanzó y la pandemia económica se expandió por el cuerpo social de Zamora. No le importamos a nadie. Ni tan si quiera a los diputados nacionales, senadores y procuradores que dicen representarnos, cuando la triste realidad es que solo son vicarios de sus respectivos políticos. Porque aquel aserto-amenaza de Alfonso Guerra, "él que se mueva no saldrá en la fotografía", se grabó en la epidermis del alma de los políticos zamoranos, tanto los de la diestra como los de la siniestra.
Habría que ser más zamorano que socialista, conservador o liberal. Pero comprendo que vivir de la bicoca política resulte casi un placer, una especie de nirvana, un orgasmo eterno.
Concluyo: los partidos políticos nacionales, con especial énfasis en PSOE y PP, mantienen una deuda con Zamora, con su provincia. Y tendrán que pagarla, cuando toque, en las urnas. Quizá ya no habrá tal oportunidad, siempre que Iglesias, con el permiso de Sánchez, siga avanzando en su proceso revolucionario hacia una especie de Confederación Ibérica.
Ojalá en las campas de Peleagonzalo las huestes de la Beltraneja hubiesen derrotado a las de Fernando el Católico, porque hoy seríamos portugueses, Lisboa nos tendría en cuenta y Oporto nos cobijaría bajo su poder económico. Y habríamos leído a Pessoa en su lengua. Aquí, en España, ni se nos tiene en cuenta, ni se nos ubica en el mapa.
Eugenio-Jesús de Ávila





























Gonzalo Julián | Sábado, 12 de Diciembre de 2020 a las 00:14:11 horas
Nada que objetar. Nada que añadir. Ni siquiera una lágrima que regalar.
Si el destino hace justicia, aunque se tome su tiempo, "éstos" lo tienen que pagar...
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