Miércoles, 26 de Noviembre de 2025

Mª Soledad Martín Turiño
Sábado, 12 de Diciembre de 2020
ZAMORANA

¡Hasta siempre, amigo Carlos!

[Img #46932]Cincuenta y dos días en la UCI, una cifra más, un nombre que engrosará la frialdad de una estadística; solo eso. Para ti, aunque hayas estado en coma y, por tanto, insensible a los días y a las horas, ha sido un tiempo perdido; para la Sanidad recursos gastados, una inversión ingente de dinero con resultado nefasto; para tu familia… ¡han sido tantos los sentimientos que han padecido en estos largos meses!; al principio incredulidad, porque eres una persona joven, recientemente jubilada, vital, sano, deportista… ¡quién iba a pensar que os contagiarais todos del coronavirus, pero fueras precisamente tú el que iba a ingresar en el hospital!

 

Tu mujer refería que, al principio del contagio, te rebelabas y solías repetir: “Yo no quiero morirme”, pero las cosas se complicaron; en cuestión de días los pulmones no respondían y el diagnóstico pasó de ser reservado a crítico; hicieron por ti todo lo humanamente posible; el personal del hospital fue considerado con tu esposa a la que telefoneaban a diario para informarla de tu evolución clínica. El resto de la familia superó el virus y los días iban transcurriendo aunque tú permanecías en un estado semicomatoso, invadido por tubos que trasvasaban tu sangre para oxigenarla, una sonda para alimentarte, traqueotomía para hacerte respirar… todo fue en vano.

 

Ayer los médicos convocaron a tu esposa e hijo para decirles que no había solución, que tu estado era irreversible y solo cuestión de tiempo el precipitarse hacia el final. Los dos estaban enteros y serenos; ella tanto tiempo trabajando en el mundo sanitario la había hecho más fuerte y muy realista con la situación. Nos explicó con detalle tu evolución y se sintió agradecido por haberles permitido verte, a pesar de estar en UCI.

 

Hace un rato que hemos vuelto del tanatorio, fuimos a presentar nuestros respetos a esa compañera-amiga y su hijo y a rezar un padrenuestro por tu alma. Falleciste hoy, a mediodía.

 

Cuando ocurre algo tan tremendo, la escena se repite. Se ve a la gente con gesto compungido, triste, y acaso un momento nos paramos a pensar en la lotería que es la vida; una existencia que creemos nuestra, de la que podemos disponer y malgastar a nuestro antojo, pero que tiene fecha de caducidad. Hoy, este maldito virus te ha arrebatado la existencia, hoy has dejado viuda y huérfano, has dejado a amigos, familiares y conocidos afligidos y hoy, el mundo está un poco más vacía porque un hombre bueno como tú lo ha abandonado. Volvemos del tanatorio a casa en silencio, tal vez pensando cada uno en esas pequeñeces que arrebatan pedazos de vida y con las que jugamos el juego perverso de creernos que el tiempo nos pertenece. ¡Ojalá tu muerte sirva, al menos, para hacernos reflexionar sobre eso!

 

Mª Soledad Martín Turiño

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